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Antes que Aubameyang estuvieron los asaltos y secuestros a Di Stéfano, Johan Cruyff... y Quini

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
02/09/2022

El asalto a la vivienda en Castelldefels del ya exbarcelonista Aubameyang, con robo más paliza al jugador (fractura de mandíbula por culatazo) y malos tratos a toda su familia ha hecho retrotraer la mirada del periodismo (?) y el público en general hacia otros episodios más o menos recientes que han afectado a figuras del fútbol: Lewandowski, Samu Castillejo,  Ansu Fati, Karim Benzema, Joaquín Sánchez, William Carvalho, Jordi Alba y, esta misma semana (frustrado), el madridista Carvajal. Pero en esta lista de desdichadas historias -que se producen por razones bastante obvias de fama, sueldos y exposición pública- se han echado a faltar (¿ignorancia, desmemoria...) una serie de casos clamorosos que, a la vista queda, se han mantenido lejos de la luz pública en estos tiempos... cuando en su día llegaron a decidir Campeonatos de Liga... e incluso Mundiales. Hablamos de las peripecias que sufrieron -por orden cronológico- tres figuras mundiales del calibre de Alfredo di Stéfano, Johan Cruyff y Enrique Castro. Sólo se trata de refrescar temas, a fin de alumbrar e iluminar senderos desconocidos -según parece- por y para la inmensa mayoría.

Sigamos ese orden cronológico, aunque desde ya toca hacer constar que la imagen que abre texto pertenece al ariete internacional asturiano y -entonces- barcelonista, justo después de la liberación del secuestro que Quini sufrió entre Barcelona y Zaragoza, entre el 1 y el 25 de marzo de 1981, a manos de una banda de 'pequeños delincuentes arruinados' (ya no tenían ni derecho a paro), que le mantuvieron oculto en un 'zulo', en Zaragoza, en espera de embolsarse una millonada por el presunto rescate. Pero cada cosa a su tiempo.

DI STÉFANO: VENEZUELA, 1963.- Acaban de cumplirse 59 años del sábado 24 de agosto de 1963, cuando el Real Madrid participaba en una Caracas bien diferente a la de hoy en lo que se llamaba 'Pequeña Copa del Mundo'/Torneo 'Ciudad de Caracas', naturalmente el torneo predecesor del llamado 'Mundialito' de la actualidad. El torneo se disputaba por costumbre en Caracas. En la lista de rivales del Real -al que entrenaba Miguel Muñoz- se hallaban Oporto, Sao Paulo, Millonarios... y el presidente de Venezuela en ese momento era Rómulo Betancourt, de vinculación e ideología no precisamente izquierdistas.

Así las cosas, cuando el Real Madrid y sus estrellas dormían en el 'Hotel Potomac', en el pastoso calor de Caracas, el teléfono sonó -'riing, riing'- en la habitación de Afredo di Stéfano, el gran 'crack' de aquel Real Madrid, poco antes de las seis de la mañana. Desde recepción se informó a 'Don Alfredo' de que unos policías lo buscaban. Pero en realidad se trataba de una celada, liderada por Paúl Del Río, hijo de republicanos españoles exiliados, quien bajo el seudónimo de Máximo Canales lideró el comando de la facción izquierdista antigubernamental (el llamado 'FALN'), que llevaba a cabo la acción.

Sólo unos minutos después de la llamada, en la puerta de la habitación de Di Stéfano aparecieron unos hombres jóvenes que se identificaron como miembros de la Policía Técnica Judicial de Venezuela y supuestamente querían interrogar al jugador sobre un presunto incidente de tráfico, con eventuales implicaciones de tráfico de drogas. Tras una serie de preguntas, Di Stéfano fue llevado a un automóvil. Dentro del vehículo, uno de los supuestos policías le confesó que eran parte del grupo guerrillero 'Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela' (FALN) y que aquéllo se trataba de un secuestro. Este hombre, Paul del Río, fallecido en abril de 2015, se autopresentó a 'La Saeta Rubia' como 'Máximo Canales'. A partir de ahí, los del comando vendaron los ojos de Di Stéfano y lo fueron trasladando de un lugar de reclusión a otro.

