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Zúrich-88: Lewis y Johnson se miden en 100 por 500.000 dólares y Reynolds liquida el récord sideral de Lee Evans en 400

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
05/09/2021

Reflexión. ¿Pueden enfrentarse dos atletas en 100 metros lisos en una carrera concreta por una tarifa conjunta de... medio millón de dólares, 500.000 dólares USA, unos 421.000 euros al cambio de hoy y sin ser siquiera por un título olímpico o mundial? Pues... seguramente hoy sea imposible o inviable. Pero el 17.8.1988, Carl Lewis y Ben Johnson hicieron posible esta proposición disparatada como tarifa para medirse directamente sobre la recta de 100 metros en la edición número 54 del prestigioso 'meeting' 'Weltklasse', en Zúrich, en el ancestral Estadio Letzigrund. La 'Weltklasse' ('Clase Mundial') se instituyó en 1928, como el 'Nurmi Meeting', en honor a Paavo Nurmi, el legendario fondista finlandés (¿dónde quedó el atletismo de gran fondo en Finlandia?) que se colgó nueve oros olímpicos -más tres platas- entre 1920 y 28, de Amberes a Amsterdam, pasando por París. En la 'Weltklasse' del 21 de junio de 1960, sobre la pista del Letzigrund -aún no sintética-, el supervelocista alemán federal -blanco!!- Armin Hary, eventual doble campeón olímpico en los Juegos de Roma-1960 (100 y 4x100) había sido el primer ser humano en recorrer 100 metros lisos en 10.0 segundos.

Se cuenta todo esto para fijar la importancia del antiguo 'Nurmi Meeting'; una especie de Campeonato Mundial de Atletismo que se celebrara anualmente allí en el Letzigrund, casi pared con pared con el Hotel Hilton de Zúrich: allí fue donde la hispanocubana campeona mundial Niurka Montalvo recibió en 2000 la mala noticia de que Cuba no la permitía competir con España en los Juegos Olímpicos de ese mismo año, en Sydney y en salto de longitud. Y allí mismo se 'reunirán' nada menos que 17 flamantes campeones olímpicos esta misma semana entrante, los próximos días 8 y 9: 33 años después de los sucesos de 1988.

El hombre clave de la reunión de Zúrich, el 'deus ex machina', el hombre que guió y alzó a la 'Weltklasse' hasta niveles de Campeonato Mundial fue el ex atleta, entrenador y financiero suizo Andreas 'Res' Brugger (Meiringen, 1927), fallecido en 2018, a los 91 años... pero que en 1988 se hallaba en la cima de su poder e influencia. Creador inicial de los 'EuroMeetings', Brugger fue durante cuatro decádas, entre 1960 y hasta su retiro, justamente en 2000, simplemente el organizador más influyente del atletismo mundial. Lo consiguió con el argumento más clásico de los suizos: el dinero. 'Res' Brugger atrajo a la Weltklasse el patrocinio de 'sponsors' de la envergadura de UBS, la Unión de Banca Suiza o, por ejemplo... 'Omega'. Pero estábamos en el 17 de agosto de 1988. Regresemos.

500.000 DÓLARES: CELOS Y RIVALIDAD.- Se trataba de la carrera más cara de la historia, precisamente a continuación de la de 400 que firmó el récord mundial de Harry 'Butch' Reynolds y sobre la que luego tocará extenderse. Por ejemplo, la 'Weltklasse' de 1985 había contado con un presupuesto de 700.000 dólares... con una bolsa de 440.000 destinada sólo para los atletas, con una nómina total combinada de 36 campeones olímpicos, mundiales y plusmarquistas mundiales. Entre ellos, Mary Decker Slaney, que batió el récord mundial de la milla con registro de 4:16.71. El suizo Pierre Deleze dio la gran sorpresa -y satisfacción al público local- al batir en 1.500 nada menos que a Lord Sebastian Coe; en ese mismo momento, doble y vigente campeón olímpico. Sólo faltaba el gran Edwin Moses.

