

Guasa
![]() Antonio Félix 23/04/2025 |
Llevo unos días realizando una encuesta entre los béticos que encuentro a mi paso. La hipotética situación es ésta: última jornada de Liga, Sevilla-Villarreal; un triunfo local mete al Betis en la Champions; una derrota manda a los de Nervión a Segunda. ¿Qué prefiere usted, señor bético?
Hasta hoy, el 99 por ciento me dice que baje el Sevilla y le den por saco a la Champions. Respuesta que desvela la razón fundamental de la convivencia de estos dos bárbaros pueblos en esta pequeña región: la guasa. Sin ella, esto dejaría en una broma al cuento de la criada.
Dejando de lado el atávico mal deseado al prójimo, llama la atención el énfasis que ponen algunos béticos en despreciar la Champions, su temor a las, al parecer, fatales consecuencias que conlleva para los medianos de la tierra acceder, aunque sea efímeramente, al parnaso de los mejores equipos de Europa. Lo que hasta hace dos días era una teoría en apariencia excéntrica y descabellada de don Lucas Haurie, ahora resulta un clamor.
Este tentarse las vestiduras, temer que el jamoncito de hoy va a ser hambre para mañana, resulta particularmente sorprendente en Sevilla, ciudad por antonomasia del Carpe Diem. Y, sin embargo, al ciudadano que pierde el sentido por el crédito para el pescaíto del Real parece preocuparle mucho el que vaya a contraer el Betis por sentarse en la mesa de los gigantes. Curioso.
No le falta razón, en último término, a ese ciudadano verde y blanco. No hay más que recordar que el club sigue viviendo de prestado. El exitazo de esta temporada, de hecho, se debe esencialmente al impulso que el equipo adquirió en el mercado de invierno, marcado por la tiesura revelada por los gobernantes antes del volantazo que cuatro malos resultados y el pavor ante la presión popular condujo a Antony. Son imbricados, a veces, los caminos del señor, pero qué importan cuando llevan a la gloria.
El asunto, pues, es confiar en que el antaño sospechoso y ahora elogiado Fajardo y su equipo de fichadores mantengan el tino en el, de habitual, hiperinflaccionado mercado de la Champions, y se prolongue un equipo de talento y fondo que aguante la compostura en todas las competiciones. Un bendito dilema que, al parecer, al bético le gustaría evitar por variadas razones, desde el temor al batacazo por la desconfianza en los gestores al disgusto de vivirlo en la incomodidad del Olímpico. Y que, desde luego, no aguanta la comparación con el placer, si le dan a elegir, de ver al gran enemigo arrastrándose por el fango.