Di Stéfano llegó a jugar al dominó, a las cartas y a las damas con la gente del comando y hasta vio por TV carreras de caballos con sus secuestradores... mientras el tiempo pasaba. Según él mismo relató en sus 'Memorias' ('Gracias, Vieja'), solo le preocupaba su familia, su esposa Sara, allí en Madrid... y sus hijos. Al día siguiente, 25 de agosto, uno de estos hijos cumplía años. Nunca había fallado a la hora de felicitar por teléfono o telegrama. Alfredo empezó a jugar a cualquier cosa, lleno de nervios.

Desde el principio, los activistas dejaron claro a Di Stéfano que no le harían daño y sólo querían publicidad. "No se pidió dinero alguno por el rescate", recordaría el propio Del Río, unos años después, para al fin revelar: “Lo secuestramos basándonos en su fama. Eso nos ayudaba a obtener nuestros fines, gracias al prestigio y la fama del Real Madrid”.

Naturalmente, las emisoras venezolanas de radio no tuvieron más remedio que dar noticia del secuestro... y ahí, el nerviosismo se extendió a toda la delegación madridista, cuya medida de precaución fue abandonar al momento el 'Hotel Potomac' y hospedarse en la embajada de España en Caracas. Por instrucciones del propio Santiago Bernabéu no se dieron órdenes de suspender el primer partido (Oporto, 2-1 para el Real Madrid.. sin Di Stéfano). Mientras, España se iba a mantener en tensión durante tres largos días.

Primero, los secuestradores condujeron a Alfredo a un apartamento; después, a lo largo de los tres días, a una casa de campo y en fin, a un piso en el centro de Caracas. En esos tres días, las llamadas 'FALN' lograron ser conocidos en todo el mundo. A nivel publicitario, el secuestro había generado el ansiado éxito, como un 'hit' o un 'best seller'. Alfedo di Stéfano fue liberado a las 2:45 de la tarde del lunes 26 de agosto de 1963, en Caracas. Sus captores lo llevaron hasta la avenida Libertador y le dejaron instrucciones para que pudiera tomar un taxi hacia la embajada de España. La repercusión mundial del suceso fue, simplemente... extraordinaria.

Pocas horas después de la liberación de Di Stéfano, el Real Madrid tenía partido ante el Sao Paulo, siempre en el Estadio Olímpico de Caracas. El presidente Bernabéu pidió que Alfredo jugara para exhibir al mundo su propia fortaleza y la del club. Di Stéfano se alineó sólo durante el primer tiempo, el partido concluyó 0-0... y el Sao Paulo -que había vencido al Real por 2-1 en un choque de la liguilla previa- alzó el trofeo llamado 'Ciudad de Caracas'; en realidad esa 'Pequeña Copa del Mundo' caraqueña... que fue la gran víctima del secuestro de Di Stéfano. Ahí, el curioso certamen caraqueño recibió un golpe mortal del que ya no se recuperaría. Alfredo di Stéfano regresó a España sin más novedad junto con la expedición madridista... y al bajar del avión tuvo que dar decenas de explicaciones y entrevistas. 

Con 37 años cumplidos en julio de ese mismo 1963, Alfredo di Stéfano y el Real Madrid de Bernabéu se disponían a abordar la temporada futbolística 1963-64, la que iba a ser la campaña de despedida de la ilustre, inimitable carrera de Alfredo en el Real Madrid. Pero ésta ya es otra historia.

