Sin el chándal

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 18/10/2021

Quizá Julen Lopetegui no lo ha entendido bien. Es posible que no se lo hayan explicado o que su forma de pensar aún no entienda las flechas que le llegan desde fuera de su fortaleza. El pueblo le reclama una transformación de imagen, pero no se trataba de cambiar el chándal por unos vaqueros y un chalequito. La exigencia va mucho más allá de un cambio de look. De verdad, el chándal no es el problema, puede recuperarlo. El entrenador nos regaló en Vigo otro gesto más del empobrecimiento que está sufriendo el equipo esta temporada. Los resultadistas destrozarán todas las críticas armados con el fuego incuestionable de los tres puntos. Tienen argumentos suficientes para ello, pero cuando todo está sujeto con alfileres un suspiro puede acabar con todo. Ya veremos si este plan de caminar por el precipicio ofrece resultados. A estas alturas es el momento de lanzar dos preguntas: ¿Merece la pena perder dos horas de tu vida para ver un espectáculo tan insoportable? Y… ¿Este estilo le servirá al Sevilla para tocar el premio que persigue?

Las victorias justifican hasta las alineaciones más inexplicables. Hacía tiempo que no veía sobre el campo un sistema basado en un portero y dos líneas de cinco. Rafa Mir se sintió por un día centrocampista defensivo. La genialidad tuvo su retoque en la segunda mitad con la eliminación del único delantero para reforzar con Lamela el 1-5-5. El ratito de Suso descubrió las carencias actuales de Rakitic, cuyo fútbol se ha desplomado ya a los infiernos. El nivel del croata se ha convertido en una preocupación para todos menos para el entrenador, que cuenta con él para dejar pasar todas las primeras partes sin que ocurra nada. Por cierto, ¿Suso también tenía que descansar por los compromisos internacionales? Nadie puede negar que este Sevilla camina entre sombras, dudas, victorias y bostezos. Los que defienden el plan con los puntos serán los primeros en destapar la caja de los truenos… Al tiempo. El proyecto no debe caminar sobre pasos tan firmes cuando en Lille ya aparece la primera final. O quizá sólo se trata de una exageración dramática de este cronista, que es muy posible.