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48 años de polémica: ¿Fue legal el oro olímpico de la URSS ante EE UU en la final de baloncesto de Múnich-72?

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
20/09/2020

Entre la medianoche y la madrugada de Múnich del 9 al 10 de septiembre de 1972, la Selección de baloncesto de la Unión Soviética, dirigida formalmente por Vladimir Kondrashin -aunque edificada y consolidada durante toda la temporada 1971-72 por 'Papa' Alexander Yakóvlevich Gomelski, el técnico de Kronstadt/San Petersburgo- conquistó un histórico y polémico oro olímpico: fue una inopinada -y en apariencia, casi descabellada- victoria ante la Selección de Estados Unidos, 'USA Basketball', en lo que suponía la primera derrota de un equipo olímpico estadounidense de la especialidad desde que el baloncesto llegó a los Juegos Olímpicos: en 1936, en Berlín. Hasta esa final de Múnich, los americanos encadenaban una racha perfecta de 62 triunfos en el baloncesto olímpico: 62-0.

Pero el extraordinario resultado final acabó marcando 51-50 para los soviéticos... después de que se repitieran ¡¡por tres veces!! los tres segundos finales de tiempo que quedaban por jugar en la Basket Ball Halle de Múnich (Karl Diem Stadium en aquellos Juegos del 72, hoy Rudi-Sedimayer-Halle). A aquellos tres dramáticos segundos se arribó con 49-50 a favor de los estadounidenses,en su única ventaja de la final, tras sendos heroicos tiros libres anotados por Doug Collins (en Illinois State, entonces), más tarde jugador de los SeventySixers de Filadelfia... y entrenador de Michael Jordan en los Chicago Bulls de 1986 a 1989. Pero una inconcebible canasta del ya fallecido Alexander 'Sasha' Belov (2,01 metros, ala-pívot del Spartak de Leningrado/San Petersburgo) decretó el triunfo de la URSS, con el primer -y penúltimo, hasta el final de 1988- oro olímpico en baloncesto en toda la historia del deporte soviético.

Pero la polémica y la controversia universales han continuado a través ya de casi cinco décadas porque los jugadores estadounidenses siempre se han negado a recoger a sus medallas de plata -hoy, en un depósito de seguridad del Museo Olímpico de Lausana, tras haber pasado casi 30 años en el Dresdner Bank de Múnich-... y la delegación estadounidense reclamó oficialmente la anulación del resultado y el final del partido con el tanteo que instalaron los tiros libres de Collins. La apelación americana se perdió por una votación de 3-2 en el Jurado de Apelación FIBA, votación decidida por tres votos de tres países entonces en la órbita soviética, Cuba, Hungría, Polonia, contra los dos de Italia y Puerto Rico. El base Kenny Davis, capitán y una de las figuras de aquel equipo americano de universitarios de la NCAA, ha dejado establecida en su testamento la prohibición absoluta para cualquiera de sus descendientes de recoger nunca jamás esa medalla de plata. En la cláusula IX de ese testamento, Davis, establece que, a su muerte, ni su mujer, Rita, ni sus hijos Jill y Bryan, ni ninguno de sus descendientes pidan ni acepten "jamás" 'esa' medalla de plata de los Juegos Olímpicos de 1972.

48 años después -el firmante sólo puede agregar que ha visto el partido entero decenas de veces, junto con su inexplicable, intenso desenlace-... intentaremos aquí establecer la secuencia más imparcial sobre el acontecimiento, su preludio, su secuencia de drama final, acudiendo incluso a testigos de protagonistas y testigos presenciales como el ya fallecido Sérgei Belov, capitán y máximo anotador de la URSS (en el partido y en todo el torneo olímpico)... y Juan Antonio Corbalán, legendario base español que presenció aquella final a pie de pista, una vez que aquella España de Antonio Díaz-Miguel (clasificada para los Juegos en el Preolímpico previo de Augsburgo) hubiera cerrado el torneo en undécima posición. También contarán las opiniones de dos expertos periodistas de baloncesto: Carlos Jiménez Varela (enviado especial del Diario 'AS' a los Juegos de Múnich) y Víctor de la Serna, por aquellos días delegado y estadístico del gran Real Madrid de Pedro Ferrándiz. Lo haremos esquemáticamente.-

PROLEGÓMENOS/PRELUDIO.- En 1972, Gomelski -que nunca se llevó bien con Sérgei Belov, al impedirle su salida final para jugar en el extranjero -Belov relacionaba con el KGB a 'Papa', una especie de institución zarista en el deporte soviético- había pasado a ocupar un puesto ejecutivo en el 'Goskomsport', el Comité Soviético (Olímpico/Ejecutivo) de Deportes. 

