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José Antonio Aznar: Al único a quien le prestarías el coche

Lucas Haurie
Lucas Haurie
15/11/2018
El piloto almeriense se ha proclamado campeón de Andalucía de rally por...”

“Escuadra izquierda; ras; derecha toda, con cambio de rasante; a fondo…”. Estas instrucciones supersónicamente atropelladas hicieron célebre a Luis Moya, copiloto de Carlos Sainz sobre la tierra de Córcega, el asfalto de Mónaco y el hielo sueco. Al son de esas palabras, había quien soñó con subirse a un bólido de gran cilindrada y recorrer a toda máquina las más sinuosas carreteras, sintiendo la adrenalina que produce la velocidad extrema y controlada, como las de la retahíla de Luis Moya. Uno de aquellos soñadores fue José Antonio Aznar. Aunque a edad tardía, el piloto almeriense se atrevió un día a pilotar un coche de rally y... bendita osadía.

Después de quince años en la élite nacional del automovilismo, Aznar puede presumir de haber reincidido en campeonatos de España de montaña en categoría 3, en la Copa de España en clase 5 y en la de Andalucía de rally, título que ostenta desde hace seis años y que ha revalidado esta temporada recién concluida.  

Su nombre luce ya en una miríada de copas que adornan las estanterías de casa. Vejer, Castellar, Gador o Algar no se le resistieron, si bien sus carreteras más dilectas merodean su pueblo, Cuevas de Almanzora. La razón es geológica y demográfica: son los caminos escarpados de la provincia almeriense, en el norte y en la Alpujarra, y la fértil afición al rally en esta área de playas y desiertos. 

Una de las pruebas nacionales más antiguas, la decana de Andalucía, con casi medio siglo de vida, es el rally Costa de Almería, que, huelga decirlo, se llevado Aznar en varias ediciones. También sabe lo que es ganar en Córdoba, Sevilla y Cádiz.

A pesar del palmarés, Aznar sigue considerándose un piloto amateur, alguien que tiene que esperar a los fines de semana para enfundarse el mono de competición, arrancar su Porsche 911 o su Ginetta G55 y oler a gasolina desde la mañana. La fórmula es como la detonación en cadena de una bomba atómica: la velocidad, la emoción, la adrenalina y la felicidad. 

El almeriense ha repetido cuánto le divierte hacer lo que hace. Por eso, asegura, y seguirá el tiempo que haga falta. No extraña que comenzara a pilotar tras abandonar las dos ruedas y apostar por las cuatro. Su primer coche de competición fue un Fórmula Martini. Siempre quiso hacerlo, pero ni los medios ni las circunstancias estaban alineadas con el sueño. 

Aznar ya sabía lo que era la competición. De joven, en la década de los años 80, se había curtido en pruebas provinciales y regionales de enduro, motocross y trial, incluso con quads y motos acuáticas. En 2003 dio el salto al mundo del rally.

Su pasión por la velocidad debe de ser contagiosa. Su hija Lourdes apunta. Ella lo acompañó por como copiloto en el último rally Catalunya-Costa Daurada, única prueba nacional valedera para el Campeonato del Mundo y en la que Aznar hizo su tercera participación. En tierras catalanas contó con el restaurado Peugeot 206 del campeón británico Richard Burns, un coche histórico que invita a la nostalgia de los forofos del automovilismo. La experiencia fue inolvidable. Estaba su hija y estuvieron el actual campeón Sébastien Ogier y Sébastien Loeb, referente mundial. 

No muy lejos de allí, en Ordino-Arcalís, Aznar se encaramó a lo más alto del podio, algo ya también habitual por los caminos murcianos y valencianos. Andalucía empieza a quedársele pequeño, que no por ello deja de triunfar en Macael y en la Almanzora que lo vio nacer. Junto a su copiloto José Galán y con su Porsche verde y blanco lidera cada año las aspiraciones del Automóvil Club de Almería y demuestra con orgullo que la esencia del automovilismo vuela en estas pruebas tan alejadas del glamur de la Fórmula 1.