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El COI y Auschwitz Memorial vetan al Jesse Owens de Leni Riefenstahl

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
26/07/2020

Primera pregunta, antes de seguir. ¿Entrevistaría usted, como periodista -o como simple ser humano- a individuos tales como Adolf Hitler, José Stalin, el Almirante Yamamoto, Harry S. Truman, Ho Chi Minh, Mao Zedong, Maximilien Robespierre o los directores de los Campos de Concentración de Auschwitz, Mauthausen, Treblinka...? Si responde que 'sí', usted probablemente se encuentre expuesto a una suerte de persecución pública, sobre todo si hay abundancia de respuestas favorables... a esta segunda pregunta: ¿Perseguiría usted a quien entrevistara, grabara o diera noticia de los pensamientos y actividades de gente de este calibre? Cabe insistir: si hay mayoría de respuestas afirmativas a esta segunda pregunta, el firmante de esta pieza -aquí, en una imagen de 2002, en Sevilla, entrevistando a Leni Riefenstahl, la célebre directora de cine muerta en 2003, con 101 años-... el firmante de esta pieza debería desaparecer y extinguirse cuanto antes. O ser deportado con urgencia. Porque el firmante de esta pieza sí daría media vida y parte de la otra por verse cara a cara con individuos del calibre de los antes nombrados, entrevistarles y conocer sus opiniones cara a cara, 'tête-à-tête'. Todos ellos existieron -poca duda queda- y sus andanzas y correrías forman parte indeleble de la Historia de la (In)Humanidad. Pero...

Pero he aquí que en los turbulentos tiempos que corren... incluso el Comité Olímpico Internacional (COI) casi empieza a alinearse con las respuestas afirmativas a la SEGUNDA pregunta. Y en una decisión no tan insólita -cabía esperarla...- como vergonzante, el COI decidió en los últimos días de esta semana retirar de la circulación cierto 'clip' de video de la campaña 'Stronger Together' ('Mas Fuertes Juntos'), junto a la minicadena de 'Twitter' que acompañaba al 'clip'. ¿Qué imágenes fueron las censuradas y por qué razón? Eran imágenes grabadas a 'Jesse' Owens, James Cleveland Owens, quizá el mejor atleta de todos los tiempos, por la propia Leni Riefenstahl y en los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín. Eran alegres imágenes de un feliz Owens -junto a Luz Long, su gran rival en salto de longitud, devenido grandísimo amigo-, en aquel Berlín triunfante de Adolf Hitler: la 'tienda del Emperador' que describieron los enviados especiales estadounidenses. Imágenes de 'Olympia', la película oficial de los Juegos Olímpicos de 1936, en la que Riefenstahl abrió nuevos caminos en el cine... y por la que se ganó la admiración mundial. Pero claro...

El COI incluyó las imágenes de Owens/Riefenstahl 'Olympia' ( con otras de la Ceremonia de Inauguración de 1936) en el 'clip' de la campaña 'Stronger Together': que se refería a cómo los Juegos de Berlín del 36 fueron los primeros en los que un atleta -obviamente, alemán y blanco, Fritz Schilgen, elegido por la propia Riefenstahl- subió a un pebetero olímpico, al del entonces flamante Olympiastadion berlinés, para prender y encender la llama olímpica.  Este pasado miércoles 22, el COI incluyó todo esto, para su desgracia y la de cualquier persona sensata y librepensante, dentro de una campaña llamada 'Un año para Tokio 2020'. Pero este mismo y reciente jueves 23 explotó automáticamente la (casi inevitable) controversia. A través de su cuenta de Twitter, el llamado 'Auschwitz Memorial', @AuschwitzMuseum, el Centro judío que controla el Museo del antiguo Campo de Concentración (KZ) de Auschwitz-Birkenau, en Oswiecim, Polonia, a 43 kms. de Cracovia, tableteó que... "durante dos semanas (de 1936), la Dictadura Nazi camufló su racista y militarista carácter. Explotó los Juegos para impresionar a los espectadores extranjeros con una imagen de una Alemania pacifista y tolerante. Después, con el expansionismo de Alemania se aceleró la persecución de los Judíos y otros 'enemigos del Estado". 