Tras un discreto tercer puesto en el Mundial de 1970, en Liubliana (Yugoslavia por entonces), Gomelski había dejado a la Selección soviética en manos de Vladimir Kondrashin, técnico del Spartak de Leningrado. Kondrashin ya hizo a aquella URSS de los dos Belov, Zarmukhamedov, etc... campeona de Europa en 1971, en el Eurobasket de Essen. Desde 1955, cuando Hungría ganó el título europeo en su propio país, en Budapest, la URSS iba a ganar TODOS los Campeonatos de Europa de Baloncesto/'Eurobasket' hasta el de 1973, en Barcelona, cuando (flamante campeona olímpica y aún bajo órdenes de Kondrashin) cayó en la semifinal de Barcelona/Montjuïc por 80-76 ante una España de Díaz-Miguel que aún se parecía bastante a la de Múnich. Y esto fue ya sin Vladimir Andréyev, el vital gigante de 217 centímetros del TSsKA de Moscú, lesionado drásticamente en la espalda.

"Gran jugador, mala persona", solía decir Gomelski de un Sérgei Belov al que 'Papa' acusaba de haber creado mal ambiente en la Selección olímpica soviética de los Juegos moscovitas de 1980 (bronce final para la URSS, ante España)... precisamente por haberse vetado desde el Goskomsport -donde Gomelski manejaba hilos- una buena oferta de salida al exterior (de Italia) para que Belov rematara su ilustre carrera con algún buen dinero. Pero al fin, ¿cómo pudo producirse la hazaña del equipo de Kondrashin y de aquellos jugadores que Sérgei Belov acabó capitaneando en Múnich? De entrada, aquella fortísima, granítica Selección de la URSS había jugado más de 200 partidos como un equipo, como un bloque compacto, entre 1970 y 1972. De hecho, los equipos soviéticos no jugaban Copas de Europa de baloncesto en los años olímpicos... precisamente para preparar los Juegos.

En la final de la Copa de Europa FIBA de 1972, 'la' Ignis de Varese de 'Asa' Nikolic, con Dino Meneghin (21 puntos, once rebotes) y Manuel Raga (20 tantos) como grandes estrellas batió por 70-69 a 'una' Jugoplastika de Split, (Tvrdic, Skansi, Solman...) que había apeado en semifinales al Real Madrid. No había participado el TsSKA, base de la Selección soviética de Múnich -con cinco jugadores, empezando por el propio Sérgei Belov), campeón de Europa en 1969 y 71, finalista en 1970; y mucho menos iba a jugar el Club del Ejército Rojo... con la final como inauguración del entonces flamante recinto del Maccabi, el 'Yad Eliahu', 'Mano de Elías', en Tel Aviv, ciudad proscrita para la Unión Soviética; inclusive, la Selección soviética se había fogueado en la primavera en una gira por EE UU: ante sólidos equipos universitarios. Todo, al dedillo... y con la motivación de la grave enfermedad de un hijo de Kondrashin, al que los jugadores prometieron donar el dinero, en caso de título olímpico, para una eventual operación a vida o muerte

Entretanto, EE UU volvía a contar con una selección universitaria... en la que ya no es que no hubiera profesionales de la NBA -algo entonces prohibídisimo-... es que no había ni siquiera un jugador 'senior' de último año en la NCAA. Vaya: ni uno solo de los jugadores americanos de Múnich-1972 se presentó al 'Draft NBA' de ese año. Un año después, en 1973, seis de ellos -Collins (número uno), Brewer (dos), Ratleff, Bantom y Joyce- aparecerían entre los once primeros del 'Draft' 1973. Y la mayoría firmó sólidas prestaciones en la NBA. Pero 'The Dirty Dozen' de los Juegos de Múnich no eran mucho más que una docena de buenas promesas veinteañeras. Además -algo que jamás le iban a perdonar 'gurús' del baloncesto como Bob Knight- se toparon con la renuncia de Bill Walton, entonces el mejor pívot universitario y gran estrella en la penúltima UCLA campeona de John Wooden. Walton -que tampoco fue al 'Draft' 1972, salió número uno en 1974- adujo consejos médicos que le hacían tomar descanso. Mentía sin rubor, y lo más grave es que todos lo sabían en el baloncesto estadounidense: el gesto de renuncia del 'contracultural' 'hippy' que Walton quería ser y luego no lo fue tanto.. era sólo pura protesta de fachada contra el 'establishment' americano y la Guerra de Vietnam, que hervía y tronaba en el Sudeste asiático.

