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Historias Olímpicas (II): Casi 18.000 millones de dólares impiden la suspensión de unos Juegos sin Phelps, Nadal, Federer, Carolina Marín...

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
24/07/2021

Sólo una ruina económica que se hubiera cifrado en un total aproximado de casi 18.000 millones de dólares estadounidenses (algo más de 15.000 millones de euros), todo incluido, ha impedido la suspensión o postergamiento -¿definitivo, 'for good'?- de los Juegos de Verano de la XXXII Olimpiada de la Era Moderna: actualmente en curso, en Tokio, desde este pasado viernes 23 de julio al domingo 8 de agosto de 2021. Los Juegos se celebran en Shinjuku City, Tokio, Japón, con eje más o menos exacto en el mismo cubículo del Estadio Nacional u Olímpico ('Kokuritsu Kasumigaoka') de la misma Shinjuku City que entre el 10 y el 24 octubre de 1964 albergó los Juegos de la XVIII Olimpiada. 

A estas alturas, cabe afirmar con total seguridad que los segundos Juegos de Tokio se celebran sola y exclusivamente por la barbaridad de costes y déficits variados que su anulación hubiese supuesto. Desglosemos: el Comité Olímpico Internacional (CIO) habría visto saltar en pedazos el costosísimo contrato que en la primavera de 2015 suscribió con Discovery Communications (compañía propietaria de Eurosport) por un valor -entonces- de 1.300 millones de euros, que subieron hasta 1.800 millones con la posterior incorporacion de Rusia. El contrato incluyó los derechos para televisión y todo tipo de plataformas digitales de los Juegos Olímpicos de Pieonchang 2018 (invierno), Tokio 2020/21 (verano), Pekín 2022 (Invierno) y París 2024: verano. El acuerdo también cubría las emisiones gratuitas, la televisión de pago, las transmisiones en línea y las imágenes para móviles, con audiencia potencial de 700 millones de personas. Entonces, en 2015, el alemán Thomas Bach, presidente del CIO, insistió en “la cobertura televisiva extensiva y gratuita de los Juegos Olímpicos en todos los territorios”, con un mínimo de 200 horas de emisión libre en los Juegos de Verano y 100 en los Juegos de Invierno. Para Francia y Gran Bretaña, el contrato sólo gestionó los eventos de 2022 y 2024, dado que ambos países ya tenían firmados los derechos de 2018 y 2020.

Como vicepresidente -entonces- del CIO y miembro de su Comisión Ejecutiva, Juan Antonio Samaranch Salisachs (hijo de Juan Antonio Samaranch Torelló, recordado expresidente del CIO), negoció en persona aquel contrato de 2015. Samaranch Salisachs afirmó al aqui firmante: "Por la ley española y por la Carta Olímpica, el contrato mantiene como obligatoria la difusión en abierto de los deportes y pruebas de interés general, con lo que se mantiene el valor de la señal en abierto. Este siempre ha sido a toda costa el planteamiento del Comité Olímpico Internacional". 

En su momento, el propio Samaranch Salisachs -de proyección como hasta... para eventual presidencia del CIO- valoró: "Todo puede variar en relación a los países: en España cabría valorar más a la Selección de baloncesto e incluso el bádminton, con Carolina Marín. Pero en 2020, los japoneses y quizá EE UU estarán seguramente más interesados en el béisbol, que regresa a los Juegos.... también, unos 100 metros con Usain Bolt sí interesan a todo el mundo. En todo caso, el ‘interés general’ habrá que determinarlo en negociaciones con los ministerios correspondientes. Lo que no se decida como 'de interés general' quedará al alcance por señal digital, completa. Vamos a proporcionar a quien lo desee toda la señal de cada uno de los eventos y para ello nos fiamos de la capacidad de Discovery. Se tendrá acceso por móviles, plataformas, tablets.... y con suscripciones, claro". Repárese solamente en dos nombres que en 2015 adelantaba Samaranch como esenciales: Carolina Marín y Usain Bolt. Obviamente, ninguno de ellos va a pisar los recintos/pistas de Tokio.

