Vida
Me levanto y me voy
Víctor Fernández 07/03/2020 |
Hay una cosa que no se le puede negar al Sevilla: su capacidad para desprender vida. Desde hace ya muchos años, la sangre caliente circula por el mundo sevillista. Nunca cae en la trivialidad y la intrascendencia. Si se tropieza, reacciona. Si pierde, hay crisis. Si el público huele la mediocridad, chilla. Si el entrenador desentona, nota la presión en el cogote. Si hay revuelo en el ambiente, aparece un mensaje firme del club. Si borda el fútbol, el mundo enloquece. En estas dos últimas décadas, el equipo ha pasado por fases de ensueño y por momentos más decepcionantes, pero nunca se marchó de vacaciones en pleno invierno. Ahora se debate si no entrar en Champions es un fracaso o no lo es, y el simple planteamiento ya es una marca de éxito. El Sevilla camina con esa loca pasión y le va bien. Sólo hay que ajustar algunas teclas para que todo encaje tras la tormenta. Monchi ha nacido para hacer ese trabajo.
El paso por el siempre terreno minado del Wanda Metropolitano es la prueba de la existencia de ese pulso vital. El equipo puede vivir en medio de un cabreo generalizado, con dudas fantasmales, pero nunca se cae. Siempre se levanta para seguir. Hasta donde pueda llegar, pero seguir… Las sensaciones que transmitía lo descartaban para la Champions. Bueno, mejor no esconderse tras el plural: yo lo descartaba para la Champions. Y sigo pensando que no le va a dar para llegar a ese lugar. Pero ahí se mantiene vivo, con el cuestionado De Jong al frente y con Lopetegui rehaciendo el crédito. Si el Sevilla es capaz de reactivar a Banega y afinar físicamente a Suso, ganará el fútbol que le puede hacer falta. Aún quedan muchas vueltas de tuerca en el análisis, crisis, enfados, reacciones, alegrías… Ya se ven a lo lejos los varales anunciando la llegada de la Roma y el Betis. Cuánta pasión. Cuánta vida hay en este Sevilla…
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