A la gente le importa un pimiento que en los próximos días se vaya a dar la última palada sobre el cuerpo de un periódico de más de cien años de historia. Qué más da. Hace tiempo que el rebaño decidió agruparse por ideologías, modas, intereses e incapacidades varias.  Ya no cabe el debate, la disparidad de opinión y las diferencias. Hay una norma establecida: el que no esté de acuerdo conmigo pasa al bando enemigo. No es políticamente correcto señalar al lector, a quien se tapa continuamente, vaya a ser que cinco tontos de twitter se enfaden y el director de turno lo entienda como un descrédito para la empresa que, habitualmente, dirige mal. Pero, precisamente, es el lector el que ha caído en el pozo del desconocimiento. La generalidad arrastra errores, pero las sensaciones que uno tiene le animan a arriesgarse con estas aseveraciones que rozan la vehemencia. El último caso que tengo entre manos me invita a pensar así.

Durante la tarde del domingo, desde tierra, mar y aire, me llegaron mensajes acerca de la indignación que había levantado el titular de la crónica de Paco Cepeda: “El Levante es aún 'peor' que el Standard”. Lectores de toda índole y condición lo entendieron como un desprecio hacia el Sevilla al ningunear la goleada con el escaso nivel del adversario. No tengo tuiter, claro está, pero algún colega se encargó de advertirme del revuelo levantado en la red de cloacas. De un plumazo, el personal había liquidado la genialidad de Cepeda. Ni siquiera repararon en detenerse en las comillas que envolvían 'peor' (para eso hace falta haber ido al colegio) y, por supuesto, ninguno de los indignados tuvo la iniciativa antes de atacar al periodista de… ¡leerse el texto! Es asombroso el nivel al que se ha descendido. El personal se dedica a teclear me gusta, a generar indignación sin análisis y a disparar contra todo lo que se mueve. El pozo no tiene fondo…

Las modas comandan la sociedad actual. Todos son modas. Se ha puesto de moda viajar como mendigos, mostrar en fotos cada cosa absurda que uno hace bajo frases tan profundas como "exprimiendo cada momento" (ésta me la contó el otro día mi amigo Pedro que visita de vez en cuando una cosa llamada “Facebuk”) … Como se ha puesto de moda atizar al Sevilla y a Castro sea como sea. Pero de eso tiene mucha culpa el propio presidente por permitir a diario que su figura sea un blanco fácil para el tiro a matar. La crítica es sana y beneficiosa, porque entre otras cosas, obligará a Caparrós a reconocer, entre las satisfactorias goleadas firmadas en los dos últimos partidos, la necesidad de ir pensando en firmar en invierno centrales de nivel. Pero, como mínimo, léanse los textos antes de atizar a unos y a otros.