Dejando atrás la cifra final del megacontrato televisivo (1.800 millones de euros, recuérdese), ahora cabe sumar los 12.800 millones de dólares -casi 11.000 millones de euros- que el Comité Organizador (presidido por Yasuhiro Yamashita, judoca campeón olímpico en 1984, en Los Angeles, en 'Open'), con la ciudad de Tokio y el Gobierno de Japón han asumido en una nueva renovación/transformación de la capital del Japón. Yamashita (Yamato, 1957) aterrizó en su cargo con un botín de cuatro títulos mundiales de judo entre 1979 y 1983 (+95 kilos y 'Open')... además del oro olímpico en categoría 'Open' en 1984, en Los Ángeles. 

"Los Juegos de 1964 resultaron importantísimos para la transformación urbana de Tokio y para la transformación vital de Japón como país, del mismo modo que éstos Juegos de ahora lanzan al país de lleno dentro del Siglo XXI", reflexiona el propio Samaranch Salisachs. Y añádanse a las cifras anteriores... los entre 2.500 y 3.000 millones de dólares (al fin, en torno a unos 2.550 millones de euros) que, en pago de seguros de todo tipo, se hubieran tenido que desembolsar en caso de la cancelación de los Juegos, según informan fuentes tan solventes como 'Bloomberg Intelligence'. Encima, y sálvese quien pueda... los seguros no pensaron, mayoritariamente, en una cancelación por razones sanitarias de epidemia masiva o similares. Se fueron más a problemas gubernamentales relacionados con las instalaciones. O problemas, inclusive, derivados de terremotos, maremotos, etc. En conteo sumario de todas las cantidades, salen en definitiva los casi 18.000 millones de dólares o los más de 15.000 millones de euros como brutal peaje aproximado por la eventual cancelación... que al fin no se produjo. Eso sí, y como es sabido: se vetó todo tipo de público exterior y se colocó en 'burbujas' casi herméticas a deportistas y periodistas extranjeros. 

Este 'anticlimax' ha ido generando las ya consabidas renuncias -Nadal, Shapovalov, Federer, LeBron James...- y ha provocado situaciones delirantes, como a los periodistas recluidos y aislados 'por decreto' en hoteles, con doble test diario de saliva o PCRs, más siete horas de esperas por trámites burocráticos en colas en el Aeropuerto de Narita y advertencias y psicosis más o menos leoninas. Eso, con horario totalmente disparatado, siete horas por delante de la mayoría de Europa Occidental/España. Alguien medianamente sensato no debería ir allí a competir o trabajar por ningún concepto lógico. Perdone, 'Sorry': si yo voy a trabajar o competir no veo por qué antes debo de ascender al K2 y sin oxígeno. 'Arigató'. 'Thanks but no, thanks'. 'Gracias pero no, gracias'.

Pese a todo, cuando el público japonés empezó a reaccionar más o menos mayoritariamente contra la inminente celebración de los Juegos, hace unas pocas semanas... se planteó incluso el boicot de las respectivas visitas a Hiroshima a Nagasaki ('ciudades mártires' de las bombas atómicas estadounidenses de 1945), del propio Thomas Bach y de su actual vicepresidente, John Coates, presidente del Comité Olímpico Australiano. La semana pasada, los dos gerifaltes de los cinco aros olímpicos, Bach y Coates, fueron objetos de agridulces' -eufemismo por 'hostiles'- recibimientos en las 'ciudades mártires', Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades reducidas a cenizas en 1945 por la llamada 'Civilización Occidental'. 

Al final de todo y pese a los llamamientos de diferentes organizaciones cívicas japonesas... 'Olympics Go Home, Bach Go Home'... los Juegos han salido adelante en el terrorífico, denso y ominoso calor húmedo de Tokio que, llegadas estas fechas, se convierte como en un gigantesco tazón de caldo de puchero, con temperaturas en la zona de los 30 grados centigrados... y, lo peor, una gelatinosa humedad relativa en torno al 90%. 'Blade Runner'. Como señalan gráficamente ciertos literarios compañeros... 'tú y tu ropa os convertís, todo junto, en una sopa o mermelada húmeda'.