Naturalmente, se exigió la retirada de las imágenes olímpicas OFICIALES de los Juegos de 1936. También (casi) obviamente y a partir del viernes 24, el COI procedió de inmediato a retirar el 'clip' de Owens/'Olympia'/Riefenstahl: esta última, incluida en los judíos 'Archivos del Holocausto'. Más aún, el COI se excusó como pudo... "Entendemos, por específicas reacciones en las redes sociales, que el 'film' sobre los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, que incluye a Jesse Owens y Luz Long así como a la Llama Olímpica se ha interpretado en un modo opuesto al que habíamos intentado... estaban elegidas para enviar un mensaje de unidad y solidaridad'. Después, en su declaración oficial el COI empezó a mentir ominosamente. Mentiras suaves. Pero mentiras. Así, literal: "A través de sus sobresalientes hazañas (Owens) enseñó una resonante lesión al Régimen Nazi, destrozando sus despreciables clamores fascistas de superioridad racial'. Y ya, en pleno desconcierto del COI ...(Owens) 'cultivó la amistad del competidor alemán Luz Long, creando icónicos momentos olímpicos de respeto y solidaridad (N. B:???)... pero entendemos que el 'film' sobre los Juegos Olímpicos de 1936 que incluye esta historia no fue percibido de este modo. Pedimos disculpas a todos aquellos ofendidos por la película ('film') de los Juegos Olímpicos de 1936, hemos borrado este 'film'... de nuestra cuenta de Twitter, @Olympics". En fin. Tan increíble... como cierto. Mentiras olímpicas.

Con esto, el COI procedió a la retirada de las imágenes de ¡¡la Llama Olímpica y Jesse Owens en hermandad y 'solidaridad'... 'icónica' con el alemán Luz Long!!... pese a que, a principios de este mismo mes, Thomas Bach, el presidente alemán del Comité Olímpico Internacional, anunció que "no hay razón para reescribir la historia". Pero Bach, esgrimista olímpico, dijo esto... tras ordenar la retirada del Museo Olímpico de Lausana del busto del (ciertamente filonazi) Avery Brundage, Presidente del Comité Olímpico de EE UU, USOC, cuando los Juegos de Berlín; Brundage fue posteriormente Presidente del COI... precisamente en 1972: cuando los Juegos Olímpicos regresaron a la República Federal de Alemania para una absoluta situación de desgracia: la masacre combinada de terroristas palestinos, deportistas/rehenes israelíes (raptados por los palestinos) y policías alemanes en el Aeródromo militar de Fürstenfeldbruck, en Múnich.

RIEFENSTAHL Y OWENS, 'CARA A CARA'.- Estas fueron (extractadas) las declaraciones en 2002 y en Sevilla de Leni Riefenstahl a quien suscribe: "...Nunca habrá nadie como Jesse Owens. Él fue un personaje excepcional por la energía que transmitía... que fue lo que llevó a hacer lo que hizo. Era un ser diferente a todos los demás. Sólo se acerca a él otro atleta: Glenn Morris, el americano que ganó la medalla de oro en el decatlón de los Juegos Olímpicos de Berlín." (Los rumores de la época apuntan a que Riefenstahl mantuvo una relación fugaz con Morris).

"Los Juegos de Berlín fueron los mejores de todos los tiempos, de todos los que yo he visto. No sólo se trataba de Owens. Hubo otros atletas irrepetibles, como el mismo Morris o Ralph Metcalfe, el segundo 'sprinter' americano tras Jesse. O como nuestro saltador Luz Long. Sobre todo, había esa emoción y pasión circulando por las gradas: como la electricidad entre los atletas y el público. Esos tiempos son irrepetibles. Nunca puede haber otra película como 'Olympia', por eso mismo que le digo... y por otras cosas".

En la década de los 40, la berlinesa Leni Riefenstahl, que empezó actuar como bailarina en el Berlín de los años 20, había viajado y rodado por España: 'Tiefland', 'Tierra Baja' (película que también le acarreó problemas). Antes, durante y después de los Juegos de Berlín-36, Riefenstahl tuvo serios conflictos personales con el Dr. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich de Adolf Hitler: muy posiblemente, por rechazar las aproximaciones personales de Goebbels. 

