El padre

Me levanto y me voy

02/07/2021

Me deslumbró la aparición pública del padre de Jesús Navas. La sociedad que hemos moldeado crea tantos imbéciles que una persona educada, religiosa y bondadosa nos provoca un efecto de asombro. En medio de tanto odio, rencor, envidias y competencia insana, el discurso de agradecimiento de Francisco Navas retumbó en el antepalco del Ramón Sánchez Pizjuán. Es el poder de la sencillez y la humildad, tan olvidado en la vida y en el fútbol. Es el poder de la valentía que tuvo para rasgar todos los tópicos sensibleros y los mensajes de cartón piedra del fútbol y armar un discurso alrededor de la ternura, la bondad, la fe en Dios, la familia y la educación. Hay mucho que aprender de la intervención que tuvo el padre de Navas en el reconocimiento que el club quiso regalarle al capitán.

Francisco no quería que su hijo fuese futbolista, quizá ese es el motivo por el que Navas es ahora un referente. Supongo que se sonrojaría al ver a otros padres chillar en las gradas como becerros y no saldrá aún de su asombro cuando ve en los telediarios a estos chicos mimados llorar por cualquier gilipollez. "¿Nadie les ha enseñado aquello de 'Coge tu cruz y sígueme?", pensará con desasosiego ante tanta reacción banal. La grandeza de Francisco le animó también a agradecerle a los siempre criticados periodistas el trato que su hijo recibió en sus momentos más delicados. Y yo lo agradecí de corazón después de haber sufrido en aquella complicada pretemporada un pelotón de fusilamiento por parte del Sevilla, con la connivencia de queridos compañeros que se escondieron detrás de mí. Pobres. Qué pena que aquello no me hubiese pillado con más experiencia porque me hubiese divertido bastante con todas aquellas amenazas. Es mejor olvidar y refugiarse en los valores del padre de Navas. Gracias.