1964-2021. 'KOKURITSU KASUMIGAOKA': Y MEDALLAS.- De aquel 'Kokuritsu Kasumigaoka', el Estadio Olímpico de 1964, no quedan mucho más que el recuerdo y el solar. El 'Kokuritsu Kasumigaoka' de los Juegos de la XVIII Olimpiada ha sido objeto de una alucinante, futurista reconstrucción completa (a cargo del arquitecto Kengo Kuma y por valor de 1.380 millones de euros, sólo este recinto), con estreno universal en la Copa Mundial de Rugby de 2019. La reconstrucción le hace firmar al Estadio entre 68.000 y 80.016 espectadores (capacidad de atletismo a fútbol), desde aquellas remotas 57.363 plazas del recinto existente en 1964. Aquel imperial Estadio fue una de las obras maestras, modernistas y estructuralistas, del catedrático Kenzo Tange: obra maestra... demolida formalmente en 2015. Y todo... para que el 'Kokuritsu Kasumigaoka' de Kengo Kuma... se vea a solas en los Juegos: mustio collado, sin espectadores. Triste destino. 

De aquel 1964, Mariko Nagai, de Sendai, intérprete en el Centro Olímpico 'Yoyogi' de Natación, recuerda hoy que "muchísima gente ordinaria en Japón no estaba acostumbrada por entonces a ver extranjeros por las calles; les parecía inusual y extraordinario que pudieran verse rodeados por tantos no-japoneses en las calles de Tokio. Era un sentimiento muy especial". 57 años después de aquellas sensaciones tan 'especiales', en estos días habita y anida entre los escaldados hijos del Sol Naciente otro tipo de sentimiento, bien peculiar, ante la familia olímpica, participantes, directivos, periodistas, etc: se indignan. Y cuando los japoneses se indignan... dicen 'Banzai'. O ponen rumbo a Pearl Harbor con la Flota Imperial y con el 'Tora, tora, tora' por consigna suprema.

A aquellos brillantes Juegos de 1964 concurrió España con 53 deportistas... que no ganaron medalla alguna. No es que aquello, en aquellos tiempos, tuviera mucho de particular: los 124 españoles que fueron a los célebres Juegos de México-68, cuatro años después, también regresaron con cero (0) medallas, descontando las ganadas por los tenistas Manuel Santana y Manuel Orantes, cuando el tenis era... deporte de exhibición. 

Y los 123 olímpicos españoles de los Juegos de Múnich, en 1972 (incluido el entonces 'Príncipe de España', Juan Carlos de Borbón y Borbón, en vela, en Kiel), sólo tocaron una: el bronce del boxeador minimosca asturiano Enrique Rodríguez Cal, 'Dacal II', único español en un podio muniqués tras la descalificación por dopaje (coramina) del ciclista conquense/catalán Jaime Huélamo, ya fallecido. "Samaranch, estoy preocupado con la participación de nuestro 'Juanito' en las competiciones de vela. Dígame, por favor... ¿está seguro de que no hará el ridículo? Sería preocupante para la imagen de España", dijo Francisco Franco Bahamonde a Juan Antonio Samaranch Torelló en vísperas de los que iban a ser sangrientos Juegos de 1972: los Juegos sangrientos de los comandos de 'Septiembre Negro'.

En 1976, en Montréal, se cosecharían dos platas (K/4 en piragüismo, con J. M. Esteban Celorrio, José Ramón López Díaz-Flor, Herminio Menéndez y Ramos Misioné, que se entrenaban en... Sevilla) y el '470' de Gorostegui y Millet, en vela; antes, en 1960, en Roma, el equipo español de hockey sobre hierba se había colgado un solitario bronce: y a los Juegos de 1956, en Melbourne, España no acudió en protesta por la (práctica) invasión de Hungría a cargo de los carros blindados de la Unión Soviética y del hoy extinto Pacto de Varsovia. Esto fue después del bronce en pistola (50 metros) del tirador Ángel León, en 1952, en Helsinki. Así que, entre los años 50, 60 y 70, conseguir para España una medalla olímpica era poco menos que un milagro. Sin embargo, ya vemos que hoy, en estos ominosos Juegos/2021, han bastado apenas 24 horas de competiciones olímpicas para que España se embolse la primera medalla, la plata de Adriana Cerezo Iglesias, la jovencísima taekwondista nacida oficialmente (no hace 18 años aún) en Alcalá de Henares: admiradora de Bruce Lee y Jackie Chan. 