ASALTO A LA FAMILIA CRUYFF: 1977. En 2008, y en respuesta a ciertas acusaciones de su (hasta ahí) amigo Carles, 'Charly' Rexach sobre cómo "la esposa de Johan Cruyff, Danny, y su familia siempre han influido mucho en las decisiones de Johan", el propio Cruyff (fallecido en 2016) se soltó el pelo y reveló públicamente, por primera vez, cómo su ausencia en el Mundial de 1978, en Argentina (donde la Selección de los Países Bajos, sin Johan, perdió por 3-1 la final ante la 'local' Argentina de César Luis Menotti)... se debió al asalto que pocos meses antes, el 17 de septiembre de 1977 sufrió la familia Cruyff en su residencia de Barcelona. 

No hubo entonces, en 1978, cuando Cruyff dejaba el Barcelona, temas comerciales, como la disputa/separación 'Adidas' (Selección 'Oranje' holandesa)-'Puma' (Cruyff), ya resuelta en 1974, cuando Johan jugaba con su Selección con camisetas y calzonas con sólo dos bandas y sin anagrama comercial. En aquel momento, en 2008, Johan Cruyff lo despachaba así: "Charly (Rexach) debe saber que tuve bastantes problemas al final de mi época como jugador aquí y no sé si sabe que en ese momento vino alguien con un rifle a mi cabeza, yo estaba atado, mi mujer atada, los niños en el piso de Barcelona... hay momentos en que hay otros valores en la vida, la policía estuvo cuatro meses vigilando mi casa"...

Cuando Johan, 'El Profeta del Gol', murió en marzo de 2016, ya estaba decidida la publicación de su autobiografía póstuma: '14, 'La Autobiografía'. Ahí, Cruyff detalló al límite aquel ataque de 1977... que llevo a cabo un marinero de padre gallego y de madre holandesa: Carlos González Verburg, fallecido en 2014, que era bastante amigo nada menos que de Rinus Michels, entrenador holandés de Ajax, Barça y de la Seleccion 'Oranje'. 

Extractamos la descripción del propio Cruyff en su 'Autobiografía': ..."Retirarme a los 31 me rondaba por la cabeza desde jovencito. Por eso pensaba que quizá no tenía la agudeza mental suficiente para ser convocado para el equipo del Mundial, sabiendo que después de aquello la cosa se acabaría... Entonces, ocurrió algo terrible. Era 17 de septiembre de 1977, y yo estaba en casa, en un edificio de apartamentos, viendo un partido de baloncesto en el televisor, cuando lo que pensé que era un mensajero llamó al timbre. Pero cuando abrí la puerta me encontré con una pistola apretada contra mi cabeza (N. A: González Verburg siempre habló de un 'Rifle del 22') y me obligaron a tumbarme bocabajo. Todos estábamos en casa. Los niños estaban en su cuarto y aquel hombre le dijo a Danny (Danny Coster, hija del agente y comerciante holandés de diamantes Cor Coster, esposa de Johan y madre de los hijos Chantal, Susila y Johan-Jordi)... que ella también se tumbara. Yo intenté razonar con él: '¿Quieres dinero? ¿Qué quieres?'

...Me ató y me amarró a un mueble. Para hacerlo, tuvo que dejar la pistola un momento, la perdió y entonces Danny se levantó y salió de la habitación y del edificio. El cabrón la persiguió. Yo pude liberarme y coger la pistola para asegurarme de que no lo hacía él. Hubo tantos gritos que se abrieron las puertas de todo el edificio. Enseguida le redujeron...

...Más tarde se supo que delante de nuestro apartamento había una furgoneta aparcada, con un colchón dentro, de modo que todo apuntaba a un secuestro como los que se producían en España en aquella época. No sé por qué lo hizo y nunca me ha interesado. Tampoco intenté averiguarlo más tarde. Solo había una cosa que importaba y era que ese hombre estuviera fuera de nuestra vida.

