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Más allá de la estadística

Lucas Haurie
Lucas Haurie
18/01/2022

La goleada con la que el Betis ha prolongado su fiesta de la Copa y ha atornillado al Alavés en la zona de descenso marca un hito en la temporada del equipo de Manuel Pellegrini, que está "degenerando" en recital realizador. Los béticos totalizan 62 en 31 partidos oficiales esta temporada, clavada la media de dos por comparecencia, mientras que la temporada pasada marcaron 61 en 43. Un tanto más en ocho partidos menos. Nabil Fekir contribuyó al festival con una asistencia, espléndido su pase láser a Juanmi, y aquí se detiene su aportación contable pero… ¿cómo ignorar la plasticidad del voleón que estrelló en la cruceta mediada la segunda parte? Estaba en fuera de juego, sí, ¿y? Cuando hay un artista en el campo, se traga uno todo el credo pragmático de su confesión resultadista para aprender a apreciar que, a veces, un número (circense) está por encima de los números. 

Eficaz, pese a todo, Borja Iglesias

Al compostelano Borja Iglesias podría contársele el chiste del gallego que se gastó mil euros, entre pitos y flautas, en una noche de juega. "¿Y cómo fue, filhinho?" "Pues quinientos en pitos y otros quinientos en flautas". Sin que nadie sepa muy bien cómo, el delantero bético honra su condición de suplente de lujo alcanzado la decena de dianas en las tres competiciones, alguno de ellos de gran valor como el que hizo en Mendizorroza en la primera vuelta. Costó demasiado caro para las prestaciones que ofrece, ha palidecido ante la racha de Juanmi y todos, Pellegrini el primero, consideramos a Willian José el primero en el escalafón. Cierto. Pero diez chicharros no son pocos y el que abrió el marcador, además de importante, fue espléndido en su ejecución.  

Un bético de blanquiazul

Luis Rioja, bético de Las Cabezas de San Juan y canterano del Real Madrid, había sido de lo poco salvable de su equipo en la primera parte. Interior zurdo habilidoso y bullidor, disparó con peligro sobre Claudio Bravo cuando el Alavés perdía por la mínima, siguió a Bellerín cuando el lateral subía la banda y le ponía un gramo de rebeldía a un huésped bovino, resignado mansamente a la derrota. En el descanso, camino del vestuario, le pidió la camiseta a Nabil Fekir… Que no pasa nada, claro, pero el profesional debería considerar que el hincha babazorro, que también tiene su corazoncito, no merecía ese puñado de sal sobre su herida. Entre el regalo de Miazga y el descuido de Rioja, la filípica de Mendilibar en el descanso fue segura digna de escucharse.