Pero en esa 'Weltklasse' de 1985 y sólo durante 10.18 segundos había sonado un trueno o estampido que retumbó en el atletismo mundial: esa de 1985 fue la primera vez que un tal Benjamin Sinclair Johnson batía y abatía a Frederick Carlton Lewis sobre el hectómetro. Ahí se llegaba en ventaja de 8-0 para Lewis, desde la primera victoria de Carl sobre Ben, en los Juegos Panamericanos Sub-20, en 1980, en Sudbury (Canadá): 10.43 para Lewis, que le dieron el oro en 100 metros a la naciente joya de atletismo estadounidense, presunto heredero de Jesse Owens... con unos bastante misérrimos 10.86 para el 'pobre' Johnson, jamaicano nacionalizado canadiense: sexto, con 10.86. En Zúrich y en 1985, tras ocho derrotas ante Lewis casi por todo el mundo, Johnson lanzó lo que sonó como un disparo de advertencia y arrasó a la competencia en aquella 'Weltklasse' con 10.18, una centésima por delante del excelente Calvin Smith (10.19), también otro plusmarquista mundial en 100, dejando ya más lejos al canadiense Desai Williams (10.26)... y, en cuarto puesto, a Lewis. 10.31.

Desde ese 8-0 inicial, y ya con el 8-1, al llegar esta carrera de 1988, Johnson había empezado a poner tierra de por medio entre él y Lewis, como si fuera el Correcaminos ante Wile E. Coyote; a partir de 1984 (semifinales y final olímpica, con Lewis y Johnson en oro y bronce, más la 'Wetlkasse'84, con 9.99 para Lewis)... Ben ya no había vuelto a perder ante Carl, al que había desbordado CINCO veces en fila entre 1986 y 87. Fueron... 1) En el 'Bruce Jenner Bud Light Classic', 31.5.1986, en San Jose, 'Speed City': 10.01 de Ben vs 10.18 de Lewis.. 2) En los (hoy desaparecidos) 'Goodwill Games' de Moscú-1986 (Johnson, 9.95; Imoh, 10.04, Lewis,10.06); 3) En la 'Weltklasse' de 1986 (10:03, Johnson; 10.25, Lewis, tercero tras Imoh, 10.22);  4) En la célebre reunión sevillana del 28.5.1987 sobre el agrietado y desgarrado tartán de Chapina (Johnson, 10.06; Lewis, 10.07 y protestando la 'foto-finish', decía que había ganado 'porque mi cabeza pasó antes'), y en fin, 5) En la final del Campeonato Mundial de 1987: 9.83, 9.93. Justo tras esta final y ya con el 'cara a cara' en 8-6 y tras cinco derrotas en serie, Lewis ya no se pudo contener y soltó: "Aquí hay tipos que se drogan". 

Ya tras perder ante el cada vez más potente e inquietante caribeño-canadiense en 1986, en Zúrich, Lewis se había quejado de haber ofrecido la mano a Johnson, "pero él me dio la espalda". En la Conferencia de Prensa previa al Mundial de 1987, Johnson (nacido en Jamaica en diciembre de 1961, en Falmouth, en la 'parish' o parroquia de Trelawny, la misma de Usain Bolt) negaría esta última acusación: "En Zúrich, en 1986, yo estaba saludando al público, simplemente no vi a Lewis. Estrecharía su mano cada vez que él venga a mí, pero no me voy a ir yo detrás de él para hacer el tonto". 