Javier de la Puerta, gran aficionado madridista y exfutbolista, director de la Fundación Andalucía Olímpica en 2002 y director gerente del Festival sevillano que trajo a Riefenstahl a la ciudad, declaró sobre la antigua 'tanzerin' (bailarina) berlinesa, que vino a Sevilla en 2002 con 100 años cumplidos: "La campaña que se ha hecho y que se hace contra Leni Riefenstahl me parece un anacronismo injusto, cruel. Ella no es nazi bajo ningún concepto. Vivió la época en la que casi toda Alemania votaba a Hitler. Hizo dos documentales encargados por Hitler, como cualquiera trabaja para un canciller constitucional... como Hitler era. Ella no hizo comentarios, sólo facturó unas imágenes maravillosas... Yo creo que Leni Riefenstahl es comparable a Orson Welles, punto. Insisto: no es nazi. Para nada. Juzgarla por lo que la encargaron es una barbaridad. ¿Por qué no se juzga igual a Eisenstein, que tenía que trabajar con Stalin...? ¿Por qué nadie habla de Pablo Neruda como 'el poeta comunista'...? Pero un sector tiene una memoria rencorosa, alentada además, en lo colectivo, por el gran morbo que supone la presunta relación de un personaje tan femenino como ella con poderes de unos hombres como Hitler o Goeebels".

El padre de Gerhard Schröder, ex socialdemócrata canciller de Alemania, murió en Rumanía con las insignias de la Wehrmacht. Los generales SS Richard Gluecks y Erich Von dem Bach-Zelewski estaban en oficios normales ya en los años 50. El filósofo ético Martin Heidegger, miembro del Partido Nazi, reocupó su cátedra en sólo un año. Riefenstahl perdió a su hermano en el frente ruso. Y ella misma se vio prisionera de los franceses: que la exculparon de cualquier cosa. Después de la II Guerra Mundial, semiesclava del pasado y del rencor, Riefenstahl vivió otros idilios pasionales: se fue a vivir con los Nuba de Kau, en el Sudán. Allí alumbró documentales, libros (de 'Editorial Taschen') y fotografías imponentes sobre esta tribu africana. Después le tocó a las profundidades submarinas. Pero, para qué engañarnos, lo que importa en su pasado son aquellos personajes de guantes blancos que ella filmó en Núremberg, en 1934 y en el 'Triunfo de la Voluntad': los 'Caballeros Negros' de las SS.

LA REALIDAD DE JESSE OWENS, HITLER... Y 1936.- Y, ¿qué fue de Jesse Owens y cuál fue su realidad antes y después de 1936 y aquellos 'inolvidables' Juegos Olímpicos... que el mismo COI parece querer proscribir? El próximo 12 de septiembre se cumplirán 107 años del nacimiento de James Cleveland, ‘Jesse’ Owens en Oakville, Alabama: el último de los diez hijos de Henry Cleveland Owens y Mary Emma Fitzgerald, descendientes directos de esclavos de Alabama que recogían cosechas en plantaciones en Alabama. Cuando el chico tenía nueve años, toda la familia se trasladó a Cleveland, Ohio, como parte de la ‘Gran Migración’ que alejó a un millón y medio de afroamericanos de los segregados Estados del Sur, a la busca de oportunidades de trabajo.

¿Qué nos asombra más en el recuerdo de James Cleveland Owens, fallecido en Tucson, Arizona, el 31-3-1980? ¿Los cuatro oros olímpicos en esos Juegos del nacionalsocialismo alemán, de Hitler y Riefenstahl, en 1936, en el Olympiastadion berlinés? ¿O tal vez aquel ‘Día del Trueno’, el 25 de mayo de 1935, en la reunión de la ‘Big Ten’ en Ann Arbor, cuando en el espacio de 45 minutos, Owens batió tres récords mundiales y empató un cuarto? Será preciso indicar que, en aquellos años 30 y en los EE UU de América, cuando Owens viajaba con los ‘Buckeyes’ de la Universidad de Ohio State (Conferencia Big Ten) no podía sentarse a comer en restaurantes vetados a las personas de raza negra. De allí tenían que sacarle la comida sus compañeros blancos. Si Jesse Owens quería sentarse a almorzar con colegas, tenía que ser en restaurantes ‘sólo para negros’, del mismo modo que sólo podía alojarse en hoteles… ‘para negros’ y se veía obligado a ocupar sitio en la zona trasera de todo tipo de autobuses. Como ni siquiera recibió una beca de Ohio State, Owens (como todos sus hermanos de raza) tenía que ganarse la vida y pagarse los estudios universitarios haciendo trabajos a tiempo parcial…

