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El Betis que sonríe

Lucas Haurie
Lucas Haurie
26/09/2021

Sonríen los resultados y las circunstancias adyacentes, por ese orden, porque el Betis camina por la Liga con la sonrisa de quien disfruta al mismo tiempo que se siente seguro de sus fuerzas. Sonríen los espectadores, que se marchan toreando Palmera arriba, y sonríe el habitualmente circunspecto Manuel Pellegrini como aquel Hannibal Smith de The A-Team: “Me encanta que los planes salgan bien”. Sonríe Canales hasta cuando falla al darse cuenta de lo buenos que son quienes lo rodean; sonríe Willian José, claro, celebrando los goles que se le caen de los bolsillos. Siempre sonríe Juanmi, tenga o no motivos y por supuesto que sonríe Rodri porque la vida, con un futuro esplendoroso por delante, le sonríe a él. Sonría Borja Iglesias cuando le da al poste y nunca sonríen, pero deberían, William Carvalho y Fekir, que caminan por la vida con expresión de malas pulgas a pesar de que juegan a la pelota como los mismísimos ángeles.

Pss, pss, que viene, que viene… De Héctor Horacio ‘Gringo’ Scotta, delantero argentino del Sevilla de finales de los setenta, fueron célebres sus violentos zurriagazos. Cuentan las crónicas que dos internacionales como Rojo II (Athletic) y Asensi (Barcelona) fueron sacados en camilla del terreno de juego tras sendos impactos de golpes francos suyos en la barrera. Los años han agrandado la leyenda y ya se cuentan historias de desmayos, costillas fisuradas u otros prodigios muy probablemente apócrifos. Fue muy real, al contrario, el percance de Nemanja Maksimovic, que tuvo que irse del partido después del balonazo que le atizó Willian José. El brasileño lleva cuatro goles en cuatro ratos –violentísimo, excelente, el chut con el que abrió el marcador– e infunde temor porque marca y porque… te puede tumbar de un disparo.

Aquel ayudante de esta calamidad. José Miguel González Martín del Campo, Michel para el siglo por su admiración al futbolista que fue Platini, que así se llama, fue un jugador extraordinario y es un entrenador enamorado de su profesión que no termina de triunfar, y va camino de los sesenta tacos. El tío es simpatiquísimo, pasea facha de modelo y tiene un piquito de oro… pero sus equipos no ganan demasiado. Dirigió al Sevilla con un asistente llamado Víctor Sánchez del Amo, otro técnico más preocupado por la raya del pantalón que por el rendimiento de sus pupilos que pasó por el Benito Villamarín con mucha pena y ninguna gloria. Aquel Betis y este Getafe son la prueba dolorosa de la que puede liarse por una mala elección para el banquillo. Vaya repaso le dio el Ingeniero al Fotomodelo.