Así, tampoco había en el equipo de Estados Unidos ni un solo jugador de los ases de UCLA y de Florida State que disputaron la Final NCAA de aquel 1972, con 81-76 y título para la UCLA de Wooden, de Walton, Jamaal Wilkes, Henry Bibby... los 'doce' de Múnich iban a vérselas con los 'adoquines' de Kondrashin -que relampagueaban en clase de la mano de Sérgei Belov- bajo las órdenes de un buen técnico, pero ya algo anticuado y que no sabía bien lo que se le venía encima: Henry 'Hank' Iba, de Oklahoma State... y seleccionador campeón olímpico con los (universitarios) estadounidenses en 1964 y 68. Lo mejor que tenía Iba en su banquillo de Munich era un 'asistant coach' como Johnny Bach, más tarde uno de los mejores ayudantes de Phil Jackson en la época dorada de los Chicago Bulls. Pero en 1972, entre Vietnam, la renuncia  y la determinación soviética... Iba no tenía claro lo que se le venía encima. Nada claro. La Selección de todas las Rusias. Una roca. 

Esto nos contó el periodista Carlos Jiménez, presente en Múnich y que falta entre nosotros ya hace casi dos décadas: "Tan seguros estaban los americanos de ganar el oro, que a los Juegos de 1972 enviaron a un Hank Iba ya muy veterano al frente de un grupo bastante discretito... Motivos tenían más que sobrados para el optimismo. Desde el debut del baloncesto en Berlín habían discurrido siete ediciones de los Juegos y en todas ellas se habían llevado la medalla de oro. Antes de que llegase el 10 de septiembre de 1972, los estadounidenses habían disputado 62 partidos olímpicos sin conocer la derrota. Ya en Múnich, los de Iba habían probado que sus rivales estaban muy por debajo, especialmente en la faceta que cuidaba más el entrenador: la defensa y el juego controlado. En momentos de tanteadores bastante altos, los universitarios americanos dejaban a sus adversarios en anotaciones raquíticas. Checoslovaquia, su primer rival realmente fuerte, no pasó de los 35 puntos: 12 en el descanso..."

..."Pero quienes seguíamos el torneo en la Sala Karl Diem... empezamos a notar síntomas de debilidad. Brasil tenía un equipo bueno, pero sin excesos, mezcla de veteranos y jóvenes, con Mosquito, Helio Rubens, Marquinho y el incansable Ubiratán como hombres más destacados. Este equipo brasileño, que no pasaría de la séptima plaza final, iba empatado con los estadounidenses en la primera parte y vendieron cara una derrota por sólo siete puntos: 61-54.  Poca anotación que Iba y los suyos trataban de hacer valer gracias a la incansable presión a toda pista. Cuando se enfrentaron con España, tras el susto brasileño, los americanos seguían sin mejorar mucho, y el cansado (tras el reciente Preolímpico) conjunto que entrenaba Díaz-Miguel aguantó toda la primera parte (31-30) antes de rendirse por un discreto 72-56 para los 'yankees', con 14 puntos y seis rebotes de Rafa Rullán. Mike Bantom logró once tantos y siete rechaces para los estadounidenses, con España rumbo a ese puesto 11. El cruce de semifinales les enfrentó a los italianos que dirigía Giancarlo Primo, un pelmazo del baloncesto, también amante de la defensa, que solía unir pases sin demasiado sentido a un ataque lento y premioso. Los americanos defendían mucho y seleccionaban el tiro con cuidado; los 'azzurri', sencillamente aburrían a las ovejas. El partido lo ganaron los americanos con holgura: 68-38 (36-16 en el descanso), ante un equipo con Marzorati, Meneghin, Bariviera, Zanatta y Masini del que apenas se exprimían unas gotas de la calidad que le sobraba". 

Por su parte, y en el Grupo B, los soviéticos arrollaron en la fase previa de grupos; sólo tuvieron algún problema ante la Yugoslavia del gran Kresimir Cosic (74-67, 21 puntos de Cosic... 22 de Sérgei Belov), y en la semifinal se desembarazaron de la Cuba de Pedro Chappé (20 puntos), Urgellés, Ruperto y Tomás Herrera (medalla de bronce ante Italia, 66-65)... por un 67-61 algo engañoso para los de Kondrashin: la victoria de la URSS nunca peligró, gracias al sólido trabajo de Sérgei Belov (16 puntos), Alshan Zarmukhamedov (15) y... Alexander Belov: 14 tantos.