También pasó lo del 100 en Chapina, con Lewis yéndose enfurecido a la cabina de los jueces -y con el firmante de traductor-, en busca de hacer valer la aparente ventaja de su cabeza en la 'foto finish'. Pero el pecho de Johnson, que 'deceleraba' casi hasta pararse sobre la línea de meta, había pasado claramente primero. Se venía cebando una bomba de rivalidad, exactamente igual que los Ali-Frazier, Borg-McEnroe, Leonard-Hearns, Nadal-Federer o Nadal-Djokovic. "Carl Lewis es más guapo, más alto, corre más vistoso y es más bonito de ver. Johnson será más feo, habla peor, es más bajo y achaparrado y no corre tan bonito. Pero al final siempre gana", soltaba con sorna, por aquellos tiempos, algún reputado entrenador español de la época. Excelente resumen.

Se trataba del longílíneo, atractivo, elegante Lewis... contra un prodigio semisalvaje lleno de ferocidad, sospechas y poderío crudo y feroz: Benjamin Sinclair Johnson. Poco antes de la carrera de Zúrich, en 1988, que se veía como un test vital de cara a los inminentes Juegos Olímpicos de Seúl (con inauguración el 17 de septiembre de 1988, un mes exacto tras esta 'Weltklasse' a que aquí nos referimos), Ben Johnson desafió de nuevo: "Las cosas van bien para mí. Fluyendo. Desde luego, perder en Seúl es una posibilidad. Pero me voy a asegurar de que eso no ocurra".

La carrera del 17.8.1988 en Zúrich se planteaba, pues, como el primer duelo 'cara a cara' entre los dos colosos del atletismo mundial, a cotinuación de la final del Mundial de Roma (30.8.87, prácticamente un año entre los dos eventos). La cuestión es que a esas alturas, con los Juegos de Seúl a tiro de un mes y con la rivalidad en estado candente, asegurar un enfrentamiento directo entre ambos archirrivales costaba un  buen puñado de dólares. En mayo de 1987 y en Chapina... lo había conseguido, por los pelos, la Diputación de Sevilla, con el recordado Felipe del Valle al frente de las operaciones. Pero en 1988, al año siguiente de Chapina y del frenético, agobiante Mundial de Roma, la temperatura de la rivalidad Johnson-Lewis había crecido hasta hacerse incandescente. Poner frente a frente a Ben Johnson y Carl Lewis en vísperas de los Juegos de Seúl. Valía una millonada. Una millonada que sólo el cacique 'Res' Brugger pudo garantizar en la 'Weltklasse', por vía de sus 'sponsors', UBS, Omega... y de las televisiones de medio mundo. El presupuesto total de la gran reunión atlética se iba a disparar hasta 1.300.000 dólares, casi el doble que en la épica de 1985.

Los arroyos de dinero que ambos campos requerían para que Zúrich y el mundo disfrutaran de esta revancha eran, según los estándares de la pista mundial en 1988... auténticas cascadas. La tarifa máxima fija por aparición usualmente necesaria para atar a un atleta muy buscado era, en esa época, de aproximadamente 25,000 dólares. Pero Lewis y Johnson tenían otras ideas. A principios de ese 1988, sus 'managers' autorizaron a unos promotores de eventos a buscar patrocinio para sus duelos directos. Reveló Joe Douglas, representante de Lewis: "Ambas partes firmamos con Heritage Sports Ventures (N. B, una agencia con sede en Virginia, que aún existe hoy) una opción a corto plazo para generar fondos exclusivos por encima de un cierto mínimo". Y Joe Douglas ajustó públicamente la tarifa: "Ese mínimo era de 250.000 dólares por carrera, por cada individuo". 

Inicialmente, la respuesta a la idea de pagar a dos hombres más o menos 50.000 dólares por segundo fue de silencio absoluto. Corriendo majestuosamente, Lewis había ganado los 'Trials' preolímpicos de Estados Unidos, en Indianapolis, con unos soberbios 9.78, si bien con ayuda ilegal de viento; Johnson se había pinzado un tendón en la corva, en mayo, y se escondió en la isla de St. Kitts mientras su médico, Jamie Astaphan, se peleaba con su entrenador, Charlie Francis, sobre lo que había causado el tirón del tendón y lo que tocaba hacer al respecto. No se recibieron ofertas, de entrada. Pero el 6 de agosto, Johnson, que había empleado al fisioterapeuta de Berkeley Jack Scott, que también trataba a Lewis, realizó un espectacular regreso y ganó los 'Trials' preolímpicos canadienses con 9.90 también 'ventosos'. En ese momento, las ruedas del mercado empezaron a girar. 

