muchodeporte.com Real Betis Balompié

Cosas de niños

Antonio Félix
Antonio Félix
17/01/2019

Los hechos son los siguientes: a) El Betis juega maravillosamente al fútbol, pero b) el Betis no marca goles, y muy especialmente c) los delanteros del Betis no marcan goles; por lo demás d) el Betis tiene 15 millones de euros en la caja... Todo lo cual conducía, obvia, inapelablemente, a la conclusión que iba a sacar el club verdiblanco de cara al mercado de invierno: fichar a un delantero de 18 años y con apenas un puñado de partidos jugados en el superpotente fútbol mexicano. Decididamente, si no existiera el Betis, habría que inventarlo. Antes de que Lainez se arranque y nos demuestre que es el nuevo Messi, que con el Betis por medio todo puede ser, la primera consecuencia de su fichaje ha sido caldear las ya de natural delicadas relaciones entre el entrenador Quique Setién y el director deportivo Lorenzo Serra, dos antagonistas en cuyo equilibrio se sostiene, en esencia, el éxito del modelo verdiblanco. Tras el fichaje del crío, Setién se apresuró a anunciar que había poco que esperar de él esta temporada y Serra se apresuró a responder que era el delantero que el equipo necesitaba para el futuro y para ya. Dicho quedó que el desapego entre quien entrena y quien ficha no es necesariamente dañino en el fútbol; al contrario, bien medida, esa tensión entre tan íntimos contendientes provoca que ofrezcan lo mejor para el equipo. El mismo Betis puede dar fe de ello. Pero tales fricciones conllevan su riesgo: descontroladas, dan lugar a incendios devastadores. En estos poderosos combates de egos ayuda un presidente con ascendencia para poner orden. El Betis no lo tiene.

El ojo de Lorenzo Serra para fichar está fuera de toda duda. No son pocos béticos quienes ven en él un remedo de Monchi para el bando verdiblanco. Efectivamente, como el gato de San Fernando, Serra está mostrando un inusitado talento para descubrir gangas de oro (Canales, Lo Celso...) y una preocupante inclinación a malgastar las perras en los fichajes gordos (Carvalho y ahora Lainez). Exigir a Setién paliar la tremebunda sequía bética con un juvenil sin cuajo parece ir demasiado lejos. Tal vez sea una manera de demostrar quién manda realmente aquí. En esa pelea de gallos sólo hay una cosa segura: si hay factura, la pagará el Betis.

Diga lo que diga don Lorenzo, lo que sea Lainez lo será problablemente en el futuro. Desde luego es bueno pensar en el mañana, pero nunca antes de tener resuelto el ahora. Con Lainez, el Betis no atenúa el intenso temor de perder el tren, el fabuloso tren que se le ha presentado esta temporada. Si no cambian mucho las cosas, tal vez los béticos puedan contar a sus nietos que hubo un año en que su equipo jugó mejor que nadie, que vapuleó al Sevilla, y al Madrid, y al Barça y al Milan. Y que, ese año, el Betis quedó octavo.