Los seis meses siguientes, más o menos, fueron espantosos. Teníamos vigilancia policial permanente. Cuando me iba de viaje, cuando llevaba a los niños al colegio, cuando iba a entrenar o a jugar con el Barcelona. Siempre había gente conmigo, siempre tenía gente a mi alrededor. Siempre había un coche de policía en las proximidades o a la vista o conduciendo detrás de mí. Unos agentes dormían en nuestra sala de estar todas las noches. Aquella atmósfera era insoportable. Insostenible. El estrés era tal que no lo podía soportar. Ni siquiera podía liberarme un poco hablando de ello. La Policía no paraba de repetir una y otra vez, 'por favor, no digas nada, porque podrías dar ideas a otros locos'. En esa situación tú no dejas sola a tu familia durante ocho semanas, así que no había manera de que yo fuera al Mundial de Argentina con el equipo nacional holandés. Si juegas un Mundial tienes que hacerlo totalmente concentrado. Si no lo estás, o tienes distracciones, o dudas, o lo que sea, no debes hacerlo. Porque no saldrá nada bueno.

...Ernst Happel, el seleccionador de Holanda, vino a verme a Barcelona para hablar sobre mi renuncia, pero yo no dudé ni por un segundo. Como me habían ordenado no decir nada sobre el intento de secuestro, dije a Happel que no estaba en el estado físico y mental adecuado para jugar un torneo importante. Creo que no le convencí, porque un Mundial está en otro nivel. Un gran deportista como Happel tenía la sensación de que perder una oportunidad así no estaba bien, pero no podía contarle toda la historia. Entonces se puso en marcha en Holanda la campaña nacional 'Hay que convencer a Cruyff". Recibí sacas postales llenas de peticiones de aficionados rogándome que jugase con la selección holandesa y suplicándome que cambiara de opinión. Pero la seguridad de mi familia estaba por delante, así que no me costó ningún esfuerzo mantenerme en mis trece. Tras el intento de secuestro, no dudé ni por un momento sobre no ir a Argentina.  Habría sido una locura abandonar a mi familia en aquellas circunstancias. 

...Por desgracia, sufrimos durante mucho tiempo las consecuencias del intento de secuestro. Danny y yo nos enteramos de que los culpables sabían que nosotros teníamos niños... así que, por seguridad, nos hicimos con dos 'dóberman' y toda la familia recibió entrenamiento para saber tratar a los perros. La Policía nos recomendó que nos deshiciéramos de ellos, 'porque imagínate si atacan a un intruso'. Yo respondí que precisamente ésa era la intención". 

ADIÓS AL MUNDIAL DE ARGENTINA.- Continuaba Johan Cruyff: "Al final, me perdí el Mundial de Argentina por distintas razones. Y, visto en perspectiva, así perdí la oportunidad de retirarme en la cima...  Sentía lo que habría podido hacer si hubiera estado allí, pero sabiendo que habría tenido que dejar a mi familia atrás para conseguirlo. Y no podía hacer eso.

...¿Podríamos haber ganado si yo hubiera estado allí? Sinceramente, creo que tal vez sí. Porque mis cualidades, incluso entonces, habrían sido un valor añadido. Ya lo habíamos demostrado el año anterior en Wembley, cuando ganamos a Inglaterra 2-0 y al día siguiente apareció en los periódicos ingleses este titular: 'A total sight of football delight' ('La imagen perfecta del placer del fútbol', en juego inglés de palabras). Una frase preciosa que jamás he olvidado. Incluso sentía que, como selección, habíamos avanzado respecto a 1974. Podría haberme unido a ella, pero decidí no hacerlo. Entonces, cuando estuve retransmitiendo la final en la BBC, que perdimos 3-1 en prórroga después de que nos quitaron un penalti en el segundo tiempo y estrellamos un poste en el minuto 90, con 1-1 (Rensenbrink)... me vi pensando: 'Jó cómo me habría gustado estar allí'.

