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Hamelin

Antonio Félix
Antonio Félix
17/11/2021

Conocen la teoría del caos. El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar un terremoto en Dos Hermanas. En clave Betis, diríamos que el aleteo que fue una simple suplencia de Nabil Fekir provocó un brutal seísmo antes del parón (tres partidos, tres derrotas, nueve goles encajados, ninguno marcado) que dinamitó la dulce ensoñación alimentada frente a los adversarios chiquititos. La estulticia en el Villamarín frente al Sevilla fue el colofón a un desplome que no encontró alivio fuera del césped. El finde se celebró una Junta General en la que don Ángel Haro no pudo dar peores noticias: unas pérdidas exageradas, una deuda apabullante, una vida a crédito, un futuro vendiendo a todo Cristo… El caos. Un escenario de confusión, estupor, miedo. Música para los oídos, sin embargo, del pueblo bético. Al son de la flauta de Haro, ese pequeño apocalipsis no hizo sino arrancar palmas y aves a María, al punto de que la asamblea se convirtió en un exuberante masaje para el presidente y su quinta, el nuevo Hamelin bajo el palio verdiblanco.

Crecido ante la algarada que acompañaba a sus barbaridades, el emperador llegó a jactarse de la inexistencia de oposición, a la que dice ya tener comiendo de su mano. Y, desde luego, ninguna voz hubo discordante frente a las cuentas, los planes y el balón, a pesar de que en todos los frentes se dieron datos alarmantes. Unas pérdidas de 36,7 millones, 14 de ellos debidos a una (a otra) disparatada previsión de venta de jugadores, una deuda estirada hasta los 166, un respiro activado por la entrega del préstamo de 90 millones de la Liga, a costa de ceder durante décadas el 11% de los ingresos televisivos, la principal fuente de financiación de la entidad, un nuevo spot de la ciudad deportiva y un anuncio de que al campo no se le metería mano al menos hasta dentro de dos años, previo paso por el Olímpico, una necesidad de vender todo lo vendible los próximos años y fichar "jugadores casi regalados", según propia definición del presidente para este mercado de invierno, una imposibilidad casi absoluta de mantener a Nabil Fekir, el de las alas de mariposa…

Sin embargo, cierto embrujo se adueñó de la asamblea, que es un embrujo muy bético que conduce a bailar en la oscuridad, a reír y soñar donde otros sólo perciben penuria y escozor. Un embrujo que no suele evitar el trastazo. Muy al contrario, que parece incluso propiciarlo. Pero que el Betis ha interiorizado casi como un estilo de vida. Quienes no saben lo identifican con el manquepierda, pero no es eso. O sí. Haro, que es muchas cosas pero desde luego no tonto, lo ha entendido a la perfección, como antes lo entendieron Lopera, Oliver y hasta el señor Bosch Valero. Es muy difícil resistir a la tentación ante una masa tan dócil. Y en tal sentido hay que reconocerle el mérito a don Ángel, capaz de una fabulosa sugestión, de una seducción casi tan mágica como la del flautista con los niños y las ratitas. Al punto de hacernos dudar a los pocos que seguimos temiendo los hechos tanto como desconfiamos de las palabras de si no estaremos locos. A quienes todavía vemos el caos, mientras la música sigue sonando.