El Betis definitivamente está en caída libre. Su entrenador, Pepe Mel, en un derbi, decidió prescindir de sus jugadores principales de inicio, aunque los sacó a lo largo del partido además ya para nada. Y la cosa, porque es lo normal, le salió mal. No fatal, porque el Sevilla no está para tirar cohetes, porque de ambición ahora mismo anda muy justito, y por eso, y por su falta de acierto, no goleó de forma humillante a un equipo que no sólo es que sea inferior, es que salió con ese traje de una forma que ningún bético debe tolerar, menos que ninguno el entrenador, ni como profesional ni como bético. Luego habrá una vuelta, y ya se verá qué pasa, pero no es digna esa alineación ni la forma de jugar del Betis. No tiró a puerta ni de penalti.
El Sevilla salió mandando, muy lejos de su mejor nivel, pero mandando. Los primeros cinco minutos el Betis no cogió el balón. No es que luego lo tuviese mucho, pero en esos minutos de planteamiento ya se pudo comprobar lo que se preveía tras conocer las alineaciones. Y a la primera de cambio, cuando el primer jugador del Sevilla se dio la vuelta en vez de descargar hacia atrás, pues se plantó ante Dani Giménez para fusilar. Fue Krohn-Dehli. Bastó un cambio de ritmo y un leve amago para superar a todo el Betis, especialmente a Ndiayé y Pezzella. Fue el cuchillo caliente que entra en la mantequilla. Todo muy fácil, extremadamente sencillo. Afortunadamente para el Betis, el Sevilla ni quería ni podía hacer más sangre. También se veía eso, igual de clara que la neta superioridad de los rojos ante los verdes.
Mel convirtió todavía en más absurda su alineación cuando en el minuto 35 metió a Joaquín por Petros, el secante de Banega, cargado con una tarjeta amarilla y con cara de expulsado seguro. Joaquín, por momento, ofreció sensaciones realmente desagradables, de jugador (me cuesta decirlo) acabado. Esperemos que sólo sea una impresión. En el bando sevillista, Immobile volvió a demostrar que es la versión italiana de Chevantón, o hasta peor. Mucho ruido y cero nueces. Gameiro, hasta fallando como está fallando, es mil veces mejor. No hay duda de ningún tipo.
Cuando Krychowiak hizo el segundo, nada más comenzar la segunda mitad, un gol que volvió a mostrar el nivel de la defensa bética, otra vez planeó la goleada casi maltesa en el ambiente, pero Banega estrelló dos pelotazos en los postes y porque Gameiro, ya en el campo, pues anda muy ofuscado de cara al gol, pese a insistir que es mil veces mejor que Immobile. Mel fue metiendo titulares (Ceballos y Rubén Castro) y Emery, los cambios esperados (Reyes y Konoplyanka además del citado Gameiro). Nada variaba. El Sevilla a medio gás, acumulando ocasiones pero sin mostrar nada del otro mundo, y el Betis dimitido jugando a nada de nada. El árbitro se inventó un penalti sobre Ceballos, que falló Rubén Castro. Ndiayé fue después expulsado. Pero realmente ni el Sevilla quería ni merecía más y el Betis sólo quería que acabase el suplicio de una puñetera vez.
Real Betis (0): Dani Giménez, Piccini, Pezzella, Jordi Figueras, Varela, Petros (Joaquín, m. 35), Digard, N’Diaye, Portillo (Dani Ceballos, m. 51), Jorge Molina (Rubén Castro, m. 70) y Van Wolfswinkel.
Sevilla FC (2): Sergio Rico, Coke, Rami, Kolodziejczak, Tremoulinas, Krychowiak, Cristóforo, Krohn-Dehli (Konoplyanka, m. 76), Éver Banega, Vitolo ((Reyes, m. 53) y Immobile (Gameiro, m. 64).
Goles: 0-1, minuto 13: Krohn-Dehli. 0-2, minuto 49: Krychowiak.
Árbitro: Del Cerro Grande, madrileño. Expulsó por doble amarilla a N’Diaye. Amarillas para Petros, Rami, Piccini, Dani Ceballos, Krychowiak, Kolodziejczak y Coke.
Cuesta destacar a un jugador del Betis, a un defensa casi más, pero Piccini hizo algo, un poquito.
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