LOS HECHOS/LA FINAL.- Así planteada la final, no podría parecer extraño que al descanso de la gran final se llegara con 26-21 para la URSS, en un recinto -el entonces Karl Diem Stadium- abarrotado por 6.000 espectadores, "donde habría entrado el doble de público, de haberse dispuesto de entradas", según el relato de Carlos Jiménez, quien agrega: "Y así funcionaban los dos rivales, que se mantuvieron machaconamente, inasequibles al desaliento. En el descanso ganaban los soviéticos por 26-21, un marcador tan escuálido que se nos antojaba (y se nos antoja aún) indigno de una final olímpica seria. Discurrían los minutos y los americanos no lograban dar caza a sus rivales que, a diez minutos del final, habían acumulado diez puntos de ventaja. Y cinco canastas eran un derroche dada la pobreza encestadora que había en la cancha. De cualquier forma, los soviéticos empezaron a asustarse de su osadía mientras los americanos, enrabietados, apretaban los dientes en defensa y buscaban la canasta con alguna mayor celeridad". 

Con un extraño sistema de señalización de treinta segundos, instalado sólo bajo los soportes de cada cesta, a base de bombillas verdes... y rojas cada cinco segundos, ya dentro de los últimos quince de la posesión de 30... el margen soviético se recortaba sin cesar mientras la URSS insistía en su juego duro, físico y sus sistemas de ataque de siempre, como el archisabido 'ocho'. En ese momento, más que por los jugadores estadounidenses que por decisión de Iba, Estados Unidos empezó a galopar. Años más tarde, Tom Henderson (nueve puntos para EE UU en la final y ¡¡máximo anotador de ella con esa suma!!, ex aequo con Jim Brewer) iba a culpar del fiasco al propio Iba. De este modo: "Si Iba nos hubiera dejado correr antes, les hubiésemos llevado corriendo hasta Rusia. Ahora, mi medalla de oro está en el cuello de algún ruso".

Así las cosas, dentro de un dramático, agónico útimo minuto, y con posesión aparentemente definitiva para la URSS, que ganaba por 49-48 a falta de 27 segundos y retenía el balón como podía a base de pases y 'ochos'... un buen tapón de Tom McMillen (luego, diez años en la NBA; después, congresista por el Partido Demócrata; buen jugador en Knicks, Hawks, Washington... Bolonia), un taponazo de McMillen a Alexander Belov cortocircuitó el paleolítico 'passing game' soviético. Con Dwight Jones y Mikhail Korkia expulsados por agresión mutua, Jim Brewer fuera del partido... y sólo a falta de tres segundos, el base-escolta Doug Collins, entonces en Illinois State, luego jugador en la NBA, y después entrenador de Michael Jordan en los Chicago Bulls, reventó la línea de pase de la URSS... y encestó dos tiros libres que sellaban el 50-49 para EE UU: primera ventaja estadounidense en toda la final. Collins anotó tras robo de balón a la URSS, contragolpe en transición... y brutal falta del georgiano Zurab Sakandelidze (Dinamo Tiflis), hoy ya fallecido. Recordó Doug, años después: "Casi me desmayé por la caída. Pero cuando escuché al 'Coach' Hank Iba decir 'si Doug puede andar, él será quien tire esos tiros' no dudé, fui y los tiré como si estuviera en el patio de mi casa". Tras los tiros libres, con 49-50 para EE UU, llegó el primer saque: de fondo, de Zarmukhamedov a Sérgei Belov el reloj corrió dos segundos, se detuvo en uno, Belov paró el balón... y llegó el 'aparente' final. Pero había sonado la sirena de la mesa de anotación -dirigida por el alemán Hans Tenschert y con un tal Joseph Blatter como... cronometrador-... justo cuando Collins armaba el brazo para lanzar el segundo, agónico tiro desde 'la línea de la misericordia'. Sérgei no había parado por parar, sino por un tumultuoso estrépito...