¿Qué nos asombra más, entonces? ¿Qué el mismísimo Adolf Hitler, canciller del III Reich (y ‘Hombre del Año 1938' para la revista ‘Time’), SÍ saludara a Jesse Owens en Berlín… o que Franklin Delano Roosevelt, FDR, Presidente número 32 de los EE UU de América, se negara a recibir a Owens a su regreso triunfal a América después de Berlín? Al fin y al cabo, FDR sólo obraba en consonancia con el ya citado Avery Brundage, el derechista radical y filonazi que presidía el Comité Olímpico de EE UU. Tras Berlín, Brundage descalificó a Owens como atleta ‘amateur’ a la primera que pudo, al negarse Jesse a competir en reuniones universitarias de la AAU y escoger en su lugar ‘shows’ circenses -como correr contra caballos trotones- donde podía embolsarse un puñado de dólares. Jesse, nieto de esclavos... tuvo que trabajar como bedel. “Cuando volví a mi país natal después de todas las historias sobre Hitler, yo seguía sin poder viajar en la parte delantera de los autobuses. Volví por la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler; pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a darle la mano a mi Presidente”. Todo eso escribió el propio Owens en su autobiografía de 1970: ‘The Jesse Owens Story’. Por cierto, en 1968, Owens no apoyó a los mayores extremistas del 'Black Power' en la petición de boicot a los Juegos Olímpicos de México.

Claramente, Roosevelt, en plena campaña electoral para su primera reelección, esquivaba el eventual desastre de votos que podría haberle acarreado en los estados segregacionistas del Sur una foto con Owens: ‘Antílope de Ébano’ y cuádruple campeón olímpico, pero, en fin: ‘Antílope'. Y... 'de Ébano’. Tuvieron que pasar cuatro décadas antes de que, en 1976 y 79, los presidentes Gerald Ford y Jimmy Carter recibieran a Owens en la Casa Blanca. En 1976, el republicano Ford hizo entrega a Jesse de la Medalla de la Libertad ante los miembros del equipo olímpico estadounidense que se dirigían a los Juegos de Montreal. Y en 1979, Carter concedió a Owens el premio ‘Living Legend’, a la Leyenda Viviente. Atletas tan dispares y de tanto calibre como Michael Johnson y Carl Lewis siempre soñaron con parecerse a Owens. “Tal vez ningún atleta simbolizó mejor que Owens la lucha del hombre contra la tiranía, la pobreza y la intolerancia racial”: tales fueron las palabras de Carter cuando Owens (fumador empedernido) murió de cáncer de pulmón en Tucson menos de un año después de su segunda y última visita a la Casa Blanca. Un sarcasmo que Carter, tan presidente demócrata de EE UU como lo fue FDR, saludara así la memoria de Owens: quien siempre recordó con añoranza sus días gloriosos de Berlín, donde la gente le pedía autógrafos por las calles... y que durante toda su vida desmintió que Hitler le negara el saludo o escogiera desaparecer del palco presidencial del Olympiastadion para no tener que verse con él.

“Cuando pasé (N. B: bajo el palco, tras descender del podio de la final de 100 metros en Berlín, con corona de laureles), el Canciller Hitler se levantó, me saludó con la mano y yo le devolví esa señal de saludo. Creo que los reporteros tuvieron el mal gusto de criticar al hombre del momento en Alemania”: las comillas vuelven a pertenecer al mismo Owens, en esa misma autobiografía de 1970. Con levísimas variaciones, el relato de Owens se ajusta a lo que contaron sensacionales reporteros presentes en los Juegos de Berlín: Paul Gallico (‘The Washington Post’), Alan Gould (‘The Associated Press’), Louis Effrat (‘The New York Times’) o el absolutamente antinazi William L. Shirer, de la CBS y autor del célebre libro ‘Ascensión y Caída del III Reich’. Shirer fue el único periodista occidental presente en Viena, en 1938, cuando las tropas de Hitler se anexionaron la capital de Austria, en el abrazo mortal del ‘Anschluss’. Según recoge Jeremy Schaap en su libro ‘Triumph, la historia no contada de Jesse Owens y los Juegos de Hitler’, Shirer escribió: “El saludo de Hitler después de la carrera complació a Owens. Dijo (Jesse): “Me ha tocado dentro. Es un buen deportista. Me gusta su sonrisa”. Paul Snyder, entrenador de Owens, contó esto: “Jesse jura que vio a Hitler agitar la mano hacia él… puede que sí, puede que no…”

