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Del paseo de la fama a Tokio 2020

Lucas Haurie
Lucas Haurie
28/09/2021

Los golpes, las caídas, las heridas y el hormigueo en el estómago cada vez que Andrea Benítez se lanzaba cuesta abajo sentada el patín con 9 años definieron su infancia en las tardes interminables junto a los niños de su urbanización hasta que un día se atrevió a ponerse de pie. Pionera del skate en España, hizo historia en Tokio 2020 en la categoría Skate Street. No llegó por muy poco a la final, pero su nombre quedó grabado con letras de oro para las enciclopedias olímpicas. 

La algecireña siempre iba en patín a todas partes, al colegio o a hacer los recados que le mandaba su madre. En el paseo marítimo de la playa de Getares tomó experiencia gracias a un amigo del que aprendió tan rápido que acabó regalándole su patín. Su gran salto lo dio en la californiana y soleada playa de Long Beach, donde conoció y compartió sueños con Vanessa Torres, la gran referente del skate en Estados Unidos. Con 13 años afrontó su primer gran desafío. Acababa de conseguir su primer sponsor, cuando le diagnosticaron escoliosis. Le pusieron un corsé rígido y le obligaron a dejar de patinar. Andrea Benítez estuvo una semana llorando en el sofá. No se rindió y aprendió a patinar con el corsé, que lo soportaba 23 horas al día. El patín fue su vía de escape los dos años que se encontraba maniatada. Su primer patrocinio de zapatillas la reanimó. 

Su estilo de vida consiste en exhibirse en los campeonatos internacionales en China o en Los Ángeles. Un día, descansando en el sofá de casa, en compañía de su padre, vieron en las noticias que el skate había sido elegida disciplina olímpica en Japón. Se le encendieron los ojos y las ideas. Era su gran oportunidad. La deportista andaluza patina a diario, no como entrenamiento, sino como disfrute. El trabajo lo deja para el gimnasio, donde se ejercita para prevenir dolencias y lesiones. Nunca se había planteado patinar como una profesión. "Simplemente he patinado por diversión y por necesidad. El patín me apartaba de la realidad, me hacía olvidar los problemas y me proporcionaba una felicidad que ninguna otra cosa me la daba", explica. 

El momento que nunca olvidará fue cuando su amigo Nico la llevó por sorpresa a patinar a Hollywood sorteando las estrellas a gran velocidad en el Paseo de la Fama durante una noche de vértigo. "La sensación de libertad que experimenté no la puedo describir", recuerda. Otro gran sueño fue su participación en Tokio 2020. Un mes antes del encendido del pebetero fue convocada por el positivo en coronavirus de la holandesa Candy Jacobs. Andrea Benítez no cometió ningún error en sus dos bajadas y acertó en tres de los cinco trucos que intentó, pero los 5,96 puntos fueron insuficientes para llegar más lejos en su aventura olímpica.