Méritos y deméritos

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 18/05/2019

Alcanzar un sexto puesto no es ningún demérito. Que Gnagnon acabe jugando de pivote tampoco debe desatar la indignación del aficionado más exigente. Pero sí es decepcionante que el Sevilla haya dejado escapar la Liga de Campeones con actuaciones bochornosas como las firmadas en Gerona y ante un Leganés con chanclas  y bermudas, y que un fichaje de 14 millones de euros salte al campo con un indecente sobrepeso y con la grada predispuesta a la sorna. Pero hay un dato aún más relevante y desolador: el partido de Gnagnon no fue peor que muchas de las actuaciones de Amadou, Gonalons, Rog o Roque Mesa. Es un evidente paso atrás.

Los pobres de espíritu y escasa preparación le restaron al Sevilla elogios por sus cinco títulos europeos. Son los mismos que no quieren aceptar el mérito que también tiene convertir el paseo por Europa en algo habitual año tras año. Miren el historial y verán como son muchos los que se asoman y desaparecen al instante. Por eso, alcanzar de nuevo este objetivo no es ningún demérito; aunque sí lo fue la incalificable preparación que Machín hizo del partido de vuelta de Copa ante el Barcelona y el disparate de Praga. Se ganó la destitución a pulso.

El sexto puesto no es para desatar una guerra civil, pero alejarse tanto de la grandeza en tan poco espacio de tiempo sí es alarmante. El Sevilla ha logrado que su suelo en la caída no traspase la frontera europea, eso es meritorio. No obstante, la sensación que ha ofrecido este año de equipo menor, antiguo e incapaz obligará al club a una remodelación total para recuperar lo perdido. El Sevilla vuelve a entrar en Europa, pero con una carga pesadísima de jugadores que no están a la altura. El lastre que ha quedado tras el disparate es para echarse las manos a la cabeza. Caparrós nunca debió aceptar un cargo que ni sentía ni dominaba y lo hecho obligará a Monchi a exprimir sus mejores virtudes para volver a hacerlo. Sin duda, su regreso es lo más meritorio de la temporada.