CAMBIO DE ERA.- En muchísimos sentidos, así pues, los Juegos de 2021 nos rubrican un cambio de era en el deporte mundial/olímpico de alta competición. Serán los primeros desde el año 2000 -Juegos de Sydney- en los que no saludaremos a un solo nombre de una lujosa lista de deportistas de época: en cabeza de la lista, Michael Phelps (que, con unos semiadolescentes 15 años, ya fue quinto en el 200 libre en Sydney), retirado tras los Juegos de 2016 en Rio de Janeiro como el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos: en total, 28 medallas; de ellas, 23 de oro, con 13 en eventos individuales y 15 en pruebas masculinas, todas plusmarcas absolutas y que Phelps clausuró con los cinco oros y una plata en los Juegos de 2016; antes, en 2008, en Pekín, y con ocho medallas de oro, Phelps también había dominado y superado el reto supremo de superar la plusmarca de Mark Spitz en unos solos Juegos Olímpicos: siete medallas de oro en 1972, en Múnich, incluido el dramático éxito en 100 mariposa, por media uña y en dramática, contestada 'fotofinish' ante el acoso del serbio Milorad Cavic: 50.58, Phelps... 50.59, Cavic.

En 2000, en Sydney, también se trató de los primeros Juegos Olímpicos en los que compareció 'un tal' Juan Carlos Navarro Feijoo, que también -como Phelps- cerró su ciclo olímpica en los Juegos 2016 después de conseguir 253 internacionalidades absolutas con la Selección española de baloncesto. Navarro, aquel 'Novato' en los Juegos de Sydney-2000 es hoy Director General de la sección de baloncesto del F. C. Barcelona 'de' Joan Laporta. 

Con 41 años cumplidos, un ya venerable Pau Gasol, compañero de fatigas de Navarro, sí se halla en estos Juegos de Tokio, también sus quintos Juegos Olímpicos: Pau no falla desde Atenas 2004 a la cita con los cinco aros. Pau mide 216 centímetros de altura. Cada uno puede hacer las cuentas y figuraciones que crea conveniente. Pero...

NI BOLT... NI RUSIA COMO PAÍS.- Tampoco pisan los Juegos de la XXXII Olimpiada dos de los nombres propios que navegan en lo más alto de la historia olímpica y a los que el propio Samaranch recuerda con tanta viveza... como la mayoría del gran público: el retirado 'sprinter' campeonísimo de la velocidad Usain St. Leo Bolt y... Rusia; no con este nombre en Tokio. Representa a Rusia, en cuanto que tal y con su nombre olímpico... el Comité Olímpico Ruso, el 'Goskomsport'; y, cuando un ruso suba a lo más alto del podio olímpico, sonará, por elección personal del presidente Vladimir Putin, el 'Concierto para Piano Nº 1 de Piotr Tchaikovsky, el autor de 'El Lago de los Cisnes'. Todo como secuelas del enconado conflicto del 'Dopaje de Estado' ruso, a partir de los Juegos de Invierno de Sochi, en 2014.

Pero, desde 2004 en Atenas (Justin Gatlin) no hay un campeón olímpico de 100 o 200 metros lisos masculinos que no se llame 'Usain Bolt', quien, bastante más gordo y bastante más calvo y ya con tres hijos, al borde de cumplir 35 años, ha anticipado en entrevista 'instagramer' con el propio CIO: "Con la gente y la cosecha ('crop') que tenemos en estos Juegos anticipo una final de 100 metros muy rápida; pero en ningún caso veo peligrar mi récord mundial; esto quedará en todo caso para más adelante". Cabría intuir que Bolt (récord mundial en 100 metros, 9.58; Mundial de 2009, Berlín) se refiere veladamente a la ausencia en Tokio del vigente campeón mundial Christian Coleman, el 'bólido' estadounidense de Atlanta, acreditado en 9.76... y que va arrastrando desde junio de 2020 una penalización por haber 'fallado' en tres localizaciones' para controles antidopaje por sorpresa. 