Empresas japonesas expresaron interés en una carrera en Tokio pero justo después de los Juegos Olímpicos de Seúl. Entonces, Brugger se anticipó. Quería el partido de inmediato. En Zúrich. Hábilmente, 'Res' halló el dinero extra al ofrecer a cada uno de los 31 países que habían contratado la transmisión de televisión de la 'Weltklasse' la oportunidad de generar una prima o 'bonus' colectivo para que Lewis y Johnson se midieran de nuevo en el Letzigrund. Al fin, el trato se selló... el día antes del gran 'Meeting'. "Ambos sabían que iban a correr un 100 aquí", dijo el agente de Johnson, Larry Heidebrecht, que añadió: "Pero si estarían enfrentados el uno contra el otro, esa era ya una pregunta abierta". 

El cuarto de millón de dólares que Lewis y Johnson recibieron cada uno en Zúrich era más del doble de lo que recibieron Zola Budd y Mary Decker/Slaney por su revancha en Londres, en 1985, después de la caída olímpica de Decker/Slaney (provocada por Budd) en 1984, en los Juegos de Los Ángeles. En comparación a cada carrera, Lewis y Johnson recibieron... 10 veces más. 

LEWIS VENCE TRAS CUATRO AÑOS.- Al fin, salieron uno junto al otro, calles 4 y 5. Lewis fue el último en terminar de estirarse, meditar y hacer sus observaciones. El 'starter', el juez de salidas, dijo, "fertig" ('set', 'listos'), hubo un 'flash' de fotógrafo y Johnson se saltó el tiro. Cuando Ben fue acusado de 'salida falsa' (algo que Lewis también había insinuado como 'a propósito' en otras ocasiones como los Goodwill Games), el canadiense se quejó de que el 'flash' lo había distraído. Como nadie más se había movido, el cargo se mantuvo. Otra escapada y Johnson sería descalificado. "Una vez que estaba en ese hoyo", dijo Heidebrecht, "Ben tenía que ser conservador".

Al siguiente tiro, Lewis y Johnson se movieron como uno solo. Tras su célebre, inimitable salida explosiva, Johnson se adelantó y mostró una buena medida de su antigua aceleración, pero Lewis nunca dejó que la brecha creciera hasta el metro completo que había llegado en los 40 metros en Roma. "Sabía que su ventaja a 50 metros no era suficiente", explicaría Carl. Aun así, Johnson brilló hasta los 80 metros, cuando su falta de filo competitivo se mostró en el arqueo de la espalda. A 10 metros del fin, Lewis lo pasó y ganó en 9.93 (+1,1 de viento legal a favor), igualando su mejor marca. Johnson, simplemente se apagó al recibir el golpe del rival directo. De hecho, iba frenando cuando terminaba y Calvin Smith le pasó velozmente por la calle 8 para tomar el segundo lugar: 9.97. Johnson concluyó tercero: 10.00. Era la primera vez que Lewis vencía a Johnson desde agosto de 1984: cuatro años. "Mi entrenador, Tom Tellez, estará encantado", dijo Lewis, con la garganta rugosa y ronca por un enfriamiento. "Corrí mi propia carrera, la que sabía que podía correr. Suave como el cristal". 

