La huella de la Virgen de los Reyes
José María Pinilla Gómez 12/08/2024 |
Per Me Reges Regnant. Todos hemos leído esta rotunda frase en el altar de la Capilla Real de la catedral: “Gracias a Mí (o Por mi mediación) reinan los reyes”. Si los filólogos me conceden su indulgencia, me tomaré la libertad de alterarla y propongo sustituirla por Per Me Hispalenses Orant, pues gracias a Ella rezan los sevillanos, ya que es la imagen mariana que desde más antiguo –y de manera ininterrumpida– concita las oraciones a la Madre de Dios en nuestra ciudad.
Según se ha contado, fue a quien se encomendó Fernando III para la conquista de Ishbiliya tras habérsele aparecido en sueños, e igualmente relata la leyenda que tuvieron que ser unos ángeles los únicos capaces de plasmar aquella visión de forma fiel en la madera. Tal fue su importancia, que la primera procesión de la que hay constancia histórica en la ciudad fue la que hizo el rey de la Casa de Borgoña con sus tropas al entrar victorioso en ella, y el cortejo lo presidió la propia imagen sobre un carro triunfal. El monarca castellano, confeso devoto de Santa María de Sevilla –su primitiva denominación–, pediría ser enterrado a sus plantas, un deseo que le concedió su hijo y sucesor Alfonso X. En 1924, hace justamente un siglo, la Virgen “devolvió el honor” al santo rey con motivo de la inauguración del monumento en su memoria en la Plaza Nueva, pero mejor no lo comentemos mucho vaya a ser que alguien proponga alguna salida extraordinaria, que ya nos conocemos… Volviendo al siglo XIII, la tradición ha querido ver en las imágenes llamadas fernandinas –aunque algunas podrían ser más propiamente alfonsíes– aquellos intentos infructuosos de emular la aparición que el rey presenció. Hablaríamos en este caso de la Virgen de las Aguas del Salvador o las homónimas de los Reyes de San Ildefonso y San Clemente, legados –aunque algunas fueron alteradas con posterioridad– de una época que definió el carácter cristiano de Sevilla.
La devoción por el bendito icono no se apagaría con el paso del tiempo, sino más bien al contrario. En los albores de la Edad Moderna, la privilegiada posición de Sevilla como Puerto de las Indias trasladará la advocación al otro lado del Atlántico, testimonio de lo cual son los abundantes navíos botados con su nombre así como sus conocidas réplicas en templos hispanoamericanos. Otro momento importante en la devoción a la imagen se producirá en el siglo XVII durante el complejo proceso de canonización de San Fernando, dado el inquebrantable vínculo que lo une con la Virgen de los Reyes. De igual modo podríamos referirnos a su intensificación hacia la mitad del XIX con el impulso dado a su culto por la reina Isabel II y el inevitable reflejo en la corte sevillana de los Montpensier. Por último, el pasado siglo XX verá la ratificación de la Reina de Reyes como quintaesencia devocional en nuestra ciudad cuando se produce en 1904 su coronación canónica –primera en Andalucía– y, fundamentalmente, con su proclamación en 1946 como Patrona de la Archidiócesis hispalense.
Apenas unas líneas nos han valido para recorrer casi ocho siglos, así como quien no se da cuenta. De cualquier modo, como ya decíamos atrás, aunque hemos apuntado algunas fechas destacadas, en realidad el culto por la imagen nunca llegó a decaer. Debido a ello, son muchas las huellas de la Virgen en la ciudad, y repasarlas es el propósito de este artículo. Comenzaremos por el nomenclátor callejero, en el que lo primero en que pensamos será la plaza frente a la Giralda, el espacio ocupado siglos atrás por el Corral de los Olmos que llegó a albergar al primitivo Cabildo de Sevilla. Más moderna es la calle Santa María de los Reyes, perteneciente a la barriada de Pío XII, en la zona entre la avenida de Miraflores y la Carretera de Carmona conocida como Santa María de Ordás. También tenemos una barriada Virgen de los Reyes, en este caso en el distrito Cerro - Amate. Por último, tal vez sea menos conocida una glorieta concebida por Aníbal González en honor a la imagen en el Parque de María Luisa, situada exactamente a la espalda del Pabellón Renacimiento que alberga el Museo Arqueológico. Este enclave –reconstruido recientemente con discutible acierto– estaba presidido por una entrañable reproducción cerámica en tamaño natural, que hoy en día se conserva en la Casa Sacerdotal de la céntrica calle Becas.
En lo referente a instituciones nombradas en su honor, nuestro paseo continúa por el convento –hoy desacralizado– de Santa María de los Reyes, cuya fachada es aún visible en la calle Santiago. Este cenobio de dominicas descalzas fue fundado a comienzos del XVII y en él se daba culto a una imagen de la Virgen de los Reyes que, tras cerrarse el mismo, pasó a la localidad aljarafeña de Bormujos. Por el contrario, sí permanece en uso el Hogar Virgen de los Reyes, en la calle Fray Isidoro de Sevilla, de titularidad municipal y destinado a distintos actos de carácter sociocultural. Su sede es una reconstrucción de 1958 debida al arquitecto Antonio Delgado Roig sobre un edificio precedente originario del siglo XVI, y de él se cuentan historias de apariciones fantasmales. Más moderno y, hasta donde sabemos, desprovisto de estas inquietantes presencias, es el Instituto de Enseñanza Secundaria Virgen de los Reyes, levantado en la barriada de Bellavista.
De regreso al terreno propiamente devocional, no son pocas las pinturas y esculturas que reproducen la iconografía de la Patrona de la Archidiócesis. Sin ánimo de ser exhaustivos –regla que rara vez cumplimos–, citaremos entre las primeras la procedente del convento de San José del Carmen (vulgo de Las Teresas) en el barrio de Santa Cruz y el fresco de Lucas Valdés en el crucero del convento de San Pablo (hoy parroquia de la Magdalena), ambas representaciones con la curiosidad de mostrar el antiguo baldaquino que alojaba a la devota imagen previo al ya centenario palio de tumbilla actual. En el grupo de las reproducciones imagineras, destacamos la tallada por Sebastián Santos Rojas en 1947 para la Escuela de Cristo de la Natividad, que tiene la peculiaridad de respetar hasta los desperfectos que la imagen original presentaba en su policromía entonces.
Dejamos para el final las cuestiones más estrictamente “cofrades”. Comenzaremos por recordar que hay numerosos pasos en los que la Virgen de los Reyes figura, ya sea en el techo de palio (como en el de Nuestra Señora del Socorro, que valió como cartel anunciador del Día de la Virgen en 2021) o en la calle central de la candelería (valgan los ejemplos de María Santísima de la Amargura o del Buen Fin). Igualmente mencionaremos que hay una Dolorosa de los Reyes en la Agrupación de Fieles de igual nombre que radica en la barriada de Amate, cuya efigie es debida al joven imaginero David Valenciano. Por último, no podemos olvidar que el nombre de la Virgen lo lleva una de las más emblemáticas formaciones musicales de nuestra Semana Santa, que lo tomó en 1992 tras desvincularse de la hermandad de Jesús Despojado, en cuyo seno había nacido a finales de la década de los setenta del pasado siglo.
En definitiva, confiamos en que valgan estas líneas como sentido homenaje al fervor de cuantas generaciones nos precedieron, y sírvannos para unirnos a ellas en la inminente procesión alrededor de la catedral en la inigualable mañana del 15 de agosto, verdadero tesoro devocional mantenido a través de los siglos.