Al fin, y tras apelación, Coleman -sí: es una bala humana de apenas 1,75 de altura, lejos de los 196 centímetros de Bolt- no competirá este 2021 en Tokio, sólo por unos tres meses de castigo, lo que descarga el peso del favoritismo en el hectómetro a otro 'minibólido' humano de EE UU: Trayvon Bromell, de Petersburg, Florida (1,73), acreditado en 9.77 en este mismo 2021, en Miramar (Florida). No crean a nadie que les diga que Coleman y Bromell pueden ser 'el nuevo Bolt', cada uno de ellos. No, ninguno de ellos. Obviamente, estos dos 'pepinazos humanos' tienen bastante poco que ver con el imponente 'Relámpago' jamaicano ('Thunderbolt'; ni en físico, ni en salida, ni explosividad... ni en técnica de carrera: aunque sólo sea por los más de 20 centímetros de altura en que el imponente Usain aventaja a cada uno de los 'minibólidos' USA. 

Usain St.Leo Bolt debutó 'olímpicamente' en 2004, en Atenas, con 18 añitos recién cumplidos, de paso para una ignota eliminación en la primera ronda de 200 lisos, su prueba favorita: eso fue con una pequeña lesión pelviana, debida a problemas estructurales de crecimiento.  Bolt salió del Estadio Olímpico de Atenas con aquellos opacos 21.05 en 200 y con aquella lesión... rumbo a una extraordinaria carrera (o sucesión de carreras) que sólo en Juegos Olímpicos agrupa ocho medallas de oro entre 2008 y 2016: todas las disputadas en 100, 200 y relevos 4x100 (con Jamaica): para abrir boca, con sensacional plusmarca mundial de 9.69 en el hectómetro de Pekín-2008, en puro y fantástico 'show'. Sólo falta en la 'lista final' de Usain (que también incluye, por ejemplo, once títulos mundiales, con 14 medallas mundialistas totales entre 2007-17)... el oro del relevo 4x100 de Pekín, que le fue arrebatado en 2017 a Jamaica por dopaje confirmado de Nesta Carter, 'coequipier' jamaicano de Bolt, en aquellos pekineses 'Días de Halcón': ahí fue cuando estalló el 'Relámpago Bolt' en toda su plenitud y esplendor. 

A día de hoy, Usain Bolt continúa manteniendo los primados mundiales de 100 metros (9.58, 2009; y olímpico, 9.63, Londres- 2012), 200 (19.19, 2009; y olímpico, 19.30, Pekín) y, naturalmente, el de 4x100: 36.84, en los Juegos de 2012, en Londres, con Yohan Blake -que sí debe competir en Tokio-, Michael Frater y el propio Nesta Carter como compañeros de posta con el equipo de Jamaica. También muy curiosamente, y con la propia desaparición del 'Relámpago' de la gran competición el halo magnético, dominante y fascinante de la 'supervelocidad' jamaicana parece haberse esfumado como por ensalmo. Quién sabe.

HUMEDAD... Y AQUELLA URSS DE GOMELSKI.- Los Juegos de 2021 en Tokio responden a una agobiante característica esencial: se disputan entre julio y agosto, bajo la agobiante sensación de calor y humedad que en esas fechas se cierne sobre las Islas del Sol Naciente. Recordemos que los Juegos de 1964 se celebraron en... octubre. Entre julio y agosto, la humedad alcanza en Tokio el 89% (ayer mismo, de madrugada, se estaba entre 87% y 88%), con temperaturas máximas hasta 32 y 33 grados: algo que entre humedad y calor cocina un ambiente de horno o de infierno que, como en insana coctelera, hace la sensación térmica mucho más elevada: agobiante.

En el III Mundial de Atletismo, en Tokio entre el 23 de agosto y el 1 de septiembre de 1991, ocurrió algo parecido... algo muy 'caliente' que favoreció excelentes marcas en velocidad, como la plusmarca mundial de Carl Lewis en 100 metros (9.86, +1,2 de viento, 25-8-1991) o el estratosférico récord mundial de Mike Powell en longitud, 8,95 (+0,3), después de un concurso frente al mismísimo Carl Lewis... que se detuvo en 8.83 con viento en contra (-0,2)... y 8.91 con aire ilegal a favor de +2,9 a favor. Todo esto sucedía el viernes 30-8-1991, en el anterior 'Kokuritsu Kasumigaoka' de Tokio.

