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De Sócrates a Joaquín

Antonio Félix
Antonio Félix
08/04/2020

De Sócrates aprendí varias cosas. Lo bien que se podía jugar al fútbol. Que perder no era realmente lo mismo que ser derrotado. Que el fútbol era mucho más, o podía llegar a serlo gracias a jugadores como él. Hoy en día me cuesta recordar a algún futbolista del equipo que ganó el Mundial de España, más allá del sinvergüenza de Paolo Rossi, pero os seguiría nombrando de una tacada al fabuloso conjunto con que nos maravilló Brasil. Lo comandaba Sócrates, que decía cosas como que al balón jugaban los artistas o que se podía ganar o perder, pero siempre en democracia. Eso, en una nación bajo dictadura, aunque fuera cenital, ya era mucho decir.

Un día caí en que los ídolos que tenía habían sido algo más que futbolistas. Y, por un momento, ligué la teoría de que para llegar a ser un gran jugador habría que ser antes un librepensador, un filósofo, un revolucionario. Teoría, por supuesto, que los tiempos arrollarían merced al advenimiento de genios vacuos como Messi o Cristiano. Pero durante años no fueron pocos los casos que alimentaron mi ensoñación. Johan Cruyff, quien más. A Cruyff me lo reveló mi tío, cuyo acérrimo madridismo no impedía su absoluta abnegación hacia el juego del Flaco, Nureyev en la hierba, y su compromiso ético, exaltado en su renuncia a jugar el Mundial en el apogeo de la dictadura de Argentina. Una leyenda que Cruyff alimentó con su silencio durante 30 años, y que bien estaría que hubiera seguido así.

Más recientemente y en cierta intimidad, adoré a Frederic Kanouté, que tenía un fútbol estructuralmente inaudito y un compromiso radical con causas como la identidad cultural, la bajeza del racismo, la hipócrita e inservible solución de la caridad con África. Me gustaría saber lo que opina sobre estos tiempos de angustia. Pero Kanouté ha salido del foco. Ni se le escucha a él ni a quienes ahora están en el ajo. No hay discurso, ideas o debate. Todo lo más, exabruptos desmedidos, tan a la moda en la era del Telecinco subvencionado y la caverna de twitter. ¿Dónde están las voces de los futbolistas a los que seguimos? Qué piensan sobre cómo hemos llegado a esto, y cómo vamos a salir. Sobre qué esfuerzos estamos dispuestos a hacer cuando la epidemia alcance a los más pobres (que no, no somos nosotros), sobre qué vamos a reclamarles a nuestros líderes. Qué piensan sobre la sociedad que nos espera, el advenimiento de falsos profetas, el discurso del miedo, la amenaza a nuestra libertad.

Me dirán que no es su misión, que es injusto cargarles con tamaña responsabilidad. Y están en lo cierto. Sólo constato que hubo tiempos en que ser una estrella parecía conllevar otras responsabilidades, que, con mayor o menor fortuna, se asumían. Sólo quiero constatar que aún existen casos así en el deporte (tecleen en google Maya Moore y alucinen). Pero que, en esto, el fútbol es un solar. Si pienso en el discurso social de los futbolistas apenas si se me viene a la mente Joaquín con sus chistes. Así que no me digan que no es para echarse a llorar.