Hala, pandemia que te crió

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 09/11/2020

La frase, como es habitual, le pertenece al maestro Sánchez Araujo, cuya producción de aseveraciones lanzadas a la eternidad iguala a las de Churchill: "Unos pagan y otros los disfrutan". El debate sobre el abuso que las selecciones hacen de los jugadores lleva años abierto y estos días se ha agudizado por el disparate que viviremos las dos próximas semanas. Uno sería partidario de aniquilar las competiciones de los equipos nacionales como me gustaría aniquilar otras muchas cosas… Pero como hace tiempo que la tolerancia llegó a mi vida, he acabado por aceptar este jueguecito de banderas que sólo guarda para mí un interés cada cuatro años. La Eurocopa es una broma con la participación de un número inaceptable de competidores. Hasta el Mundial ya es exagerado. Sin olvidar las estafas de fases de clasificaciones en las que el rival más poderoso es Macedonia. Todo tendría más sentido si el título internacional lo disputaran siempre las selecciones más poderosas. Con cuatro amistosos para justificar el sueldo de las Federaciones y una liguilla para premiar al ganador, de vez en cuando, con el acceso a esta fase final sería más que suficiente.

El fútbol ha sido un ejemplo de cómo una industria lucha por resistir el ataque del virus. Los que mandan han pasado por encima de todos los imbéciles que quisieron meterle el palito a las ruedas con sensiblerías y estupideces como que "el futbolista es persona y hay que reservar su salud". A día de hoy no se conoce el fallecimiento de ni un solo jugador de fútbol profesional. Hasta el amigo Fali, bandera de todos los idiotas que clamaban justicia y apoyo a los jugadores, corre, suda, abraza y besa a sus compañeros como el que más. Al tonto, y no lo digo por el pobre Fali, que fue un muñequito de los progres, no hay que darle rienda suelta porque te devora. "Una de las principales características de la gilipollez es que absorbe tu capacidad de análisis y, por una extraña propiedad, te obliga siempre a hablar su lengua, a entrar en su juego, a pisar su terreno. Los idiotas nos invaden", escribe en su ensayo "Qué hacemos con los idiotas" el filósofo Maxime Rovere. Otra lectura recomendable que me regaló el profesor Lucas Haurie. Los dirigentes de la empresa fútbol han manejado con eficacia, valentía y profesionalidad la situación. Las Ligas ya no corren peligro. Es más, a estas alturas, si el fútbol para es porque el final del mundo habrá llegado. Por eso extraña que los que mandan no hayan reaccionado con celeridad para liquidar de raíz los amistosos de las selecciones y el pestiño de la Liga de las Naciones. Es cierto que hay que seguir metiendo dinero en la bolsa, pero la Eurocopa está a tiro de piedra y el objetivo debe pasar por mantener el chiringuito en pie para poder disputarla. A ver qué hacemos ahora dos semanas sin fútbol y sin poder salir de casa. "El fútbol es el circo romano. Pan y circo", claman los filósofos de la calle enemigos de este deporte. Hala, pues ahí van dos semanas con coronavirus y políticos que te crió...