Todo junto, y tras los problemas térmicos con los atletas del reciente Mundial IAAF de Doha (2019), quedó descartada el plan inicial de hacer carreras de fondo... incluso en Hiroshima, junto al mar. Vino la idea de lanzar ambas maratones en plena madrugada, a las 03:00 horas de Tokio: pero al fin, las carreras de maratón de hombres y mujeres se han trasladado a Sapporo, a 1.100 metros de altitud: precisamente, Sapporo, la sede de los Juegos de Invierno de 1972, donde se produjo el ancestral oro del madrileño Paquito Fernández Ochoa en el Monte Taine ('Taineyama'), en eslalon especial: el domingo 13 de febrero de 1972. Entre el estoicismo y la estolidez, lo que faltaba es que Yasuhiro Yamashita y su Comité Organizador de 'Tokyo 2020' ya han pedido a los presuntos espectadores de las pruebas de Sapporo que 'se abstengan y se queden lejos' de los recorridos oficiales de los dos maratones y de las durísimas pruebas de marcha. Hay un virus que resulta inextricable y es el de la estupidez humana. En fin.

En 1964, las estrellas de los Juegos Olímpicos respondían por Bob Hayes (el fabuloso velocista estadounidense, ya fallecido, que igualó en 10.0 el récord mundial de 100 metros lisos), Don Schollander -el rubicundo 'Troy Donahue' de la natación estadounidense, oro en 100, 400, 4x100 y 4x200 libre-, la nadadora australiana Dawn Fraser, la gran 'Lady Dolphin', o Yuriy Vlásov, el colosal halterófilo soviético -de Ucrania- que había sido campeón 'superpesado' en 1960, en Roma, y que en Tokio 'sólo' se colgó la plata: pero lo hizo después de llevar la bandera roja de la URSS con la hoz y el martillo, durante el desfile inaugural como si estuviera ante el Camarada Don José Stalin, en noviembre y en la Plaza Roja de Moscú. 

Vlásov -cuyas hazañas con las pesas y cuyo desfile inaugural olímpico recuerda perfectamente Samaranch Salisachs, incluso gesticulando como en ese mismo desfile- fue capaz de enarbolar la bandera de la Unión Soviética con la hoz y el martillo entrelazados con el brazo erguido y en tensión durante todo el recorrido del desfile inaugural por el Estadio. Después, en la finalísima de 'superpesados', Vlásov (de Makeyevka, Ucrania, 1,85 de altura, como 130 kilogramos de peso corporal en 1964) sólo firmó plata ante el poderío -y las triquiñuelas- de su también paisano de Ucrania (Uspenka), Leonid Ivánovich Zhabotinsky: 1,94 de altura y ¡¡+160 kilos de peso corporal!!, otra leyenda de la más histórica halterofilia soviética, que repetiría el oro olímpico en pesos máximos en los Juegos de 1968, en México. Pero ahí queda el recuerdo de Yuriy Vlásov, el impávido, místico en la vida privada, colosal abanderado de la URSS en aquel desfile de 1964: es la imagen que abre esta pieza. Siempre fiel a la hoz y el martillo, 'misticista' y extático (de 'éxtasis') hasta el final de sus días, Yuriy Vlásov falleció en febrero de este mismo 2021, con 85 años: en su querido Moscú. El formidable Zhabotinsky, que se comía como una docena de huevos fritos, acompañados con agua de 'Vichy', antes de cada gran competición, se nos fue en 2016, a sólo unos días de cumplir los 78 años.

Siempre en 1964, Larissa Latynina, de Kherson, Ucrania, la gran dama y 'mujer récord' de la gimnasia artística sumó sus seis últimas medallas olímpicas, hasta una cuenta definitiva de 18 medallas: de ellas, nueve de oro, lo que ninguna otra gimnasta ha conseguido. Latynina es la ilustre y natural antecesora de Phelps. El atleta cuatrocentista Yoshikori Sakai (400 metros), nacido en Hiroshima el mismo 6 de agosto de 1945 en el que explotó la bomba atómica estadunidense sobre la ciudad-mártir nipona, fue el encargado de encender el pebetero en 1964, en el Estadio Nacional de Tokio. Entonces se le llamó a Sakai... 'El Niño de Hiroshima': y esto fue, precisamente, ante el Emperador Hirohito, el mismo que rindió Japón tras las masacres nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Poco que ver con la inefable Naomi Osaka, portada en el 'Special Swimsuit' de 'Sports Illustrated' marcando carne y borrando coherencia (¿coherencia... para qué?, se dirá 'Lady Osaka').