Tras los tiros de Collins, y con 49-50 para Estados Unidos... se había desatado el pandemónium. Irrumpió en la pista, al asalto, el equipo de técnicos soviéticos: dirigidos por Vladimir Kondrashin y su ayudante Sérgei Bashkin. Había un segundo de tiempo remanente en el marcador electrónico de la Sala: Kondrashin y Bashkin reclamaban un tiempo muerto, 'time out' de la URSS; pedido por el propio Bashkin (con un  botón desde el banquillo a la mesa de anotadores) antes de los tiros libres de Collins: de hecho, la bocina de la mesa había sonado durante el segundo tiro libre de Doug. Y entonces...

EL DESENLACE MÁS INCREÍBLE.- El recuerdo de Carlos Jiménez; "Yo estaba allí y, por una especie de rara intuición, mis ojos se dirigieron en aquellos instantes hacia la esquina de la cancha donde estaba la pequeña mesa y las tres sillas que ocupaban Renato William Jones, el Secretario General de la FIBA, y un par de federativos. El Secretario General había seguido desde allí el desarrollo completo de la final y en aquel instante de caos se limitó a extender ante sí su mano diestra con los dedos pulgar, índice y corazón bien estirados, en el símbolo inequívoco del tres".Así, y a instancia directa del propio Secretario General Renato William Jones (británico, nacido en Roma), la mesa de control de Tenschert y Blatter anuló el final del partido, inicialmente decretado por la sirena del marcador electrónico. El árbitro principal, el brasileño Renato Righetto, no quería dar el 'tiempo muerto' a los soviético. Ahí estalló la polémica que ya dura cinco décadas: tras el tiempo de Kondrashin, 'decretado' por William Jones .pero no oficialmente reconocido, ni siquiera en acta-, la URSS cambió al filiforme ala-pívot Alshan Zarmukhamedov por el base-escolta Ivan Edeshko, también del TsSKA; buen pasador, listo, con visión de juego: 'campimetría'. 

La pétrea Selección de Kondrashin volvió a sacar de fondo. Ya se buscaba un pase largo en 'lob' de Edeshko a Alexander Belov. Pero, molestado por los larguísimos brazos de McMillen, Edeshko sólo pudo hallar al lituano Modestas Paulauskas: quien volvió a perder el balón con un pase a la nada, que Alexander Belov, a la desesperada, sólo pudo rozar con la yema de los dedos... pero siempre con un teórico, solitario segundo como tiempo de juego. Era lo que Arabadjian decía. Pero ahora, otro problema era que en el 'conteo' tras el primer saque, el marcador no había llegado al '00.00', se había detenido en '00.50'. Entonces, la mesa, con Renato William Jones, Secretario General de la FIBA, ya interviniendo en el equipo de jueces a través del Delegado de la Instalación, Peter Scheissel, y de Edmond Bigot, del Servicio Técnico de FIBA, contactó con los técnicos de 'Longines', el servicio cronometrador oficial, y avisó que el marcador no se había 'reseteado': tocaba jugar los tres segundos que de verdad quedaban... cuando la Selección de Estados Unidos y de Iba ya estaba celebrando jubilosamente la victoria y el oro en el centro del Karl Diem Stadium.

En pleno caos, los americanos accedieron por las malas al requerimiento de mesa y árbitros (el búlgaro Artenik Arabadjian y el brasileño Righetto), cuando algunos de ellos, como el propio John Bach, aconsejaban irse a vestuarios. Pero Henry 'Hank' Iba dijo: "No quería haber ganado el partido y que después, en el vestuario, alguien me dijera entre el champán y sentado sobre mi culo que en realidad habíamos perdido la final". En efecto, Jones amenazó con una descalificación sumaria a los estadounidenses, si éstos se iban. Pero en realidad (y así lo admitiría años después el propio William Jones al propio Righetto, que firmó el acta 'bajo protesta'), el Secretario General de la FIBA nunca podría prevenir el 'shock' final que iba a estallar sobre el Stadium...

SASHA BELOV.- Ahí, con los tres segundos y el marcador 'reseteados', ahí sí vino el milimétrico pase en 'lob' o globo largo, casi como de béisbol, de Edeshko -pisando la línea de fondo con el pie izquierdo y con McMillen y sus brazos de aspa alejados por el árbitro búlgaro Arabadjian- a Alexander Belov: 201 centimetros de altura. Ya dentro de la zona americana -en 'tres segundos'- Belov se hizo sitio y, quizá cometiendo 'pasos'. anotó un tirito corto a tablero entre Jim Forbes (2,03) y Kevin Joyce (1,91), que habían caído ante 'Sasha' Belov casi por su propio impulso­: fue el 51-50 para la URSS, el júbilo explosivo de los soviéticos y las lágrimas de los universitarios americanos. El árbitro búlgaro Arabadjian (al que los americanos llamaron literalmente 'bandido de Sierra Morena') murió en 2017... cuando ya vivía en Nueva York: "Dejamos entrar a ese bastardo aquí, con nosotros Dios mío, si es que perdonamos a todo el mundo", se lamentaba aún en 2012 Bob Paul, jefe de Prensa de la selección estadounidense en 1972. 

