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Desesperación

Antonio Félix
Antonio Félix
12/08/2020

Yo sé que esto duele, pero la vida es así: mientras el Sevilla prepara otra semifinal europea (recuerden, el lugar sin el que 'no existes'), ¿dónde está el Betis? Pues a verlas venir. Como de costumbre. Si algo esencial habría de caracterizar a la etapa del lopeharismo sería el tiempo gastado. El inmenso torrente de energía positiva, de viento a favor, derrochado tras la sucesión del tirano. La gran oportunidad perdida. Ese es el legado de Haro y Catalán, en el que aún se empeñan estos tristes días.

Porque mientras el Sevilla vela armas frente al Manchester United, ¿qué hace el Betis? Nada. Extrañamente arruinado, circunstancia que habrían de explicar mejor sus próceres, parecería que todo el trabajo está ya hecho con la contratación de Pellegrini y Cordón, cuyas ilustres sabidurías bastarán para sacar rendimiento inmediato y total al plantel que acaba de terminar el 15 de la Liga. Y mientras supuestos rivales para 'estar cerquita de Europa', como el Villarreal, aprovechan el tiempo en que otros andan aún compitiendo para reforzarse, y de qué manera, en el Betis ven la vida pasar desde su apartamiento en Marbella.

Con su desesperación, el aficionado comparte el rasgo central de este Betis, el elemento sobre el que pivota toda su actual estructura. La desesperación llevó a los mandarines 5.0 a entregarse los tres próximos años al septuagenario y carísimo Pellegrini. La desesperación llevó a Pellegrini, despedido en diciembre del West Ham, tras obligarle a una inversión de 200 millones en fichajes, a aceptar la oferta del Betis, su última oportunidad para evitar el retiro de la élite con el que ya amenazó hace cuatro años cuando se fue a China. Reparen en el contraste: de obligar al mediano club inglés a gastar 100 kilos por año a aceptar en el 'gran' club español que no se pague un céntimo mientras no entre efectivo por la venta de alguna de sus devaluadísimas estrellas. La desesperación marca el tono de los escasos fichajes que suenan, caso de Claudio Bravo, chileno, como su entrenador, viejuno, de alta ficha pero traspaso cero y sin apenas rascar bola en sus últimos años.

Ante este panorama caben dos opciones. O bien los astros se alinean y de tanta desdicha brota el milagro. O bien tamaña desesperanza da con los benditos huesos del Betis en descenso. Firmado queda.