Resultan imposibles de olvidar en aquel Tokio de 1964 el segundo oro en maratón del etíope Abebe Bikila (en Japón, con zapatillas; antes, en Roma-1960, descalzo), el título de 'un tal' 'Smokin' Joe Frazier en los pesos pesados de boxeo, pulverizando al sovietico Vadim Yemelyanov... o esa ya relatada terrible amargura nacional que supuso para Japón la derrota en la finalísima de judo/todas las categorías ('Open'), del gran ídolo nipón, Akio Kaminaga, ante el formidable holandés Anton Geesink: quien, como ya bien sabemos, supo inmovilizar a Kaminaga y reducir a la miseria a todo el espíritu 'bushido' de Japón, con o sin suicidios rituales. Fue algo así como cuando los 'marines' desplegaron la bandera de las barras y las estrellas  en el Monte Suribachi de Iwo Jima. Ninguna broma.

España no acudió en baloncesto a los Juegos de 1964, tras despedirse en el Preolímpico de Ginebra; Estados Unidos dominó la final del básquet por 73-66 ante una Selección de la URSS que ya dirigía 'un tal' Aléksandr Yakóvlevich Gomelski, fotografiado también en la apertura del texto con el aquí firmante: imagen de 1988, en Moscú, muy pocos días antes de que el 'Zorro Plateado'  Gomelski (de Kronstadt, San Petersburgo) hiciera campeona olímpica a la última Selección de baloncesto de la Unión Soviética... gracias a los ases lituanos Sabonis, Marciulionis, Kurtinaitis o al gran comodín ucraniano Sasha Volkov... 'Papa' Gomelski aún entrenó en España al Tenerife Número 1 (1988-89) y se despidió de los banquillos en el CSP Limoges, 1990-91. Abandonó este mundo en 2005: siempre... en Moscú.

En 1964, la URSS de Gomelski imponía al mundo con Janis Kruminch, otro mítico -y acromegálico- pívot letón de 2,18 en las filas soviéticas de 'Papa' Gomelski, donde Ghennadi Vólnov, del TSKA de Moscú, era la gran figura. Pero los universitarios 'yankees' salieron adelante (no como en 1972, en Múnich o en 1988, en Seúl), gracias a las prestaciones del superclase que era Bill Bradley -más tarde, senador demócrata en EE UU- y...  cuatro de los cinco primeros jugadores del ‘Draft NBA’ de 1964, que iban en el equipo estadounidense de Tokio: Jim 'Bad News' Barnes (1), Joe Caldwell (2), Lucious Jackson (4) y Jeff Mullins (5). También jugaba -y muy bien, en dúo exterior con Bradley- Larry Brown, después célebre entrenador universitario y en la NBA. Esta final de 1964 se disputó en el Gimnasio Nacional Yoyogi que, también casi reconstruido por entero, ya viene siendo usado en este 2021 como escenario de la competición olímpica de balonmano.

Hace años sobrados que Hayes, Bikila, Geesink, el 'gafitas' Kaminaga, Paco Fernández Ochoa, Kruminch, Vólnov, Vlásov, Zhabotinsky, Gomelski, incluso aquel 'Niño de Hiroshima, Yoshikori Sakai (muerto en 2014) y tantos otros... ya no están entre nosotros. Cumplidos 75 años, Donald Arthur, 'Don' Schollander, aquel 'Dios Rubio' de Yale (y de los 'Peces Humanos' de Santa Clara) tiene en exposición blindada en el Bank of America de Lake Oswego, Oregón, en donde reside ('Schollander Development') sus seis medallas olímpicas: los cuatro oros de Tokio-64 más las dos de México-68, oro y plata... 