Para Carlos Jiménez... "Frente a Edeshko se colocó Tom McMillen, moviendo sus brazos como aspas. Uno de los árbitros (Arabadjian) le indicó que tenía que separarse de la línea de fondo y el jugador, en lugar de hacerlo, cometió un fallo imperdonable: dejó totalmente libre al ruso mientras corría a su zona vaya usted a saber por qué.

Edeshko tenía así suficiente campo de visión para hallar un destinatario de su pase. Y vio al pívot Alexander Belov, casi junto a la línea de tiros libres opuesta... Edeshko tenía que lanzar muy lejos el balón y lo hizo ayudándose con una corta carrerilla. Si tienen ocasión de ver la película que se conserva de aquellos instantes, con unos colores desvaídos, pero una imagen muy clara, podrán observar que Edeshko pisaba claramente la línea en el saque... El balón por el aire, Alexander Belov que salta con fuerza y sus marcadores, Forbes y Joyce, inoperantes. Unos opinan que desplazados por un empujón del jugador ruso; otros creen que estaban demasiado asustados como para reaccionar y se emplearon con absurda timidez. Mi opinión: con los nervios chocaron entre sí. El caso es que el rubio pívot soviético se hizo con el balón y se volvió hacia el aro. Una zancada, dos zancadas, tres zancadas... Los mayores diríamos 'cámino' (así, con acento en la 'a') y los más jóvenes, 'pasos'. Los árbitros podían haber hablado con su silbato, pero permanecieron mudos, superados también por los acontecimientos. Belov atinó con la canasta de Estados Unidos en un tiro cortito a tablero mientras sonaba la bocina y el marcador cambiaba a un definitivo 'URSS, 51; USA, 50".

"Nunca aceptaremos esa medalla", repite Doug Collins... a quien el 'Redeem Team' de 2008 sí dedicó su propio oro en Pekín, ante la mejor España. En 1978 falleció oscuramente -de un extraño cáncer- Aleksánder 'Sasha' Belov (nada que ver con Sergei; 'Sasha' era de San Petersburgo/Leningrado). El gran héroe soviético  de Múnich... ¿fue represaliado por el KGB a causa de oscuros 'contrabandos'?... o simplemente falleció por un 'angiosarcoma' que ya medio se le declaró en 1972 según la película 'Going Vertical'...? Los campeones de todas las Rusias (de los que hoy sólo viven cuatro: el 'disidente' lituano Modestas Paulaskas, Zarmukhamedov, Edeshko y el ucraniano Polivoda, que se niega por sistema a viajar a Moscú, aduciendo... 'nunca más me veré ni hablaré con ningún ruso')... fueron declarados Héroes de la URSS. De los estadounidenses sólo ha muerto uno, en 2016: el excelente jugador que fue Dwight Jones.

Ellos, los entonces soviéticos, vivieron los Juegos en una casa alquilada, fuera de la Villa. En aquella 'Casa Rusia', una cristiana limpiadora alemana intentó hacer creer en Dios a gente como Kondrashin (que necesitaba el dinero de la prima para operar a ese hijo discapacitado e impedido, en silla de ruedas)... Sergei y Alexander Belov o el filiforme Zarmukhamedov. Ellos, los soviéticos, dijeron que, para empezar, necesitarían 'un signo divino'. La mujer, la limpiadora alemana les prometió que tendrían ese signo del Cielo. Lo tuvieron. Aunque tal vez, y como quizá hubiera dicho el 'Padrecito' Don José Stalin, el mejor signo divino para la URSS en Múnich llegó de las manos de los dos Belov: aquella milagrosa, memorable canasta final de Aleksánder.(ocho puntos y ocho rebotes totales).. y los 20 puntos del gran capitán Sérgei Aleksándrovich Belov sobre los 51 tantos totales de la Unión Soviética.