Todo fue muy raro y bastante triste. Como no podían hacerse públicos los auténticos motivos, mi mujer tuvo que volver a soportar muchas cosas. La ridícula historia de las llamadas de Danny a la concentración en 1974 fue seguida en 1978 por las acusaciones de que Danny era el genio maligno responsable de mi rechazo a jugar en Argentina. Pero, si ha existido una sola mujer de futbolista que nunca ha buscado publicidad, esa ha sido ella, sin duda. Y, sin embargo, la convirtieron en la culpable de casi todo. Durante décadas no dije nada al respecto, pero los rumores y las acusaciones volvían a aflorar regularmente. Eran como una bofetada en la cara constante para nuestra familia. Después de casi 30 años, cuando mis hijos ya se habían ido de casa, decidí contar la verdad. Con eso se acabó. Definitivamente. Sin embargo, después de todos estos años, sigo alerta siempre, esté donde esté, por si la prensa está al acecho. Incluso he desarrollado cierta fobia a abrir la boca en mi casa. He tenido que aprender a sobrellevarlo, no me queda más remedio...

..."Pese a todas las presiones en Cataluña, yo me dedicaba al fútbol, no a la política. Sí invertí en ganadería porcina (...) Durante un tiempo pensé que lo estaba haciendo bien, hasta que empecé a perder dinero a mansalva y mi suegro, Cor Coster, vino de visita a Barcelona. '¿Qué has hecho?', me preguntó. Le conté que había comprado tres parcelas urbanizables. Cor me pidió enseguida ver los documentos de propiedad (...) Y empezó a echarme la bronca. Yo había pagado, pero nunca había pedido ver los papeles. No tenía costumbre de hacerlo. 

En 1978, Josep Lluís Núñez se convirtió en presidente del Barcelona y enseguida me hizo una jugarreta, la primera de muchas. Durante años, los clubes españoles habían pagado los impuestos de sus jugadores. Pero, en un momento dado, se cambió la ley y todo el mundo tuvo que hacer una declaración retroactiva de impuestos. El club dijo que se haría cargo de la deuda de todos los jugadores, excepto de la mía. Porque, como estaba a punto de irme del Barcelona, Núñez se negaba a pagar por mí, aunque se trataba de dinero que yo había ganado como jugador dentro del club. Como necesitaba al resto del equipo para la nueva temporada, a ellos sí que les solucionó el problema, pero yo no iba a estar allí, así que tuve que arreglármelas solo...

 ...Después de aquel último resbalón no volví a invertir nunca más. Sé que tengo dinero y que lleva años en el banco, pero no tengo ni idea de si me pagan intereses o si me produce algo por algún sitio. Puede sonar estúpido, pero no es algo que me interese lo más mínimo. Un sobrino se ocupa ahora de mis asuntos bancarios y me advierte si pasa algo que debería saber. Rápidamente, eliminé los fallos de mi sistema. Creo que cada uno tiene su destino. El mío era, seguramente, dejar el fútbol siendo aún joven, cometer una estupidez (económica) enorme y retomar el camino del fútbol. En realidad, esa es toda mi historia como futbolista resumida en tres líneas. 

Estoy acostumbrado al 'poldermodel' holandés; es decir, a llegar al consenso desde opiniones opuestas. A darles vueltas a las cosas hasta llegar a una solución para todos. Eso nunca se ha hecho en España. Nadie está dispuesto a ceder. Nadie en absoluto. Ni los que quieren separarse en Cataluña, ni los que quieren seguir juntos, ni los de Madrid. Pero si no tienes una mayoría, no te queda más remedio que trabajar con los demás. Y, si tienes que hacerlo, debes poder observar los problemas de los otros. Por eso es tan interesante leer las crónicas políticas. Para ver quién acaba entendiendo antes. Algunas cosas me parecen ridículas. Por ejemplo, enseñar idiomas a los niños es lo mejor que puedes proporcionarles en su educación, para que puedan comunicarse con todo el mundo. Para optimizar su desarrollo. Es increíblemente bueno que alguien domine otra lengua, al menos, eso pienso yo. Durante mi educación siempre me decían: 'Hijo, viaja y aprende idiomas para poder comunicarte con todo el mundo".