Había sido el sueño de un promotor. Ambos hombres salieron de Zúrich totalmente sanos, rumbo al gran incendio o explosión solar de Seúl. "Hay cinco semanas para Seúl", dijo Heidebrecht. "Ben mejorará más que Carl". Un artista genuino, Lewis, rara vez había sentido la necesidad de ser 'uno de los chicos' (en Juegos Olímpicos y Mundiales vivía aparte y retirado del equipo de atletismo de EE UU; en Los Ángeles'84 procuraba aparecer en el Memorial Coliseum de L. A. junto a Michael Jordan) pero admitía envidiar un aspecto de los viejos tiempos: los viejos tiempos de Lee Evans-Tommie Smith-John Carlos-Bob Beamon, tan cerca y tan obsoletos: Se trataba del sentido de 'misión social' que disfrutaban esos velocistas. Con ese dineral, Lewis y Johnson podían haber unificado a los atletas modernos más de lo que nunca creyeron... hasta que llegó el escandalazo de Seúl y el descenso de Johnson a los infiernos. Lo que parecería increíble y alucinante en aquel agosto de 1988, después de la famosa final olímpica de Seúl y la consiguiente descalificación del dopado Johnson (inyecciones del esteroide estanozolol, sobre el papel)... Ben Johnson y Carl Lewis jamás volverían a medirse sobre una pista de atletismo. 

A la terminación del evento, el estadounidense Willie Banks, entonces plusmarquista mundial de triple salto (17,97 metros), celebró una reunión entre los atletas, para sondear los sentimientos de hombres como el británico Linford Christie, quinto en esa carrera de 100 metros con 10.07... por lo que recibió una cantidad 'principesca' de 5.100 dólares. Incluso 'Butch' Reynolds, que acababa de batir el récord mundial de 400 lisos, recibió sólo alrededor del 10% del botín de Lewis y Johnson: 55.000 dólares, incluído el 'bonus' por el récord. Brugger defendió el trato con Lewis y Johnson como 'dinero fresco de la televisión'. No redujo ni un céntimo de lo que podía pagar a los demás. Los atetas entendieron eso, pero lamentaron ante Brugger la no existencia de una unión sindical o 'sindicato de deportistas'. Estaban obligados a tomar las ofertas de los promotores, según mercado. 

"Yo diría a todas esas personas que no se pongan celosos", reflexionó Carl Lewis en voz alta. "Esto ayudará a este deporte. Si un patrocinador potencial viniera hoy aquí debido a esta carrera y viera el resto de esta increíble noche , ese promotor diría: 'Vaya, vamos a hacer cosas con este deporte". Claro que poco antes de la carrera de Lewis y Johnson había estallado... Harry 'Butch' Reynolds, la figura central de nuestro 'collage' fotográfico, dorsal 131 en aquella noche mágica de 1988 en Zúrich, con los 43.29 en 400 lisos que liquidaban el ancestral récord mundial de Lee Evans en 1968, en los Juegos de México: 43.86. Junto a Reynolds la secuencia de fotografías muestra al firmante con Michael Johnson y Lee Evans, heredero y predecesor de Reynolds en la plusmarca de 400... y, en fin, con Benjamin Sinclair Johnson.

EL SUEÑO DE 'BUTCH' REYNOLDS.- El día antes del 'Meeting' se le había preguntado a Harry 'Butch' Reynolds si había tenido noticias de Lee Evans después de que Reynolds ganara los 400 lisos en los 'Trials' preolímpicos de Estados Unidos en Indianapolis en 43.93, el segundo tiempo más rápido de la historia. Lee Evans, a quien Reynolds nunca conoció estableció el récord mundial de 43.86 en 1968 y a los +2200 metros de altitud, los Juegos Olímpicos de México. Aunque la reducida densidad del aire ayudó, el viejo 43.86 de Evans permaneció oficialmente intacto, aunque con una pequeña 'A' escarlata adherida a él en algunos libros de registro. 'Adulterado por la altitud'. Evans falleció en Nigeria, el pasado mes de mayo. "Tengo que ir a África y buscar a Evans", subrayó Reynolds "Me gustaría decirle, '¿Por qué me lo pusiste tan empinado, tan afilado?' Desde los 'Trials' me he estado preguntando, '¿dónde puedo encontrar tanto como .07 de segundo?' Y he estado respondiendo: en mi cabeza, 'en intentarlo siempre y a toda costa". "Un récord mundial de 20 años ya no merece una 'A' junto a él", había dicho Reynolds al rechazar una tentadora oferta previa para correr en la altitud de Sestriere.

