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A Huelva le sale otra raqueta

La reciente plata mundial de Álvaro Robles es la primera medalla para el tenis de mesa patrio

Redacción
Redacción
16/05/2019

Hablar de raqueta, triunfos y Huelva transporta inconscientemente a la mandamás del bádminton, Carolina Marín. Ha irrumpido sin embargo otra clase noble en la capital onubense. Álvaro Robles se glorificó en plata con una reciente medalla en dobles del Mundial de Budapest que se disputó en abril. Fue un hecho histórico para el deporte nacional. Primera medalla en la disciplina, algo que ni siquiera logró nuestro palista más universal, He Zhi Wen, nuestro Juanito.

A la sombra del jugador chino, andaluz de adopción, Robles ha esperado a demostrar que en la competiciones internacionales podía superar ir de reserva. Trabajo y perseverancia, con los años superó por vez primera el techo de los cuartos de final que tanto se le han atragantado en Mundiales y Europeos. Sucedió a finales del pasado mes de abril en Hungría, cuna de los pocos palistas que les tosen a los chinos, dominadores del tenis de mesa desde hace medio siglo.

La semifinal era ya un éxito. Remontar el partido y colarse en la final, asegurando un metal, fue un hito para el onubense y su pareja, el rumano Ovidiu Ionescu, y para España. Frente a ellos, en busca del oro, un campeón mundial y olímpico, la leyenda en activo Ma Long, quien apenas dio opciones, acompañado de su pareja Wang, a los bisoños aspirantes. En el país asiático, por si acaso, han tomado nota de la nueva competencia para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Robles destacó desde muy pronto en el tenis de mesa. Con sólo 15 años se marchó a Priego de Córdoba, donde dio un salto. Se mudó a Madrid tras dos temporadas y a los 20 años emigró a Alemania. En tierras germanas ha hecho vida y carrera desde entonces, aunque su residencia vuelve a ser la capital de España a sus 28 años recién cumplidos.

Fuera de España ha terminado de ahormarse. En los Campeonatos de España no tiene rival, tanto en individual como en dobles. La clave ha sido Alemania, donde conoció al que los últimos tiempos ha sido su pareja de baile en la competiciones internacionales. A Ionescu, sin embargo, no podrá tenerlo de aliado en los Juegos de Tokio. Quizá, quién sabe, lo encuentre de enemigo, al otro lado de la mesa, como en un espejo.

Antes Robles tendrá antes que conquistar el billete olímpico. No será un camino de rosas, aunque ya ha caído la primera pared con la plata mundialista en Budapest. Y el palista onubense pretende seguir derribando mitos. 

Robles tiene entre ceja y ceja repetir las conquistas de su vecina más ilustre, Carolina Marín. Para ello tendrá que bajar primero de la nube de su medalla mundial y recordar que, para alcanzar el Olimpo, están vetados los atajos. Sin duda un buen reconstituyente para sus futuros premios serán las lentejas caseras con las que su madre lo recibe a orillas del Odiel.