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Golpes de fortuna

Lucas Haurie
Lucas Haurie
09/06/2021

Patricia Herrera necesitaba fortalecer la espalda por una enfermedad durante la infancia, se apuntó a un gimnasio por recomendación médica para fortalecer las vértebras y la cadera y allí conoció el Kick Boxing. Escuchaba anécdotas, preocupaciones y planes de sus futuros compañeros, que competían a nivel profesional. Como era menor de edad, sus padres se negaban a que se iniciara en este deporte de artes marciales, y más con sus problemas musculares, hasta que un día le dieron permiso. Un entrenador se encargó de que se ejercitara sin riesgos físicos. Aprendió adecuadamente. Tanto que la jiennense es doble campeona absoluta de España y también es una habitual en la selección española de Muaythai. 

Tardó bastante tiempo hasta que se sintió preparada para participar en campeonatos. Fue su entrenador quien le propuso que diera el siguiente paso para que tuviera nuevas experiencias y midiera sus sensaciones. Pasados los años, Patricia ya estaba preparada para hacerse profesional. En la Universidad de Jaén se acogió al Programa de Apoyo de Deportistas de Alto Nivel para que estudiantes como Patricia puedan compaginar deporte y libros, con facilidades de horarios para exámenes y algunas tutorías, incluso de turnos de clases. Además, ayudas económicas para que las ambiciones académicas y deportivas siguieran entrelazadas. Una de las recetas del éxito es la organización del tiempo y siempre teniendo muy en cuenta el sacrificio que supone el tiempo libre, sin apenas ocio. 

Los mismos hábitos de disciplina en su deporte de artes marciales los aplicó a sus estudios. Se trata de una lucha diaria en la que no solo se pelea contra un rival, con los mismos objetivos, sin básicamente una lucha contra sí misma. Patricia tuvo claro que una vez que finalizara su carrera quería dedicarse a la psicología deportiva. La pandemia cambió el paso a todos los deportistas. La jiennense, acostumbrada al trato directo con su entrenador de Torreperejil, se tuvo que aprender rutinas en casa, con escasez de materiales y a tachar del calendario eventos de primer nivel, como mundiales y europeos. Número 35 en el ranking internacional, Patricia Herrera afrontó un gran esfuerzo de motivación, al ejercitarse sola y sin un sparring. Dedicó las mañanas a la parte física y las tardes a sesiones técnico-tácticas, orientadas a la pelea. 

“La crisis no podía frenar. Valoré mucho más las oportunidades que tenía en las artes marciales. “Es un deporte muy disciplinado y muy exigente, no solo por las horas y la intensidad del entrenamiento sino también por las categorías de peso, que te obligan a tener esa competición en la cabeza durante las 24 horas del día. Eso fue por lo que decidí practicarlo, porque más que un deporte, es un estilo de vida”, explica. El aislamiento ya pasó. Llegó al Kick Boxing por casualidad, como terapia, y desde la cúspide tiene sueños olímpicos cada vez más reales.