Sindicato copero

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 06/01/2021

No sé qué tiene de gracioso e interesante que un poderoso caiga eliminado en un campo inaceptable de Segunda División B.  Para los que disfrutan de una competición a la que definen inexplicablemente como la "democratización del fútbol" ya tienen la eliminación del Atlético de Madrid para recrearse con términos como justicia, igualdad, revolución de los pequeños, reivindicación… Valiente estupidez. Simeone vuelve a caer en esta Copa de Rubiales por segunda vez, qué casualidad. Algunos pagan sus frustraciones con el error del rico y el tropiezo del poderoso, reflejo de la pena que arrastra su ego.

Claro que es un fracaso que un equipo de Primera se desvanezca ante un grupo de chavales, pero la competición está diseñada para que ocurra eso. El Sevilla se despistó un segundo la temporada pasada y cayó en la trampa. Porque esta Copa de Rubiales es exactamente eso, una trampa, un elemento propagandístico más con los que nos bombardean a diario. Una competición cercana a la estafa deportiva que sólo engaña al amante de lo políticamente correcto. De verdad, ¿no se dan cuenta? ¿Dónde está el Madrid? ¿Y el Barcelona? Si de verdad Rubiales y los aficionados más puros sueñan con una competición especial y caótica, ¿por qué el sorteo no es puro? De esta forma, el débil tendría más opciones de enfrentarse a rivales de su categoría y llegar aún más lejos. ¿Por qué al Tomares lo sacaron de su digno campo y lo metieron en La Cartuja para ser destrozado a campo abierto? Si todos fueran al bombo y no existiera un sorteo tan dirigido el pobre tendría más opciones. La respuesta es evidente: todo es mentira. A Rubiales no le interesa que el Linares o el Cornellá lleguen lejos. Y por si a alguno se le ocurre milagrosamente meterse en las semifinales, ahí sí aparecen los duelos a doble partido para evitar una floja final que pueda cargarse los ingresos televisivos y la Supercopa del año próximo. Estos guays defensores de las causas perdidas reprenderán a Lopetegui, quien se ha quejado con razón de cómo unos vestuarios tercermundistas pueden destrozar el estricto protocolo de la Liga. Pues nada, sigan aplaudiendo al sindicalista…