

Polster, José María Negrillo y sus meriendas en una confitería que ya es historia
![]() José Antonio Jiménez 10/04/2025 |
Que se conozca el cierre de un local con más de 40 años de historia ha dejado de ser noticia a orillas del Guadalquivir. Desgraciadamente, se ha convertido en algo ordinario que todos los días nos enteremos del adiós de una droguería, librería, bar o papelería con lustros y lustros de vida. Lugares tradicionales que no han podido sobrevivir en una ciudad que se ha abrazado al turismo sin pedirle consejo a sus habitantes. Y es que todo lo que no sean negocios orientados al guiri de turno en el Casco Antiguo o Centro de Sevilla está condenado al fracaso. O al cierre más o menos cantado.
Estos días previos a la Semana Santa que muchos aseguran será pasado por agua, ha dicho adiós una cafetería-pastelería que vivió días de vinos y rosas en la década de los 80-90 del siglo pasado, en la que casi tocaba pedir cita previa para degustar sus productos… Un lugar indispensable para merendar, situado en plena Ronda de Capuchinos… que contaba con dos clientes que, casi sin querer, les generaban ingresos a sus dueños. Y es que más de uno y más de dos se tomaba un palo de nata con dos metros de eslora o un petisú en un lugar más coqueto que funcional si podía consumirlo al lado de uno de los mejores delanteros que ha pisado nuestra tierra. Toni Polster.
¿Por qué merendaba el austriaco en La Pradera? Su amistad con José María Negrillo (fue su traductor personal durante sus primeras semanas por estas tierras), mano derecha de Max Merkel, explicaba que ambos quedaran de vez en cuando para pasar la tarde al lado de la casa de un entrenador que, siendo segundo de Merkel en el Atlético de Madrid, le recomendó al Sevilla FC un extremo. Hasta no hace mucho, cuando su cierre parecía inevitable... pero no cercano, sus paredes conservaban alguna que otra foto de Polster vestido de blanco con su correspondiente autógrafo.
Años después de que un delantero de máximo nivel no tuviera problemas en compartir espacio con hinchas de Betis y Sevilla, curiosos que respetaban a su ídolo sin que nadie se lo demandara, es imposible que un delantero bético o sevillista, por muy malo que sea, emule al amigo de Negrillo. Desgraciadamente, ni hay pastelerías como La Pradera para que se vean este tipo de estampas ni los deportistas de élite (puede que haya alguna rara excepción) son capaces de pasar la tarde escuchando a su lado las críticas o halagos de sus incondicionales. Cosas de esa globalización que tanto condiciona nuestra existencia.