Gallico llegó a titular en el ‘Post’: “Hitler descalifica la Ley de Jim Crow (algo así como ‘Ley del Desprecio Racial’ o peor... 'del Linchamiento') hasta el punto de saludar a Jesse Owens”. Pero una multitud de periódicos en EE UU, mayormente los que no disponían de enviados especiales en Berlín y otros dirigidos a público afroamericano comenzaron a descargar artillería pesada en forma de titulares, todos con la misma idea: “Hitler desaira (‘snub’) a Owens”. También valdría 'Hitler pasa de Owens'. Ahí comenzó una leyenda que se ha extendido durante décadas. Como el mismo Owens y una lista de reporteros de élite confirman lo que en realidad sucedió en el Olympiastadion, sólo queda establecer unas precisiones que ayuden a comprender la situación…

Primero, las únicas palabras conocidas de Hitler -corroboradas por propios y extraños- en relación a los atletas olímpicos negros de EE UU: “Los americanos deberían estar avergonzados, dejando que sus ayudantes negros ganen las medallas que ellos mismos deberían ganar. Ganan esas medallas gracias a ellos. ¿No les avergüenza?”. Segundo: hay más hechos: la final de 100 metros estalló en Berlín cuando Hitler ya había sufrido una reprimenda de parte del belga Henri de Baillet-Latour, presidente del Comité Olímpico Internacional en aquellos días. 

En el primer día de competiciones de atletismo, Hitler había recibido en el palco, y en presencia de sus ministros Hermann Goering y Joseph Goebbels (más la ya discutida Riefenstahl) a los campeones alemanes Hans Woellke y Tilly Fleischer (“con fervor impresionante del Führer”, reseña el estupendo Grantland Rice), a varios fondistas finlandeses… y se había escabullido, so pretexto de evitar el tráfico de salida del Olympiastadion, en el Oeste de Berlín, a sólo unos diez minutos de que le fueran presentados… dos negros estadounidenses que habían dominado el salto de altura: Cornelius Johnson y Dave Albritton, buenos amigos de Owens. A pesar de que tanto Snyder y Gallico como Al Laney (‘Herald Tribune’) repitieron que Hitler no había despreciado para nada a Johnson y Albritton, el conflicto estaba desatado. Aunque…

“Johnson y Albritton se tomaron demasiado tiempo para salir de la ceremonia y el 'jefe' se fue a casa a cenar (…) sencillamente, Adolf se sintió hambriento, en la manera alemana más clásica”, opinó Gallico. Según Al Laney, “no había justificación para buscar un incidente… partiendo de que Hitler había estado en el estadio casi cuatro horas, el programa había terminado y los americanos no avanzaron después de la ceremonia de las medallas hasta después de las siete en punto de la tarde”. Portavoces de la Cancillería del Reich quitaron todo el hierro posible. En cualquier caso, Baillet-Latour no estaba feliz por los hechos. Aparte de todo, el belga que en 1936 ejercía como Señor de los Anillos olímpicos creía, todo con todo, que Hitler había acaparado demasiado protagonismo… al margen de que no podía recibir a uno u otro campeón según su propia conveniencia y agenda: en efecto, y en general, o el Canciller del Reich recibía a todos los campeones, o a ninguno. Hitler, al que los Juegos le importaban menos que los preparativos bélicos para invadir Austria y Polonia, no aceptó de buen grado la regañina de Baillet-Latour: y, en efecto, el Canciller ya no recibió más a ningún campeón en ese palco del Olympiastadion… que aún existe tal cual.

