Grandeza y respeto
Me levanto y me voy
Víctor Fernández 17/08/2020 |
Revisemos qué entendemos por grandeza y respeto. La grandeza define el tamaño excesivo de algo con respecto a otra cosa. También significa poder y majestad. Y hace referencia a las cualidades y las características que son admirables por sus acciones. La grandeza del Sevilla es incuestionable. Es el mejor equipo de Europa en esta competición. Su poder es aplastante. Su majestad, envidiable. Y, sin duda, su capacidad para emocionar, sufrir y ganar es admirable. La grandeza no se compra en un mercadillo ni a través de la propaganda. La grandeza se gana.
Cuando hablamos de respeto nos referimos a la consideración y valoración que se tiene a una persona, institución o idea. Es también incuestionable que al Sevilla no se le tiene respeto. No me refiero a la falta de nivel de esta ciudad, que mete a todo el mundo en el mismo saco con ese rollo de la eterna dualidad. La grandeza del Sevilla, volvemos al término anterior, está muy por encima del entorno en el que se desenvuelve. Nada está a su altura. Hasta su afición debe acabar por acomodar su apasionante descontento y sentimiento crítico con el nuevo lugar en el mundo que ocupa su equipo. El sevillista debe aprender a exigir desde la grandeza, otra vez, en la que se ha instalado su club y no desde la mediocridad que le rodea diariamente. No es fácil distinguir este matiz. Por eso los denominados nuevos ricos son tan imbéciles. Pero la mayor falta de respeto viene desde fuera, desde los centros de poder de este país presos de la odiosa dictadura del Madrid y el Barcelona que nos aplasta. Un respeto que, curiosamente, se agranda cuando saltamos la frontera. Quizá yo también me quiera independizar.
Un par de horas antes de la semifinal entre el Sevilla de Emery y la elogiada Fiorentina del momento, Marcos Alonso (actual lateral del Chelsea) me confesaba en una rápida conversación a pie del vestuario: "Sabemos que eliminar al Sevilla va a ser casi imposible. Si le pegas un tiro, se levanta. Si le pegas dos, se vuelve a levantar. Y si le pegas tres, se levanta y te gana". Ante el poderoso Manchester United lo volvió a hacer. Alargó su grandeza y exigió con rebeldía respeto. "Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas. No nos rendiremos jamás. Y por más que quedemos aislados, nuestra lucha continuará. Nunca se rindan, nunca cedan, nunca, nunca… Nunca cedan a la fuerza, nunca cedan al aparentemente abrumador poderío del enemigo", quizá Winston Churchill era sevillista y no lo sabía.
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