RECLAMACIONES Y REACCIONES: CORBALÁN, BELOV...- Tras firmar el acta el capitán estadounidense, Kenny Davis, el acta bajo protesta, 'Protest' (al igual que Righettto), la reclamación final de EE UU, firmada por el Delegado Herbert Mols y, esencialmente, por Bill Summers, 'Manager' de la Selección de 'USA Basketball' y miembro del USOC (Comité Olímpico de EE UU) en representación del baloncesto, insistía en estos puntos para anular la canasta definitiva de Sasha Belov y el 51-50 final: A) Los propios árbitros, Righetto y Arabadjian, dieron por terminado el juego después del primer saque de Edeshko, SEGUNDO tras los tiros libres de Collins. B) El 'tiempo muerto' de la URSS nunca fue validado oficialmente: ni por los árbitros, ni en el acta del partido; sólo se hizo a instancia de R. William Jones y, para más inri, la URSS introdujo un cambio vital durante el tiempo de parón, más de un minuto: el buen pasador Edeshko por el ala-pívot Zarmukhamedov. C) Aunque Arabadjian afirmó que en el SEGUNDO saque, primero de Edeshko, sólo creía que hubiera un segundo por jugar... estaba claro que habían pasado al menos tres segundos entre los pases de Edeshko, Paulauskas y el toque final de A. Belov. D) Mr. Edeshko pisó la raya claramente en el último y definitivo saque de fondo, con el pie izquierdo: cuando Sasha Belov ya está claramente dentro de la zona estadounidense. Si sólo quedaban tres segundos por jugar y el partido termina justo con la canasta de Belov... estaba claro que Alexander Belov había cometido -además de 'pasos', según la apelación estadounidense, una infracción de 'tres segundos en zona'. Como ya hemos referido, EE UU perdió la Apelación por 3-2 ante los poderes -entonces prosovíéticos- de Cuba, Hungria y Polonia.

Juan Antonio Corbalán, 177 veces internacional con España y uno de los bases de la Selección de Díaz-Miguel en aquellos trágicos Juegos de Múnich, los de 'Septiembre Negro', recordó así los acontecimientos del Karl Diem Stadium, en la madrugada del 10 de septiembre de 1972. Él los vivió a pie de pista, cuando aún era... 'Juanito', en la misma pista de la Basket Ball Halle donde 'su' Real Madrid ganó la Copa de Europa de 1978 al Girgi de Varese, antigua 'Ignis': con Meneghin, Morse y compañía. Estos son los recuerdos del doctor Corbalán, aquel maravilloso base, hoy especialista en Cardiología en Madrid... sobre la finalísima de Múnich... "Yo estaba debajo de la canasta, porque entonces tenías un pase y pillabas lo que pillabas y a veces no pillabas nada porque estaba todo vendido, lo que sea, y yo me quedé con un grupo de fotógrafos debajo de la canasta donde Alexander Belov acabaría metiendo la última canasta... Las tres repeticiones fueron justas y se tuvieron que hacer, y fueron la razón por la que ganaron los rusos, cuando a los americanos nunca les había ganado nadie... Los americanos se tiraron a celebrarlo, pero, claro, había que repetir. Entonces se repitió... uno de los árbitros, era un brasileño que se llamaba Righetto, y estaba con Edeshko debajo de la otra canasta, en la que estaba yo, con el balón esperando, y entonces ahí pasó al revés: en lugar de que la mesa diera el bocinazo antes de tiempo, ahora fue que la mesa le hizo la seña al otro árbitro que estaba al lado de la mesa, le dijo 'dale', y éste, Righetto, estaba distraído y se quedó con el balón en la mano. Y entonces Edeshko le trincó el balón y también sacó medio tarde, con lo cual se repitió otra vez. Fue un cúmulo de errores entre la mesa y los árbitros. Y a la tercera repetición es cuando sucede la famosa canasta de los rusos. Y es verdad que el único momento en que el balón salió con el tiempo correcto de la mano de Edeshko atravesó todo el campo, y es curioso, porque en el salto, si os fijáis, salta Alexander Belov, que era un armario, y saltan dos americanos brincadores acojonantes, tres a por un balón, pero él que lo trinca, lo coge.... y los otros es como si hicieran 'Pum' y se cayeron, y se quedó tan solo que le dio tiempo a botar... creo que botó el balón una vez, y metió la canasta. Que creo que no la metió para abajo, no machacó, la dejó suavemente.  O sea que aquello para mí deportivamente fue justo porque las tres repeticiones fueron inapelables. Fue justo, aunque los americanos siempre piensan que fue un robo, y de hecho no fueron a recoger la medalla de plata". El periodista Víctor de la Serna, entonces en el 'staff' de Pedro Ferrándiz, en la sección del Real Madrid, coincide con Corbalán y afirma: "Los soviéticos tenían la razón'.

