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Simón Cruz, el guerrero que se mira en el espejo de Carolina Marín

Lucas Haurie
Lucas Haurie
21/10/2019

Un accidente en el molino de orujo en el que trabajaba le cambió la vida un trágico día de 1999. Simón Cruz, un ejemplo de superación, se rebeló al destino aciago que le dibujaban. El deporte lo tendría imposible, le comentaban. Estaban equivocados quienes dudaban de su espíritu indomable. Perdió la pierna izquierda, pero apareció un gran campeón del bádminton adaptado. Este jiennense, que acumula medallas con voracidad, sólo tiene grabada una palabra en su mente: Tokio.

Amante del balonmano y el fútbol sala, reorientó sus gustos primero hacia la natación, ideal para fortalecer su cuerpo y darle energía a su pierna derecha, que tendría que cargar con más peso de lo habitual para darle estabilidad a la prótesis que le estaban diseñando para su pierna izquierda. En un viaje por curiosidad a Córdoba se enganchó a un deporte del que ni conocía el nombre, el bádminton. Un sinfín de horas de entrenamiento es parte de la pócima del éxito. “Todo lo que he conseguido estos años ha sido a base de esfuerzo, ganas, entrenamiento y una pizca de suerte”, suele repetir Simón Cruz. Su estreno internacional en 2007, en el Mundial de Bangkok, lejos de amedrentarlo, le dio alas. “Me dieron algunas palizas, pero pensé ‘esto no me vuelve a pasar’ y a base de trabajo llegaron los resultados”, afirma.

Un año más tarde agarró su primera medalla en el Campeonato de Europa en Dortmund. El bronce le supo a gloria. De hecho, en todos los Europeos en los que ha participado desde entonces se ha colgado alguna presea. Pero su fijación está en unos Juegos Olímpicos. Por primera vez el bádminton forma parte del programa. “Cuando tuve el accidente vi que era una oportunidad de centrarme en el deporte y participar en unos Juegos Paralímpicos”, comenta. Su rutina es un buen ejemplo de su capacidad de superación. Se entrena cuatro días a la semana en Arjonilla con el equipo de bádminton sin discapacidad. Las dobles sesiones en el gimnasio y la bicicleta completan su tabla de ejercicios. Muchas semanas entrena al completo, sin jornada para el descanso. “Cada vez hay más nivel y hay que entrenarse siete días”, se ríe.

Con esta actitud no es raro que su gran referente sea otra andaluza, la onubense Carolina Marín. “Hemos visto en ella lo que nos falta. No se rinde nunca, es una luchadora. Nos ha ayudado a creérnoslo, a pensar que podemos. Dentro de la pista soy un jugador de su estilo, agresivo, muy competitivo, serio... Un luchador que no da un punto por perdido. Soy un guerrero. El éxito no está en ganar siempre, sino en nunca rendirse”, explica este jiennense a quien le toca batallar asimismo en los despachos.

La Federación Española de Bádminton no tiene a Simón Cruz entre sus apuestas para Tokio 2020. “El coordinador nacional y la entrenadora me dijeron que no contaban conmigo, que no me iban a apoyar económicamente para la mayoría de las pruebas clasificatorias, que se disputan hasta marzo de 2020. Alegan que tengo cero posibilidades de lograr una plaza para Tokio. Me dan por muerto antes de empezar a competir en la pista. Llevo 12 años representando al bádminton español. No me rindo, la ilusión no me la van a quitar”, se sincera el andaluz, que tiene como inconvenientes que no participa en pruebas de parejas mixtas y que el sistema clasificatorio es complejo. Sus ansias de superación pueden con todo. Ya lo ha demostrado.