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12 de mayo, una noche inolvidable

FRANQUICIA SUR

Javier Márquez Mata
Javier Márquez Mata
18/05/2019

Hay veces, con suerte, que los dioses del baloncesto te sonríen. La del domingo 12 de mayo de 2019 será recordada como una de esas noches donde hay madera para que ocurran grandes cosas, dos séptimos partidos muy diferentes entre sí, pero con posibilidad de épica. Era una tarde noche como cualquier otra, con la salvedad de tener NBA temprano, Primero en Denver y luego en Toronto, dos equipos que habían visto como sus errores les condenaban a jugar el game 7 en semifinales de conferencia. Con este caldo de cultivo empezaba la noche, que conforme avanzaba se dejaba entrever un baloncesto espectacular del que se hablará cuando se recuerden las grandes citas de este deporte, del que muchos, cada vez más, estamos enamorados. Noches como la del 12 de mayo te hacen ver el porqué merece la pena vivir de noche.

En orden cronológico, el primer partido que se nos avecinaba era el Denver Nuggets contra los Trailblazers de Lillard. Tras los dos primeros cuartos, se las prometían felices los locales que veían como su ventaja de 12 puntos podía suponer sus primeras finales de conferencia desde 2009. Había sido una larga travesía por el desierto, pero con Jokic a la cabeza, han vuelto a pelear y de qué manera, aun así, no todo estaba dicho.

El baloncesto da muchas vueltas en 20 minutos, que se lo digan a Portland que no solo le dio tiempo a darle la vuelta tras un tercer cuarto casi perfecto, sino que también vieron como los de colorado igualaban en los minutos finales. Ahí es donde aparecen los genios, los pillos, los que hacen de este deporte una maravilla.

Balón en juego, 12 segundos y contando, todos los ojos puestos en Damian Lillard… y apareció C.J. McCollum desde la media distancia (como llevaba haciendo toda la noche), con una sonrisa, de esas que solo se le escapa al que sabe que va a lograr su propósito. El final es ya historia, Portland es el finalista de conferencia oeste y Jokic tiene que ver lo que queda desde casa.

Si lo vivido ya había sido emocionante, aún nos esperaba otro game 7, entre los Toronto Raptors de Kawhi Leonard y los Sixers de Joel Embiid que fue una auténtica montaña rusa de emociones. De nuevo el favorito, en este caso Toronto, se fue por delante al descanso, pero conforme pasaba el tiempo, los Sixers aumentaba el ritmo y conseguía ganar todos los cuartos restantes, imponiendo su juego y estilo. 

Pero esta noche mágica de baloncesto no se podía acabar de otra forma que con un game winner, con el balón en las manos de Marc empieza la última jugada de la noche, que acaba con Kawhi tomando la pelota y lanzando un tiro desequilibrado y en movimiento que, tras varios rebotes en el aro, acabó suponiendo el final para los Philadelphia 76ers en una serie dura decidida por el mejor jugador de los Raptors, en una canasta de auténtico genio.

Una noche que no será una noche más gracias a dos partidos impresionantes que agradecer a los dioses del basket, una noche de alegrías y decepciones a partes iguales de las que solo hay un vencedor, el aficionado.