(Mientras, Carlos González Verburg, que en aquellos tiempos del asalto a Cruyff se daba a las drogas, había tratado de huir a la carrera por el garaje del domicilio de los Cruyff, aquel 17.9.77... hasta que fue rodeado por los vecinos. Fue detenido e internado en la Cárcel Modelo de Barcelona, donde se corrió la voz de que aquel hombre había encañonado a Johan Cruyff y había aterrorizado a toda la familia. A las pocas semanas cuatro presos lo rodearon y le dieron una btutal paliza; Carlos G. V. se llevó varias semanas en la enfermería de la Modelo. Pero no pasó mucho tiempo en prisión, como dos o tres años. Los vecinos del pueblo de origen de su familia, Seixo, en Pontevedra -aunque González Verburg había nacido en Barcelona- contribuyeron a pagar la fianza. Curiosamente, medió en favor del asaltante el doctor pontevedrés Rafael González Adrio, amigo del padre de González, exjugador de baloncesto de Barcelona y Real Madrid, traumatólogo de prestigio, jefe de los servicios médicos del FC Barcelona durante 18 años y, con el tiempo... uno de los médicos de confianza de un tal Johan Cruyff. En 2014, González Verburg murió tras una trombosis; pero antes, el 25.6.1978 y sin el alejado Johan Cruyff, la Selección 'Oranje' de Ernst Happel había perdido la final del Mundial de Argentina por 3-1 ante la Argentina de César Menotti, del flamante sevillista Ricardo Daniel Bertoni... y del Teniente General Jorge Rafael Videla. Aquella final de infamia de aquel Mundial...'de la infamia').

EL SECUESTRO DE QUINI: MARZO DE 1981.- El 1 de marzo de 1981, después de un 6-0 del Barcelona al Hércules (con dos tantos del propio Quini) que confirmaba al Barça -dirigido por Helenio Herrera- en la segunda plaza del Campeonato de Liga 80-81, a la caza y a sólo dos puntos del líder, Atlético de Madrid... el delantero asturiano e internacional Enrique Castro, 'Quini', 'El Brujo', fue secuestrado en Barcelona, poco después de las nueve de la noche. Tras el partido, Quini se dirigió a su domicilio, desde el Camp Nou. Ya en casa, según él mismo relató, dejó puesto el aparato de vídeo para grabar partidos, "sobre las nueve de la noche, llamé a mis suegros y después salí a buscar a mi familia, con mi esposa, Mari Nieves, que venían en el avión de Asturias. Pero me cogieron de mi coche, me pusieron una capucha y una cinta en el cuello, me ataron las manos y me metieron en un cajón. Me dijeron que estuviera preparado para un largo viaje..."

El 'largo viaje' en cuestión era a Zaragoza; específicamente a una especie de 'zulo' situado en un sótano muy húmedo por la proximidad y el nivel en relación a los ríos Ebro y Huerva. El sótano se hallaba debajo de un taller de motocicletas y electromecánica, regentado por tres socios bastante arruinados. José Eduardo Sendino, Fernando Pellejero y el barcelonés Víctor M. Díaz Esteban, en el barrio zaragozano de Sementales/Tenerías, calle Jerónimo Vicens, número 13. El taller estaba regentado directamente por Sendino y Pellejero, a quienes Díaz Esteban -verdadero 'cerebro' de la tramoya- suministraba desde Barcelona las piezas de las motocicletas. Pagaban alrededor de 300 pesetas (1,80 euros) de la época por el alquiler del local, de 60 metros cuadrados. Díaz Esteban fue quien insistió en la buena posibilidad de la 'Operación Quini'.