En julio de 2002, en vísperas del Mundial FIBA de Indianapolis (donde España acabó quinta), Sérgei Belov, fallecido en 2013, reflexionó esto al aquí firmante, con traducción del lituano Valdemaras Homicius, otro campeón olímpico (con la URSS) en 1988: "Llevo 30 años diciendo lo mismo: no tengo una sola duda de que el resultado de nuestra final de 1972 en Múnich ante EE UU fue totalmente legal. La gente recuerda las discusiones del final, pero no que nosotros, la URSS, siempre fuimos delante durante el partido. Lo que pasó al final fue malo, porque empañó nuestro triunfo, que era merecido. Pero, de haberse tomado otra decisión, se habría tratado de algo irregular. ¿Un robo? Eso es lo que dicen los americanos, que no quisieron sus medallas de plata: pero el triunfo de ellos, en condiciones injustas hubiera generado algo peor, un campeón olímpico indigno... El cambio de sistema, la 'perestroika' y la desaparición de la Unión Soviética hundieron no sólo al baloncesto, sino a todo el deporte de Rusia. El nuevo sistema no sólo no funcionó, sino que desactivó lo que iba bien. Todo funcionaba y toda esa estructura se vino abajo. No creo que se pueda regresar a mis tiempos". No hay que dar explicaciones, pero jugar en el TSSKA/CSKA era lo máximo que había en Rusia y en la URSS. Y la única manera de recibir un sueldo por jugar y entrenarse era con un despacho de oficial del Ejército".

Siberiano de Tomsk, Sérgei Aleksándrovich Belov, 'Sérgei Belov' (190 centímetros de altura) vivió entre 1944-2013. Le contemplan 15 medallas internacionales con la Unión Soviética, entre ellas el oro olímpico de 1972. Fue dos veces Campeón del Mundo, otras cuatro campeón de Europa, plusmarquista de internacionalidades absolutas con la URSS (217 en total, 'Héroe de la Unión Soviética')...), dos veces campeón de Europa de clubes con el TSsKA/CSKA de Moscú (en cuatro finales, en tres de ellas... Mejor Jugador de la Final) y récord de medallas en Campeonatos Mundiales: cuatro, junto con los brasileños Amaury, Ubiratán, Wlamir, los yugoslavos Kresimir Cosic y Drazen Dalipagic. Además, Sérgei Belov también posee el récord de medallas en los Campeonatos de Europa/Eurobasket, junto con el propio Kresimir Cosic (croata, mormón de Brigham Young, fallecido en 1995) y con Pau Gasol: siete medallas continentales para cada uno de este trío. Nada puede ser más merecido que el sobrenombre con que se conocía a Sérgei Belov: el 'Jerry West soviético'. 

Una película sobre la celebérrima final arrasó en las taquillas cinematográficas de Rusia en el invierno de 2017-18: 'Tres segundos'. En inglés, 'Going Vertical'. El título original ruso, 'Dvizhenie vverkh': 'Moverse hacia arriba', dirigida por Anton Megerdichev. Alexandra Ovchinnikova, exbaloncestista internacional con la URSS y viuda de Alexander Belov, la consideró 'un fraude': "No hay ni una onza de verdad... insertan incluso canastas de arriba hacia abajo, que en aquella época no se veían... los actores lo hacen muy bien, no es su culpa, pero yo no veía allí a Sasha, 'mi' Sasha. Él nunca estuvo enfermo durante los Juegos de Múnich. Ganó el oro para nuestro país, eso fue todo: y ahora sólo le quieren envuelto en polémicas. No quiero que los productores de esa película nos usen más... ni a él... ni a nuestra familia". Sin embargo, Zarmukhamedov sí alabó la película y declaró 'haber llorado' en la proyección de preestreno a la que asistió, junto a Edeshko. Modestas Paulauskas la vio... en Vilnius, Lituania. Zarmukhamedov admitió que se veían obligados a 'contrabandear' por esos mundos caviar y lo que podían... 'porque nos daban un dinero diario equivalente a 2,50 dólares, eso era lo que había'. Polivoda ni quiso ver a sus antiguos compañeros. Esta es la historia. Pero la polémica sobre la final de Múnich... parece destinada a vivir para siempre. Es la controversia, grande y olímpica, que enlaza eternamente a los Estados Unidos de América con la Unión Soviética: la Madre de todas las Rusias.