Desde la víspera de viajar a Pamplona, al menos, Gustavo Poyet lleva mostrando toda la sintomatología del entrenador que anhela la destitución. Dos de los cuatro futbolistas más importantes del plantel, para colmo recién renovados, no entran en sus planes o entran a regañadientes, lo que supone un claro desafío a la superioridad. En Villarreal, de nuevo dejó en el banquillo a Rubén Castro y en su casa a Dani Ceballos. Pero, sobre todo, cada palabra que pronuncia es casi una invitación a que lo echen. Ya es historia, aunque la pachorra geológica con la que se toman las decisiones en el Betis pueda dejarlo en el banquillo una jornada más, o dos meses si la cosa no se tuerce demasiado. El cargo que le dio Torrecilla le viene grande, bien haría el director deportivo en reconocerlo pronto y pasar a otra cosa. Por su propio bien, digo.
Había un plan cristalino para expugnar El Madrigal: sacar a once a ver si caía la breva. Débil atrás y tuerto en ataque, con el gol de suplente, igual que en Pamplona. Si así le ganó el Osasuna, ¿por qué no al Villarreal? Pues porque no todos los días es fiesta. Ni el Villrreal es Osasuna. Miren la clasificación. El 100% de las aproximaciones ofensivas eran locales hasta que Manu Trigueros enganchó un magnífico disparo desde treinta metros. Buen tiro, pero facilitado por la presión con la mirada de Petros, que corre cuando no debe y tiene el mismo sentido táctico que una nutria. Parecía complicado mas lo logró: estuvo peor el Betis tras el gol que antes y sólo un milagro, en forma de travesaño, impidió que la cosa estuviese liquidada en el intermedio.
Tan contento estaba Poyet de su obra en la primera parte, que no hizo cambio alguno, tal vez esperando que los cuatro defensores y el portero de Villarreal sufriesen una apoplejía simultánea en un córner. Era la única manera de que el Betis marcase. Por supuesto, el resultado fue el que debía ser: el 2-0 que no cayó antes, cayó después, ahora con el colaboracionismo de Adán, que no desvió el tiro potente pero centrado de Soriano. Y ya está. Triple cambio de una tacada, algo que se hace a la desesperada. Que ahí acabó el partido y que ya está bien, me refiero. El Betis ha vuelto a perder y ha sido sin casi oponer resistencia. ¿Tiene Torrecilla un plan B? Debería activarlo.
Villarreal CF (2): Asenjo, Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Jaume Costa, Bruno, Manu Trigueros, Castillejo (Rodrigo, minuto 78), Roberto Soriano (Cheryshev, minuto 73), Bakambu (Jonathan dos Santos, minuto 66) y Sansone.
Real Betis (0): Adán, Piccini, Mandi, Pezzella, Álex Martínez, Petros, Jonas Martin, Álvaro Cejudo, Felipe Gutiérrez (Álex Alegría, minuto 56), Joaquín (Nahuel, minuto 56) y Sanabria (Rubén Castro, minuto 56).
Goles: 1-0, minuto 22: Manu Trigueros. 2-0, minuto 53: Roberto Soriano.
Árbitro: Vicandi Garrido, vasco. Cartulinas amarillas para Álvaro Cejudo y Jonas Martin.
Qué trabajito cuesta calificar a un jugador como el mejor en un partido en el que poco o nada hizo todo el mundo. Le tocó al argentino.
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