En la huida a Zaragoza, Sendino y Pellejero cambiaron el automóvil por una furgoneta. La tardanza de Quini en aparecer ante su familia -mujer e hijos, que se habían encontrado el piso con las luces encendidas y sin Quini, a su llegada a Barcelona- hizo poner el caso en manos de la Policía. Hasta unas horas más tarde no se encontró la primera pista: una carta abandonada en una cabina de teléfonos, en la zona de Hospitalet, y con la firma anexa del propio Quini, anunciaba que el jugador había sido secuestrado, que se encontraba 'bien' y que se pedían 70 millones de pesetas por el rescate, poco menos de 450.000 euros de hoy. Y no; no era el denominado 'Batallón catalano-Español', quien lanzó una reivindicación llena de humor 'negro': "Un equipo separatista no puede ganar la Liga".

En el sótano del taller, ese 'semizulo' de 3,5x2,5 metros, tan húmedo por la proximidad de los ríos y al que fue desembarcado desde un cajón de madera, Quini perdió la noción del tiempo. Y se despidió del mundo hasta algo más de tres semanas después, el 25 de marzo de 1981. "No me dejaron leer la Prensa ni escuchar la radio. Pedí un televisor, y aunque se veía muy mal, por lo menos oía la voz", revelaría después el jugador secuestrado. El único contacto con su familia fue una cinta que le grabó a su mujer diciéndole que estaba bien. Durante esas tres semanas, los secuestradores le estuvieron alimentando de bocadillos que compraban en el zaragozano Bar 'Miraflores', que aún existe y cuyo propietario hizo bastante fortuna vendiendo 'los bocadillos que se come Quini'. Los secuestradores habían tapiado una parte del sótano y metían los jugosos bocadillos maños desde arriba y por una trampilla. 

La tremenda situación duró tres semanas completas, en la que el defensa internacional José Ramón Alesanco se hizo portavoz de la plantilla barcelonista, junto a Antonio Olmo; junto a elementos de la Policía y al propio presidente Núñez, Alesanco y Olmo pasaron varias noches en la residencia barcelonesa de Quini, a cuyo teléfono fijo era donde llamaban los secuestradores. Mientras, y para disgusto y repulsa de la plantilla, el presidente Núñez, de acuerdo con un ya veterano Helenio Herrera, hizo jugar al equipo dos partidos de la importancia de las visitas al líder, Atlético de Madrid, y el potente Salamanca. Fueron sendas derrotas por 1-0 y 2-1. Puede afirmarse que el Barcelona perdió la Liga justo en ese tramo del secuestro de Quini, con la plantilla rebelada a rebufo de frases tan contundentes como ésta del internacional alemán Bernd Schuster: "Además de piernas, los futbolistas también tenemos corazón". 

El danés Allan Simonsen advirtió de que pensaba enviar a su familia a Dinamarca. El 'Torito' Zuviría amenazó: "Si vienen a por mí, les espero con una escopeta”. El vicepresidente barcelonista Nicolás Casaus llegó a decir: “Estoy dispuesto a dar mi vida por la libertad de Quini”. A esas dos derrotas del Barça sucedieron un 0-0 con el Zaragoza en el Camp Nou y, ya con Quini liberado, el 28 de marzo... y un fracaso estrepitoso en el 'Santiago Bernabéu', ante el Real Madrid: 3-0. Esa Liga 80-81 la conquistó la Real Sociedad de Arconada&Co en empate final a 45 puntos con el Real Madrid; el Betis cerró en 40 puntos, sexto... y el Sevilla, octavo, en 37 puntos. Naturalmente, Schuster culpó a Núñez y a Herrera de "habernos obligado a jugar" y, también naturamente, de "hacernos perder la Liga".