No hubo ninguna carrera en la 'Weltklasse' de 1988 más fuerte que la de 400 metros lisos. En la calle 2 viajaba el cubano Roberto Hernández: 44.22 acreditados, pero lejos de Seúl, debido al boicot de su país. El poseedor del récord mundial juvenil (44.11), Steve Lewis, un estudiante de segundo año ('sophomore') de UCLA, inminente campeón olímpico en Seúl (43.87, con Reynolds, plata en 43.93), estaba en la calle 3. Reynolds iba en la 4. Innocent Egbunike, medallista de plata para Nigeria en el Campeonato Mundial de 1987, salía en la 5. Y Danny Everett, un 'senior' de UCLA, segundo tras Reynolds en los 'trials' de 1988, con 43.98, iba por la 6.

Mientras caminaba hacia la pista en Zúrich, Reynolds se quedó sin confianza. Se le evaporó. "No siento que haya un récord aquí esta noche", dijo de repente. Sus nervios habían superado su necesidad de correr. "Quería dejar que este récord esperara hasta los Juegos Olímpicos", continuó. Pero su hermano y compañero de entrenamiento, Jeff, 18 meses más joven, con mejor marca de 44,98, no quiso ni oír hablar de eso, y le dijo a Butch que nunca había estado más preparado. Los corredores se fueron a sus marcas a las 8:20 p.m. -era la carrera anterior al Lewis/Johnson en 100 metros- bajo un cielo profundamente lavanda, junto a los Alpes suizos. Apenas había viento. "En los tacos me sentía débil y agotado", diría Reynolds más tarde. "Pero al disparar... simplemente tú reaccionas".

Egbunike también reaccionó. Pero como un loco. Siempre rápido de salida, el nigeriano se disparó alrededor de la primera curva, aparentemente con todo, haciendo dudar y tambalearse a los otros corredores. "¿Cuál podría haber sido su estrategia?" preguntó Reynolds. "¿Quería tirarme demasiado rápido y quemarme? ¿O robarme la victoria?". Los 'cuatrocenteros' o 'cuatrocentistas', los corredores de 'cuarto de milla', quartermilers', son velocistas que deben llevar su velocidad consigo... y aguantarla, soportarla, resistirla. Lo logran de acuerdo a una especialización de brutal finura. El mejor 200 de Lee Evans fue 20.4. En los 400 de México, pasó el 200, media carrera en 21.4 y luego arrojó todo lo que tenía en un estirón final de 22.4 en el último 200. Así, su récord fue la mayor expresión de la esencia del cuatrocentista: 'Holding on'. 'Aguantar, resistir'. En Zúrich, Egbunike llegó a los 200 en 20,6, convirtiéndose instantáneamente en la encarnación de todos los 'escapistas' que alguna vez han dicho: "Un día de estos saldré tan rápido que ya no volveré, no me pillaréis". Pero esos escapistas siempre vuelven a casa. E Innocent... empezó a regresar.

Reynolds iba tres metros por detrás. "Innocent salió tan rápido que me pareció que yo ya estaba fuera de carrera", dijo 'Butch'. Su zancada fluida y aguda parecía casi lánguida comparada con el furioso bombeo de Egbunike. "No me asusté. Sabía que tenía tiempo para recuperar lo que había conseguido". El tiempo de Reynolds en 200 fue 21,1. Simple velocidad de crucero, comparada con la locura de Egbunike, siempre por delante en la calle 5. En la curva, Reynolds se puso a trabajar. "Pude ver que Innocent estaba muriendo allí", reveló. "Quise acercarme a él al final de la curva. Me acerqué a la distancia de ataque y, de repente... vi a Steve Lewis justo en mi cadera izquierda". 