¿Quiénes pueden ser los héroes de los Juegos de 2021, en instalaciones como el reconstruido 'Kokuritsu Kasumigaoka' de Shinjuku City, el Gimnasio/Stadium Yoyogi del genial arquitecto Kenzo Tange o el Saitama Super Arena donde España tocó el cielo del Mundial de Baloncesto en 2006...?  En Tokio estarán representados oficialmente 204 países, incluyendo al Comité Olímpico Ruso. 10.500 deportistas se repartirán 962 medallas ante 4.800 millones de televidentes de todo el mundo. Pueden esperarse maravillas en el Centro Acuático Nacional, heredero directo de aquella 'Piscina de Kenzo' (el 'Yoyogi'), futurista en 1964 y alabada por el mismísimo Avery Brundage, aquel filonazi presidente del Comité Olímpico Internacional. 

Y estas maravillas deberán venir del bíblico panteísta Caeleb Remel Dressel, el 'nuevo Phelps' -el mismo Michael le designa como 'heredero'-, ese superclase de Florida que ahora, al borde de los 25 años, domina la velocidad, los estilos y la mariposa en la natación mundial: ya adornan a Dressel nada menos que 13 medallas de oro -con un total de 15- en los dos últimos Mundiales de Natación (2017,19, Budapest, Gwangju)... con sendos iniciales oros olímpicos en 2016, en Rio, casi como un 'pase de testigo' o de legado, de parte del propio 'Tiburón' Phelps: en 4x100 libre y 4x100 estilos. 

En Rio de Janeiro y en el relevo 4x100 estilos, Dressel (1,91 metros de altura, 47.78 en 100 mariposa en piscina corta por 49.50 en piscina 'larga', siempre con bañador especialísimo) se colgó el oro por haber nadado en eliminatorias, aunque no nadara en la final: como sí lo hizo, y junto a Phelps, en el relevo 4x100 libre. En atletismo, en velocidad y sin Bolt ni Coleman... Trayvon Bromell y Noah Lyles parecen predestinados a repartirse oros en 100 y 200 lisos. También irán a los Juegos bastantes estrellas de la NBA, bajo órdenes técnicas de Gregg 'Pop' Popovich, el extraño, ilegible 'guru' de los Spurs de San Antonio. Y eso, sin un Lebron James que ya parece haberse despedido finalmente de los cinco aros olímpicos y que, este verano de 2021, prefierse 'verse' y 'recrearse' en la 'sequel' de aquel 'Space Jam' de Michael Jordan y los 'Looney Tunes'. Pero sí está el extraordinario Kevin Durant en casi asombroso apogeo.

Lógico (hasta cierto punto) sería que a los americanos de 'USA Basketball', tricampeones olímpicos entre Pekín, Londres y Rio, entre 2008 y 16, les hiciera frente el vigente campeón del mundo: la España de Marc Gasol y Ricky Rubio, ahora también con lo que nos quede de Pau Gasol... y sin Juancho Hernangómez, reclamado desde la NBA. El 'hasta cierto punto' es que por ahí anda la dura Eslovenia de un tal Luka Doncic, más Goran Dragic... y aunque Sergio Scariolo, técnico italo-marbellí-canadiense y seleccionador español, consigne a los 'yankees' de Gregg Popovich como 'imbatibles'. 

Allá donde estén Michael Phelps, Usain Bolt, Carolina Marín, Lebron, Rafa Nadal, Roger Federer, Juan Carlos Navarro -o Kobe Bryant...- nos vamos a acordar de todos ellos. O del mismo Christian Coleman. Todo, cuando toca un buen cambio de era. Es en 2021 y es en pleno verano, a 33 grados de máxima y con casi 90% de humedad densa en Tokio, como en caldo de puchero: como si fuera una secuencia o el espeso recuerdo de 'Blade Runner' y sus humeantes rascacielos, los que exhalaban vapores humeantes en el combate mortal entre Rick Deckard y el 'replicante' Roy Batty.

"He visto cosas que vosotros no creeríais... todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia". No es 2032, sino 2021. Y, aunque sin espectadores... estos siguen siendo los Juegos Olímpicos de Tokio, los Juegos de Verano de la XXXII Olimpiada de la Era Moderna. 'Show must go on'. 'Banzai'.