Cabildo

Si no le gustan mis criterios, tengo otros

José María Pinilla
José María Pinilla
10/03/2023

Aventurábamos en esta sección de la web allá por el mes de octubre que la principal novedad de la Semana Santa de 2023 iba a consistir en la Procesión General del Santo Entierro. Cierto es que pocas cosas pueden eclipsar a tan magna celebración, tanto por la enjundia del acto en sí como por la categoría artística y devocional de las imágenes participantes. Pero he ahí que otras muchas cuestiones parecen copar la actualidad de lo que ha de vivir Sevilla en apenas tres semanas. Sí, amigo lector, hablamos de la famosa reordenación de las jornadas de nuestra Semana Mayor, esa historia de nunca acabar.

Nadie puede negar que había que hacer algo. La situación arrastrada desde hace demasiados años, con parones y retrasos ya tradicionales en determinados días y lugares era incompatible con la pertinaz pusilanimidad mostrada desde la calle San Gregorio. Algunas hermandades estaban hartas de estar hartas por recogerse a unas horas tan tardías que convertían en insoportable la estación de penitencia de sus nazarenos. Igualmente es verdad que la solidaridad y la búsqueda del bien común son poco frecuentes en este mundillo tan dado a los abrazos sonoros y a la sevillanísima ojana como antelasa de la puñalada. Con estos ingredientes, reiteramos que a nuestro entender apremiaba la necesidad de configurar alternativas a un modelo superado por los tiempos. En esta tesitura, como todos sabemos, se comunicó desde el órgano rector de las cofradías una suerte de decálogo de criterios bajo los que habría que encontrar la solución.

Dando por bueno que conciliar todas las ideas expuestas iba a resultar arduo, las resoluciones finales son cuanto menos cuestionables. No obstante, aun habiéndose anunciado decisiones firmes, tal vez no debamos elevar nada aún a definitivo –parafraseando al Maestro Araújo– tras las últimas noticias que replantean decisiones ya aceptadas desde el Consejo. Tan humano es alegrarse por las dichas como enojarse por los reveses, y en este asunto es innegable que del dicho al hecho ha habido un curioso trecho y que algunas corporaciones han salido malparadas mientras otras levantan su copa en triunfo ante los cadáveres (en sentido figurado) de sus adversarios. Hagamos un recorrido somero por algunas de las contradicciones más palpables y creo que coincidiremos en que las medidas acordadas no han sido ecuánimes en su aplicación.

Parece evidente que uno de los principales males que debían atajarse lo suponían las recogidas de hermandades a altas horas de la noche (en el comunicado del Consejo se define como horas de entrada tardías). No queremos pasos en la calle más allá de las tres –con la lógica excepción de la Madrugada del Viernes Santo–, ya que parte de la fauna que se termina congregando ante los templos es más propia de una noche de Feria que de los días sacros. No exageramos tanto, de verdad. Acudan ustedes a la calle Orfila al final del Miércoles Santo sin ir más lejos y ya me cuentan. Pues miren por dónde, la Dolorosa de la Estrella probablemente esté camino de su capilla cuando hayan sonado las cuatro campanadas, ya que su hermandad retrocede un puesto el Domingo de Ramos. ¿Lógico?

En este mismo epígrafe, la sesuda propuesta que nos llegó a bombo y platillo en el ya lejano mes de septiembre afirmaba que “se aconsejaría que las hermandades más cercanas a la Catedral estén en la parte final de la jornada”. No hay que ser un GPS humano para identificar bajo este prisma a cofradías como Jesús Despojado o el Baratillo, ¿verdad? Pues consulten en qué puestos permanecen en sus respectivos días de la Semana Santa. Se nos viene a la cabeza aquello que decía Orwell en Rebelión en la Granja sobre que todos somos iguales, pero algunos más iguales que otros. Dicho en otras palabras, que las normas se aplican según a quién afectan porque no tiene la misma trascendencia pitar un penalti en el Bernabéu o en otro estadio menos mediático. Me ahorro profundizar en este paralelismo que demostraría que siempre habrá ricos intocables y pobres con los que ejemplarizar.

Uno de los temas más problemáticos ha consistido en solucionar los llamados círculos de concentración de público y evitar los manidos trenecitos, expresión desafortunada y altamente jartible. Con este afán se impide a la hermandad de la Hiniesta recuperar su camino histórico de regreso por el sector de la Alfalfa para evitar que junto con la Sagrada Cena se conviertan en una especie de macrocortejo de cinco pasos. Puede tener su lógica evitar esta aglomeración, pero es del todo inaudito y sorprendente que sea la cofradía que abre camino la que deba moverse –históricamente había una norma no escrita que determinaba que es la de detrás la que toma por otro lugar–, cuestión agravada además porque la propuesta presentada en su momento por los de San Julián disponía una alternancia total en el centro del Domingo de Ramos al salir de la catedral, por lo que este caso nunca se habría dado. Ahora parece que los hilos los ha movido una hermandad con cuya decisión se propició la reordenación finalmente impuesta. Además, en el colmo del desatino, la llegada de la Hiniesta a la Plaza del Pan coincidirá en el tiempo con la entrada de la Borriquita a escasos metros. Bien por las medidas de seguridad. Por cierto, la alarma creada por la concentración humana en la Alfalfa no se ha contemplado para el Sábado Santo (día en el que se sabe que habrá afluencia masiva de otras ciudades) en la zona de San Pablo, donde se podrán ver en escasos minutos los pasos de Cristo de San Gonzalo, las Tres Caídas, Montserrat, el Calvario y la Quinta Angustia, o en el Salvador, plaza por la que discurrirán seguidos la Coronación de Espinas, el Señor de Pasión –con entrada incluida–, la Virgen de la Amargura, la Exaltación y hasta el Calvario. Más que trenecitos podrían parecer un tren de mercancías, pero o los técnicos diferencian entre bullas seguras e inseguras o algo se nos escapa de esta lógica.

Sin embargo, el baile de puestos no altera otras cosas. Ejemplo palmario es el de la hermandad de la Paz, que atrasa dos lugares en la nómina y que debe llegar al palquillo de la Campana en consecuencia bastante más tarde que hasta ahora. Pues parece que mantendrá su horario de salida para ir más desahogados por su barrio (podrían dar paseos por él incluso) y conservar por lo visto el privilegio de abrir el Domingo de Ramos en la calle. Si esto tiene sentido, que alguien nos lo explique.

Todo esto se dice que no será definitivo tras este año, pues en los venideros habrá que seguir buscando fórmulas hasta dar con la tecla. Sin embargo, en no pocos casos lo provisional se ha hecho firme, ojo con eso. Además, si el sistema de mayorías exigido para alcanzar los acuerdos sigue igual, nada impedirá que las hermandades “vencedoras”, que son más que las perjudicadas, sigan sumando los votos necesarios para perpetuar ciertos desaguisados. O tal vez se acabe lanzando un comunicado que comience por “la parte contratante de la primera parte”. Ya nada nos sorprendería.