...Mientras, el secuestro no se desbloqueaba entre las llamadas y ofertas -a diario- de Díaz Esteban y sus socios... y las reticencias y contraofertas entre los secuestradores, Núñez y la Policía, con Quini a base de bocadillos del 'Miraflores'... y muerto de frío. "Pagad cuanto antes, que Quini come como una lima, y ya veremos", insistía por teléfono el secuestrador Pellejero. Fracasaron el balizamiento y monitorización de cabinas telefónicas en Barcelona y las recompensas por pistas, que sólo generaron un aluvión de llamadas 'fake'. La cantidad demandada como rescate ya se redondeó en 100 millones de pesetas: 600.000 euros al cambio de hoy. De Núñez cayó una sentencia lapidaria, directa como un 'crochet' al rostro de Mari Nieves, la esposa del jugador secuestrado: "Quini no vale 100 millones",

El 20 de marzo se llegó al acuerdo de que los secuestradores aceptaban una oferta sugerida por la Policía y que transmitió la misma Mari Nieves, señora de Enrique Castro. Los secuestradores aceptaban el ingreso del botín de 100 millones de pesetas a una cuenta del banco suizo Credit Suisse, en Ginebra, por vía de la empresa relojera Omega, que tenía contrato con el Barça. El propio Casaus viajó a Suiza para supervisar la operación, que se hizo efectiva en caja del Credit Suisse con fecha 24 de marzo de 1981. 

El 25 de marzo, las autoridades de Suiza acceden a la petición del Barcelona y de la Policía española de levantar el 'sacrosanto' secreto bancario helvético. La cuenta de Credit Suisse en la que recae el abono del botín va a nombre de Díaz Esteban, quien ya había viajado a Suiza para abrir y manejar la cuenta... y extrae del Credit Suisse de Ginebra -cribado policialmente con efectivos disfrazados- un millón de pesetas en dólares. La Policía de Suiza descubre el hotel de Ginebra donde se aloja Díaz Esteban, al que siguen hasta el aeropuerto ginebrino y detienen (18:00 horas) cuando se dispone a tomar un vuelo inicial con destino a París. Interrogado al momento, Díaz Esteban -quien viajaba con dos pistolas que no llegó a usar- confesó 'ipso facto' el paradero de Quini, en aquel pútrido sótano situado en la zaragozana calle de Jerónimo Vicens, 13. A las 22:00, la Policía Nacional española 'reventó' el taller de Zaragoza, detuvo a un segundo secuestrador -era Pellejero; Sendino caería poco después, en la calle Francisco de Vitoria, cuando huía de la 'Secreta'- y al fin se libera a Quini. Ocurre justo cuando la Selección española estaba derrotando a Inglaterra por 1-2 en Wembley, en partido memorable de Enrique Montero, el genial internacional sevillista del Puerto de Santa María. 

No hubo disparos, pero Quini escuchó algún ruido. "Entró entonces un chico joven, rubio y con bigote, y como no sabía quién era, traté de cubrirme con el colchón de gomaespuma, El me dijo: 'Tranquilo, soy policía"... a las 23:30 horas, Quini ya volaba hacia Barcelona dentro de un 'SEAT 131' de la Policía. Fue recibido pasadas las dos de la madrugada a los sones de 'Asturias, patria querida", no sin haber dicho a los policías que quería entrenarse ya al día siguiente para jugar el domingo contra el Real Madrid (algo que no sucedió).

Los secuestradores de Quini fueron condenados a 13 años de cárcel. Pero, como en el caso del frustrado asaltante de Cruyff, el tercer grado les vino pronto, bastante antes de cumplir la decena de años. Inclusive, Quini consiguió que a Sendino -del que el propio Enrique Castro decía que era 'muy buena persona'- le pusieran pronto en ese tercer grado en la Cárcel Modelo, en Barcelona y hasta le apoyó para un empleo de mecánico en la cadena de montaje de 'Alfa Romeo'. Sin duda, Enrique Castro fue el mejor abogado de sus secuestradores. El local zaragozano de Jerónimo Vicens se cerró al poco de que lo abandonara un grupo musical maño que ensayaba allí, por 150 euros al mes. El sótano, el 'zulo'... seguía tal cual, allí mismo. El corazón de Enrique Castro, 'Quini', se detuvo de repente en marzo de 2018. Sin duda que lo de Aubameyang ha sido grave. Pero repasen lo que dice 'ese' Schuster, repasen...