La Champions mató a Manolete
Me levanto y me voy
Víctor Fernández 31/10/2020 |
Sin duda, pensar es la tarea más difícil que existe. La corriente te ofrece un camino cómodo en el que puedes refugiarte y encontrar lugares comunes que manufacturan análisis con los que tirar para adelante. Visto lo visto, dar las cosas por hechas y asumirlas es el atajo más cercano para no perder el tiempo en pensar. Todo se acepta de manera simple y aborregada. “Parece que nos van a encerrar otra vez, qué le vamos a hacer”, es el soniquete que uno ya escucha por todos lados. ¿Cómo puede la gente aceptar desde ya que el Gobierno, después de pasar el mes de agosto de vacaciones, va a volver a estabularnos en casa? ¿A nadie le queda un mínimo de rebeldía para hacerle ver (desde ya) a los que mandan que no aceptará esa barbaridad?
Los análisis simplistas nos devoran. El Sevilla pierde en Bilbao y con echarle la culpa a la Champions se soluciona la radiografía del problema. No tengo ni idea si impedir a la gente que salga de su casa es la solución para escapar de este virus, pero desde luego no lo aceptaré hasta que me lo demuestren. Y tampoco tengo argumentos suficientes para pensar que dos partidos de Liga de Campeones provoquen tres petardos ante el Granada, el Eibar y un pésimo Athletic. Si es así, si en solo un mes han saltado las costuras, entonces el problema no es la Champions y sí el nivel de la plantilla. Lo único que sí puedo analizar de manera fiable y contundente es que con Franco Vázquez de extremo izquierdo, con un centro del campo conformado por Gudelj, Oliver y Vázquez, con Navas y De Jong reventados del otro día, con Fernando asfixiado entre los centrales y con cuatro cambios sin agotar lo normal es que pierdas. Con el empate a uno, Lopetegui tardó diez minutos en sacar a Munir y Carlos Fernández. Esperó a ir perdiendo. La competición marcará las responsabilidades y definirá si la exigencia es directamente proporcional a la planificación. Pero a día de hoy, ¡qué diablos va a ser la Champions! El Sevilla perdió en Bilbao porque Lopetegui se equivocó.
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