En la recta final, a fin de cuentas, todo parecía un típico 400. Egbunike, estaba muerto.' Quemado', achicharrado. Innocent terminaría sexto en 44.97. Everett iba a poco más de un metro tras Lewis; quien, a su vez, pisaba medio metro tras Reynolds. "Sabía que sería un final cerrado", dijo Reynolds. Se equivocaba. Harry 'Butch' Reynolds se soltó como nunca lo había hecho hasta ahí ningún 'quarter miler'. Entre unos rivales con los ojos saltones, agarrotados y sin oxígeno, 'Butch' corrió libre, hermosa y emocionalmente adelante. "En la agonía final estás destripando a tú cuerpo, pero a la vez lo estás sosteniendo; estás manteniendo la compostura. Si comienzas a mover la cabeza, a lanzar los brazos o ir de lado a lado, te estás peleando con el aire y con tu cuerpo. No tienes que hacer eso. Tienes que aguantar esa fatiga, aguantarla. Siéntela... pero al mismo tiempo, escóndela".

Reynolds atravesó la recta con una expresión de alegría salvaje, casi maliciosa, abriendo un abismo de ventaja entre él y el resto. A 30 metros de la meta cerró los ojos y mostró los dientes. "Sabía que era un ritmo de récord mundial", dijo. "Iba hacia la meta muy fuerte, buen levantamiento de rodilla, buenos brazos. Pero todo lo demás fue determinación. Me decía a mí mismo: Ve hasta el final, 'Go all the way'. Fue como tener un bebé". Detrás de él, Steve Lewis y Danny Everett corrían con fuerza... pero se quedaban apalancados como en cemento húmedo. Atónito, frenado en seco, Steve Lewis reduciría la velocidad antes del fin y Everett lo pasaría: 44.20 sobre 44.26. Nueve metros por delante de ellos, con casi todo ese margen ganado en los últimos 100, Reynolds de alguna manera supo exactamente hacia dónde inclinarse, raspando un par de centésimas adicionales, y terminó transformado en algo así como gelatina mareada, relajándose en los brazos de su hermano. "¡Es mio!" dijo Harry 'Butch' Reynolds cuando pudo hablar. "Sin altitud, sin viento, sin limitaciones. Es todo mío".

"La carrera de Butch fue electrizante", diría el mismo Lewis tras batir a Ben Johnson. Y agregó Carl: "Yo sólo traté de canalizar la energía que había encontrado y palpado en la pista". Cuando Frank Zubovich, de Ohio State, el entrenador de Reynolds, escuchó el tiempo del récord por teléfono, aulló el perfecto improperio de un 'Buckeye' de Toledo, Ohio State; el mismo 'college' de un tal Jesse Owens: "¡Holy Toledo!, 'Santo Toledo!'. Reynolds resumió: "El Padre Celestial me observó durante esta carrera, como todo este año". En sólo dos horas de esa tardenoche llena de magia, Harry 'Butch' Reynolds parecía haber cerrado el círculo; de la confianza a la aprensión, del éxtasis triunfal a la reflexión y al fin... a la humildad. El récord de Reynolds ya sólo sería batido por Michael Johnson en el Mundial de 1999, en Sevilla: 43.18. En 2000, en Sydney, Johnson liquidó el récord olímpico mexicano de Evans y lo estableció en 43.84. El 14.8.2016, en los Juegos de Rio de Janeiro, el sudafricano Wayde Van Niekerk impuso con 43.03 un nuevo récord mundial y olímpico: vigente hasta hoy mismo.

