Dios también cansa

Antonio Félix
Antonio Félix
25/05/2023

El Betis se va a meter en la Europa League, probablemente más por falta de rival que por sus méritos en un último tramo de temporada al que ha llegado completamente fundido. Pero, por tercer año, va a jugar en la competición donde reina quien reina. Desde un punto de vista objetivo, podría considerarse lo normal. Hace unos días, un estudio colocó al club verdiblanco como el cuarto más potente del campeonato. Sin ser tan optimistas, por masa social y músculo económico resulta indiscutible situar al Betis entre los siete primeros. Está, pues, donde debe estar. Pero los vaivenes de este singular club, tan zarandeado en el cambio de siglo y aún bajo un evidente complejo de inferioridad que no han terminado de mitigar (tal vez porque tampoco interese del todo) sus dirigentes, provoca que la consideración general sea reconocer como sobresaliente el citado dato, tercera temporada en Europa con una Copa del Rey como dulce por medio. Fenomenal, pues, la obra de Dios.

Dios, en el Betis, es Manuel Luis Pellegrini Ripamonti, 69 años, desde los 66 impartiendo magisterio en el coliseo de La Palmera, del que guarda todas las llaves. Nada escapa al criterio del Divino Ingeniero, a quien el club se ha entregado no sin poca razón. La directiva ha proporcionado estabilidad y José Miguel, los directores deportivos o váyase usted a saber quién han ido incorporando jugadores de tremenda calidad, pero nadie discute que, entre todo ello, la piedra filosofal, el factor diferencial para el éxito del Betis en los últimos años ha sido don Manuel. Una cuestión sin debate. Al menos hasta ahora.

El penosito final de curso que está protagonizando el equipo de Pellegrini ha alentado sospechas sobre el agotamiento de una relación que ya durante la temporada transitó por fases convulsas. Ninguna como la ruptura entre el técnico y su antiguo compañero Antonio Cordón. Para suavizar la marcha, en plena campaña aún, del director deportivo se filtraron irrechazables ofertas que, al parecer, habrían anticipado su adiós. Se habló del Barcelona, del Villa de Emery… Al final, Cordón va a acabar en el Olympiakos, con lo que sobran las preguntas, señoría.

No entraremos en especulaciones de salsa rosa que giran en torno a dicha ruptura. Pero mencionaremos dos hechos claves. Uno, la desconfianza que generó en Pellegrini la venta (que ya él mismo paró en verano) de Alex Moreno en invierno,  aceptando el criterio de la dirección deportiva sobre el sustituto que tendría, el tibio Abner Vinicius, presentado sin embargo como la reencarnación de Roberto Carlos. Dos, la obstinación del entrenador en traer a Ayoze en contra del dictamen de la dirección deportiva, que no veía firmar a otro veterano para un puesto que se consideraba cubierto. Desde su llegada, Ayoze se desveló absolutamente esencial para Pellegrini, en cualquiera de las posiciones de ataque, al punto de defenestrar a otros jugadores como Juanmi o William José. Nadie en su sano juicio duda de la calidad de Ayoze. Como tampoco de su escasa puntería. En 16 partidos con el Betis ha metido dos goles. Con menos tiempo jugado en una temporada truncada por una rotura de ligamentos, Juanmi lleva cuatro. El pasado curso hizo 20. ¡Oh, Juan Miguel…! 

La elección de Ramón Planes como nuevo director deportivo tampoco ha resultado inocua en este panorama. El Betis ha apostado por un técnico de gama alta, presentado a bombo y platillo por el club como el descubridor de Pedri (ya van 503), Araújo, Gavi y, por poco, de Haaland y M’Bappé. Planes, que pese a todo eso estaba en el Getafe, viene de tenérselas tiesas con otro entrenador de carácter, Quique Flores, que hace dos tardes lo puso de vuelta y media. Es difícil pensar que alguien con esos precedentes y ese perfil vaya a encajar en la manera de hacer las cosas en el Betis, que podríamos resumir en una simple e irrebatible sentencia: ‘Lo que diga don Manuel’. Veremos.

De fondo, late una erosión en la relación entre Pellegrini y el entorno, cuyas opiniones y decisiones privadas no casan con su entregada devoción pública. El entrenador, por su lado, merece estar irritado por el amateurismo del que, un año más, han hecho gala los dirigentes, incapaces de actuar con mano firme para evitar veleidades y mantener la concentración de todos en lo que debiera haber sido un único y enfermizo objetivo: la clasificación para la Champions. Al respecto, conviene recordar ciertos hitos. Como que el club decidiera anunciar la retirada de Joaquín prácticamente en vísperas de recibir a la Real, con la opción de sobrepasarla en la cuarta plaza ganándole en el Villamarín. Hoy el Betis está a 12 puntos del cuarto. O la decisión de presentar, igualmente, a Planes, derivando el debate sobre fichajes y futuro, en una semana crucial para pelear la quinta plaza, clave para el club si se cumplía el presagio del vicepresidente, López Catalán, sobre la expulsión por la UEFA del Barcelona. Hoy esa quinta plaza ha quedado a siete. ¿Casualidades? Sólo en el reino de los lelos, un lugar en el que incluso Dios se puede hartar.

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