muchodeporte.com : Víctor Fernández

Se acabó el turismo

Me levanto y me voy
Víctor Fernández
Víctor Fernández
26/09/2020

Budapest se había vaciado. Los turistas huyeron del virus y la ciudad pareció esconderse ante la inminente llegada, otra vez, de los alemanes. ¿Dónde quedó el Imperio Austrohúngaro? ¿Dónde se fue el bullicio? ¿Dónde estaba la gente? La situación frenó, incluso, a las habituales hordas sevillistas. José María del Nido, que anunciaba por las solitarias calles húngaras su regreso en 40 días (“sólo me quedan 25 años para jubilarme”, repetía a este cronista dando unos saltitos para mostrar su fortaleza), y un puñado de aficionados pregonaban la fe rojiblanca.

El miedo al coronavirus y al poder del Bayern dibujaba un aspecto desolador. De ese nuevo mundo y del duelo con la máquina alemana el Sevilla se trajo una esperada derrota, espuertas cargadas de orgullo, la implicación de Koundé y la figura engrandecida de un entrenador.

La grandeza se ha instalado en el Sevilla. Y esa grandeza elude aliarse con los mediocres tópicos de la aceptación de las derrotas dignas. Se acabaron los viajes de turismo y los paseítos europeos. Dejémonos de historias. Este Sevilla no se merece gestos compasivos. El equipo fue a ganar y perdió porque el Bayern está en un lugar, a día de hoy, lógicamente inalcanzable. El hecho de que todos se marcharan cabreados por perder contra el mejor equipo del mundo demuestra el valiente paso al frente que ha dado la entidad. La derrota siempre debe ser dolorosa. Si no hay dolor no hay grandeza. Esa exigencia no impidió que la afición sintiera escalofríos de orgullo al ver cómo sus soldados, con menos armas y sólo doce entrenamientos como aval, acorralaron a la sombra amenazante alemana.

De este viaje el club se vino también con la implicación de Koundé. El chaval brilló por su fútbol y su compromiso. Hace sólo un puñado de años, los jugadores se retorcían de ganas de salir pitando ante las primeras ofertas suculentas. Estos ojitos vieron como el siempre añorado Daniel Alves se negaba a subirse al avión para forzar su marcha. Atrás quedaron esos gestos de rebeldía. El Sevilla ha logrado que sus estrellas antepongan sus deseos de seguir ante los cantos de sirenas. Reguilón se fue porque no tuvo más remedio. Banega alargó su continuidad poniendo en peligro un contrato galáctico y Koundé no ha dudado en decirle a Monchi que cuente con él. 

La bestialidad de dinero que pagarán por alguno de ellos provocará que el vínculo se rompa, pero es la inevitable fuerza del mercado. El compromiso de Koundé apuntala la fortaleza del proyecto. Y entre batalla y batalla, entre victorias y tropiezos, emerge la figura de Julen Lopetegui. Un entrenador al que no quería nadie y a quien ya todos respetan. La competición marcará su destino, pero el Sevilla parece estar en buenas manos.


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