JOHNSON-LEWIS, 'FINALE'.- En noviembre de 2006, 18 años después de su descalificación en Seúl, Benjamin Sinclair Johnson declaró a quien aquí suscribe: "Todo lo que rodeó a aquel escándalo de Seúl estaba planificado. Planificado de lleno por los 'americanos', los estadounidenses. Tenían algunos objetivos para encubrir lo que estaba pasando con ellos mismos y lo que se ha visto después, con el 'Caso Balco' por ejemplo. Y el primero y más importante de todos era yo. Pagué el precio por todos, casi por toda una generación. A esas alturas, todo el mundo sabía que prácticamente todos los que corrían en una final olímpica andaban con drogas, de una manera o de otra. Era el sistema y el tiempo lo ha demostrado después. Tras las cosas que el tiempo ha dicho, creo que no es injusto pensar que me deberían haber devuelto mi medalla de Seúl... Ni he hablado nunca con Carl Lewis... ni lo haré. Jamás seremos amigos. Yo he sido mejor que él dentro y fuera de las pistas: yo puedo haber fallado algunos controles antidopaje, pero el mismo año de Seúl, 1988, él también tuvo controles positivos según la normativa de entonces. ¿Cuántos "positivos" fueron? Tres creo. Los que fueran: el caso es que los mismos americanos los taparon, como después se ha sabido, y le enviaron a competir a Seúl sin el menor problema. El verdadero problema es que yo les estaba haciendo perder dinero, mucho dinero..." 

..."Mi carrera de Seúl, si no hago aquellos gestos que hice al final, era una carrera que hubiese valido 9.72, no el 9.79 final. No es una especulación: la descompusimos paso por paso mi 'coach' Charlie Francis (fallecido en 2010) y yo, calculando con un sistema informático. Supimos a ciencia cierta que esa carrera hubiese valido 9.72. Dí los tres primeros pasos en ocho décimas de segundo, y luego iba a cinco zancadas (pasos, "strides") por segundo. Alcancé una velocidad punta de 30 millas por hora (algo más de 48 kms./h.). Pero yo tenía que mostrar mi orgullo al mundo y demostrar de qué era capaz. Nací para tener orgullo. Y con las nuevas tecnologías de hoy y lo que ya sé, seguro que podría haber hecho 9.50. 'Si se ve bien... es que vuela bien', decía 'Coach' Francis. Y yo... me veía muy bien".

En 1996, también al aquí firmante, y en 'El Mundo', Carl Lewis aseguraba: "No recuerdo a Ben Johnson, no quiero hacerlo. Quiero olvidar el pasado, yo no hablo de Ben Johnson, es la gente la que me habla a mí de él... pero Michael Johnson sí parece tener fijación conmigo, aunque no es el primero ni el único. Escúcheme bien, Superman no ha existido, nunca existió ni existirá. Ni lo ha sido Carl Lewis ni siquiera lo fue Jesse Owens... Creo que he hecho siempre lo que he podido por las comunidades negras en América. No tenemos que estar siempre rabiosos o con ideas de venganza, y esto es lo que más me importa ahora". Tras sus cuatro oros olímpicos en 1996 y 2000, entre Atlanta (tremendo récord mundial en 200, 19.32) y Sydney, Michael Johnson respondió entre líneas: "No me cuido de lo que piense la gente, ni siquiera si quien opina es Carl Lewis. Yo soy un profesional y salgo a hacer mi trabajo; como diría mi abuela, si no puedes decir nada bueno de alguien... no digas nada".

Todos los triunfos y títulos de Ben Johnson entre 1987 y 1988, con todas sus marcas, incluidos esos imponentes récords de 9.83 en el Mundial de Roma y los 9.79 de los Juegos de Seúl fueron cancelados y anulados por la Federación Internacional, IAAF. Pero nadie olvidará jamás que en 1988 dos hombres, dos atletas fuera de serie o de clase mundial, 'Weltklasse', produjeron una carrera de 500.000 dólares, a 50.000 dólares por segundo de trabajo. Fue gracias a Andreas 'Res' Brugger. Fueron Benjamin Sinclair Johnson y Frederick Carlton Lewis.