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La nueva vida de Lourdes Mohedano

Lucas Haurie
Lucas Haurie
18/01/2022

Lourdes Mohedano vivió los Juegos de Tokio de una manera singular. Después de muchos años, la cordobesa, plata en Río de Janeiro 2016, estaba fuera del foco. Retirada de la alta competición de la gimnasia rítmica, enfila el futuro por diferentes caminos. La reinserción laboral del deportista de elite tiene sus dificultades, pero la campeona no para. Hace sus pinitos como modelo, a finales de 2021 rodó su primer cortometraje (estudió arte dramático durante tres años en la Escuela Juan Codina y se fogueó en México), tiene el título de entrenador y jueza de competición de la disciplina que tantas alegrías le dio, se sacó su título en Técnica Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas y algún máster del Consejo Superior de Deportes. También ofrece charlas en colegios e institutos para acercarles el mundo de la gimnasia. Precisamente, impartió su primera Masterclass en el Eduardo Lucena, de Córdoba, donde fue alumna. “La actividad tiene una parte teórica, en la que transmito los valores del deporte y mi experiencia en deporte de alto nivel; y luego hay una parte práctica, en la que se conoce más y mejor la gimnasia rítmica”, explica Lourdes Mohedano, cuya experiencia atrapará a más de 500 alumnos en su primera tanda. 

Empezó en el ballet con tres años por recomendación médica para corregirle el puente del pie, pero la cordobesa necesitaba más dinamismo, que sus padres encontraron en una actividad extraescolar. Compaginó natación y atletismo, pero Lourdes Mohedano se decantó por la gimnasia rítmica. Salía al tapiz por diversión, pero una entrenadora, Lola Ruano, ya le echó el ojo con solo cinco años. Una carta de la Federación le cambia su vida. La estrella andaluza contaba con 13 años. Le ofrecían una beca, renovable, durante un año para mudarse a Madrid para formar parte de la selección. Iba para un año y allí lleva media vida. El Europeo fue su primer desafío a corto plazo, ya que la madurez mínima para participar en los Juegos se alcanza a los 16 años. Se alejó de sus padres y en su cabeza solo había gimnasia con entrenamientos de ocho horas de lunes a sábado y un nivel de exigencia muy alto. De repente, en el cambio de junior a senior, entra como titular en el equipo, cuando lo habitual es una adaptación gradual como suplente para evitar roces con las mayores. El Mundial de 2011 fue desastroso, las cintas se enrollaron y se perdió el primer tren olímpico de 2012, al ser clasificatorio. El equipo español tomó impulso con el oro en el Preolímpico de Londres, su debut en la gran escena internacional. La ilusión de un cuadro muy renovado acaba con el cuarto puesto y diploma, que supo a mucho.

Fue el preámbulo de un ciclo maravilloso, que culminó con la plata en Río 2016, la primera medalla desde aquella espléndida selección de 1996. La gran alegría no acabó en apoteosis porque Rusia, pese a su clamoroso fallo de cintas, consiguió el oro. El premio dio lugar a un respiro merecido de tantos sinsabores, dolores, lesiones, una operación, dos citas sin participar y con la duda de si sus entrenadoras le guardarían la plaza y la tensión interminable de la alta competición. La ansiedad, los malos momentos, la presión agobiante han desaparecido. Lourdes Mohedano se adapta a su nueva vida tratando de comunicar todo lo bueno que le ha ofrecido el deporte.