muchodeporte.com : Víctor Fernández

¿Nadie asume este ridículo?

Me levanto y me voy
Víctor Fernández
Víctor Fernández
21/05/2018

Mi relación con el baloncesto es la misma que mantengo con la física, aunque ahora que lo pienso es aún menor después de seguir durante años las aventuras del físico teórico Sheldon Cooper. Cuando se habla de este deporte, me limito a dar un paso al lado para no hacer el ridículo habitual que firman decenas de tertulianos en este país que se sienten capacitados para hablar tanto de la bomba nuclear como de la carne con tomate de mi amigo Quini de La Casona. Escondido tras este desconocimiento, desatendí la posibilidad de opinar sobre la decisión que tomó en su día Don Ángel de ponerle la camiseta del Betis (y el dinero) al equipo sevillano. “¡Hemos salvado al baloncesto de nuestra ciudad! ¡Aquí están la marca Betis y Energía Plus para lograrlo…!”, clamaban. Claro, el rebaño alimentó el juego. Sí me sorprendió que algunos que aún gritan mano cuando ven a los jugadores pasarse el balón defendieran airadamente la brillante apuesta de los dirigentes. Algún parking o pase para pillar una croqueta habría en juego…

La pasión por el baloncesto de mi dilecto Isaac Escalera me ha permitido escapar de muchos partidos, pero el Domingo de Ramos me atrapó. La Amargura llamó a filas al torero. Y me encontré con el timo de la estampita: un equipo horrible en un graderío vacío y con veinte detrás de una canasta gritando “Betis, Betis…”. Qué insulto para el Real Betis Balompié. IHabían desaparecido muchos de los que fueron fijos desde que José Alberto Pesquera era un juvenil. Perplejo por el disparate, mi asombro se desbordó cuando comprobé que los aficionados de verdad gritaban sin complejos: “¡Caja! ¡Caja!”. Es normal, quién se iba a creer esa milonga de que la pasión bética se iba a trasladar a un lugar donde, simplemente, no se respira pasión bética. ¿Tan difícil es entender eso?

Fue entonces cuando varias preguntas me bombardeaban la cabeza para encontrar alguna explicación a este disparate: ¿Qué necesidad había de arrastrar la camiseta del Betis en esta apuesta ruinosa? ¿Qué obligación tenía el Betis de ligarse con el baloncesto y echarle un cable al Ayuntamiento regido por el PSOE? ¿Por qué motivo el brillante empresario Ángel Haro exponía el nombre de su ‘Energía Plus’ en un proyecto tan mediocre? ¿Por qué los accionistas del club daban el sí a gastarse el dinero en algo que no les interesaba lo más mínimo? Dos descensos en dos años en un record histórico que Ramón Alarcón podrá lucir en su curriculum como gestor. Las respuestas a mis preguntas vienen rodadas. En la Sevilla de la pillería, del enchufismo, de las subvenciones, el baloncesto aparecía como una forma ideal de colocar a los amiguetes con el dinero del… Betis. Da igual, el aparato propagandístico puede con todo. Incluso, con el acuerdo con Ruiz de Lopera que la jueza Alaya ahora también ha denunciado…


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