Owens había llegado a Alemania (Hamburgo) a bordo del navío ‘SS Manhattan’, en una turbulenta expedición donde Brundage generó varios famosos incidentes. Entre las exclamaciones de asombro de más de 100.000 espectadores (hoy, 74.475, tras las reformas de 2002-08), Jesse hizo maravillas sobre la pista del Olympiastadion: polvo y cenizas. En las series iniciales de 100 metros lisos, Jesse impuso un nuevo récord mundial: 10,2 manuales. “¿Qué hay de cenar, Paul...? Creo que esto no nos da el oro” dijo esa tarde Owens a Snyder. Pero 'eso' sí alucinó y frustró a Leni Riefenstahl que no había desplegado sus relucientes equipos para esas series de 100… y pasó a llenar de cámaras todos los eventos en que participaba ‘El Antílope de Ébano’, siempre a las órdenes de la pistola de salidas del pintoresco juez o 'starter', el bávaro Franz Miller, que canturreaba: 'Auf Die Platzte', 'Fertig': 'A sus puestos, listos...', antes de que en unos pocos segundos, Owens, suave, ágil torbellino de ébano, marcara un rastro imposible de seguir: y lo hacia llevado por unos pies alados, relampagueantes que se desplazaban e impulsaban con coordinación, ritmo y velocidad no de este mundo.

“Ninguna multitud europea había visto jamás una combinación semejante de velocidad ardiente y suavidad sin esfuerzo (Owens)… era algo como llevado por el viento de una tormenta. Podías oír el coro de exclamaciones de asombro cuando él dejaba a todos sus rivales tan lejos, tan atrás”, narraba, magistral, Grantland Rice.  Todo empezaba a ser retransmitido en Berlín por un naciente, catódico artilugio del demonio: la televisión.

En aquel Berlín hitleriano y wagneriano, repleto de esvásticas ('Hakenkreuz'), que entonaba la 'Horst Wessel Lied', el himno del Partido Nazi, y que Thomas Wolfe describió como con la apariencia de ‘la tienda de batalla de algún gran emperador o un Gran Khan’, Owens selló una amistad imborrable con Carl Ludwig 'Luz' Long, el ario saltador germano: su gran rival en la finalísima de longitud. Long tranquilizó a Jesse en la ronda de calificación para aconsejarle y animarle en busca de un salto que le llevara a la final después de sendos nulos iniciales. "No tienes que forzar el salto, no tienes por qué, sólo atrasa medio metro la batida...". 

Owens hizo caso a Long (que murió en la II Guerra Mundial, en 1943, el Frente del Este), y en la final se colgó el oro con récord olímpico: 8,06 metros. Los cámaras de la directora Riefenstahl -que abroncó a sus hombres- se perdieron aquel salto: y la perfeccionista Leni, con los Juegos terminados, hizo vestirse de atleta a Jesse para recrear el salto ganador del concurso de longitud... que no era récord mundial. El récord, 8,13 metros, del propio Owens en 1935 (sin nada de las técnicas de hoy) iba a permanecer intocable durante 35 años: hasta 1960 (Raph Boston, 8,21 en Walnut; luego, 8,35). 

En aquel mismo Berlín, Owens protestó la controversia -esta sí existió-para retirar del relevo 4x100 de EE UU a los velocistas judíos Marty Glickman y Sam Stoller. Con la complicidad e indudable tolerancia pronazi del implacable Brundage, Foy Draper y Frank Wykoff les 'relevaron' y completaron un fabuloso cuarteto con Ralph Metcalfe y el propio Owens. Los cuatro estadounidenses arrasaron y volaron sobre la ceniza terrosa del Olympiastadion rumbo al oro, con fastuoso crono de 39,8 que se mantendría como récord mundial durante 20 años: hasta los Juegos de Melbourne, en 1956. Después, Glickman fue locutor... de los New York Knicks de la NBA y de los N. Y. Jets de la NFL. Hasta el fin de sus días, en 2001, Marty Glickman estuvo clamando por aquella medalla del relevo de Berlín de la que sentía 'despojado' y que sentía que le 'pertenecía' tanto como a Owens, Metcalfe, Draper y Wykoff. "Yo era parte de aquel equipo", razonaba Glickman.

En el Mundial de Atletismo de 2009, en el mismo Olympiastadion berlinés y a los 73 años de aquellos combates de leyenda en los Juegos de Berlín, Marlene Dortch-Owens, hija de Marlene Owens, nieta de Jesse, compareció en ese mismo Olympiastadion donde su abuelo surgía como ‘algo llevado por el viento de una tormenta’. “Owens aparecía como la oscura estela de un relámpago”, escribió un emocionado Grantland Rice tras la final de 200, que Jesse dominó con un asombro de récord mundial (20,7), en una pista húmeda, casi embarrada y a 18 grados escasos. “Condiciones miserables que dejan a los atletas de 51 naciones con ojos atónitos por la sorpresa”, reflexionaba Rice. Aquel agosto de 2009 en el que Marlene Dortch-Owens se sentó en el palco del Olympiastadion, otro Relámpago, Usain Bolt, siguió los pasos fugaces del imborrable abuelo de Marlene para imponer nuevos récords planetarios en 100 y 200 metros lisos. En ese Mundial, en los uniformes del equipo de EE UU podían leerse las iniciales ‘JO’, recuerdo de Jesse Owens. A Bolt aún le faltó una tercera plusmarca mundial, en 4X100, para igualar a Owens en el mismo Olympiastadion de Berlín... más otra imposible cuarta medalla de oro: la de salto de longitud.

LONG Y 'EL ARTE DEGENERADO'.- En Berlín y en el Olympiastadion, Marlene Dortch-Owens inauguró una calle lateral con el nmbre de su abuelo y se hermanó fraternalmente, con Kai Long, el hijo (parecidísimo) de Carl Ludwig 'Luz', aquel oficial de la Wehrmacht que en 1936 había tranquilizado al gran Jesse Owens en la final olímpica de longitud: tanto se hermanaron Owens y Long... que, tras la II Guerra Mundial, Jesse había regresado a Alemania sólo para conocer a la familia de Long. Esto dijo Marlene Dortch-Owens en aquel Berlín de 2009: “Será emocionante que la relación personal entre las familias continúe directamente conmigo. Mi abuelo resplandecía. Era un ser excepcional”. Tan excepcional… que hasta el 'Reichkanzler' Adolf Hitler, Canciller del Reich, agitó la mano para saludar a James Cleveland Owens, aquel nieto de esclavos de Alabama.

En los años 30, los nazis crearon Exposiciones de 'Arte Degenerado' '(Entartete Kunst')... que incluían,a modo de insulto, obras de bastantes judíos y de otros que no lo eran... o lo eran poco: Vasili Kandinski, Franz Marc, Emil Nolde, Lyonel Feininger, Ernst Barlach, Ernst Ludwig Kirchner, Henri Matisse, Pablo Ruiz Picasso, Max Beckmann... pero es que el propio Hitler hizo sus pinitos como pintor y vendió obras al marchante ¡¡judío!! Samuel Morgenstern. 

Hoy, son la corrección política y los Centros Judíos como @AuschwitzMuseum quienes quieren censurar -y de hecho, censuran- las imágenes de 'solidaridad' y 'hermandad'  de Riefenstahl, Owens y Long... al igual que en repetidas ocasiones se ha pedido la retirada de las esculturas marmóreas de Arno Breker, el llamado 'Escultor del Nazismo', del Olympiapark berlinés en Ortstell-Charlottenburg, junto al Olympiastadion, bajo el pretexto de... 'Arte Degenerado'. Algunos extremistas han llegado incluso a demandar el derribo o abandono del propio Olympiastadion de Berlín... sede del Hertha BSC de la Bundesliga. El inmenso coliseo del antiguo Reichsportsfeld se alza renovado en lo esencial de los materiales, como la nueva pista sintética de atletismo, De 'Mondo', rapidísima, azul turquesa: la de los récords mundiales de Bolt en 100 y 200 metros, en 2009. Pero el colosal Estadio de Charlottenburg, el 'Diamante Azul', continúa intacto en todas sus inscripciones de 1936, en su indudable halo -¿es maléfico, es épico...?-, estructura y grandeza originales. Por cierto, en una de esas inscripciones del Olympiastadion que recuerdan a sus héroes y sus constructores puede leerse aún hoy... "Jesse Owens, 'Amerika', campeón y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1936 en 100, 200, 4x100 metros y salto de longitud". Qué cosas tiene el nuevo 'Arte Degenerado'.