Rubén Castro ha vuelto. Nunca se había ido del todo, pero un entrenador y una manera de jugar lo tenían aburrido y el nuevo, Víctor, pues está haciendo todo lo que puede y sabe para crear el ecosistema adecuado para que su mejor jugador pueda decidir los partidos. Este Betis necesita muchas cosas para que eso ocurra, pero en eso se está, que no es poco.
Víctor tiene claro, pero que muy claro, que este Betis tiene sus problemas serios atrás y que se necesita acorazar al equipo para vivir un poco más seguro. Por eso mantiene un día tras otro una defensa de tres centrales, que a veces se transforma en defensa de cuatro, con Mandi más a la derecha como lateral, y por delante al jugador de más presencia física, Donk. Incluso se podía ver a menudo que Donk también se metiese atrás, con Mandi y José Carlos más cerca de la banda, es decir, con cuatro centrales atrás. Quiere dotar al equipo de la máxima fiabilidad posible para luego explotar lo que de verdad tiene que es de élite, Rubén Castro Martín, Joaquín, y se van sumando Dani Ceballos y Sanabria. Es la idea. Todos a defender y pensar en defender, para que los laterales (interiores) suban cuando pueda ser y los cuatro de arriba inventen las jugadas de peligro que todo equipo necesita. La elaboración cuenta poco para Víctor, al menos con este equipo, que como ya está más que archidemostrado no tiene un centro del campo para ejercer ese rol de dominar. Ya no es que no sea de los mejores de la categoría, es que es de los peores, por eso su entrenador casi renuncia a él para centrarse en lo que le puede dar rendimiento. La ausencia del sancionado Petros lo cierto es que no se notaba para nada.
El Athletic sacaba su mejor equipo y por momentos parecía que dominaba el juego, por lo antes expuesto, pero de verdad el que tenía peligro era el Betis porque Rubén estaba especialmente inspirado. Todo lo que hacía tenía sentido y se empezaba a asociar con mucho criterio con Sanabria, que es generoso, en el esfuerzo y a la hora de asistir. El alumno respeta al maestro. Eso funciona siempre. Esa unión de esfuerzos y de calidades acabó en gol, de Rubén, claro que sí, pero con asistencia de su compañero, que lo buscó muy bien en el área. Fue una primera parte muy digna del Betis. El plan le funcionó. Claro que había defectos, porque esta plantilla los tiene de fábrica, pero se optimizaban los recursos. El Athletic sólo encontraba la solución de Williams, que en la banda podía siempre o casi siempre con José Carlos, para tener presencia arriba.
Tras el descanso, Valverde movió el banquillo. Dos cambios, dos chavales, para suplir a gente con tanto peso en ese equipo como son Laporte, desquiciado con una tarjeta amarilla tempranera, y San José. Dos bastiones a la ducha, señalados como culpables. Y el Athletic mejoró, también porque el Betis esperaba su contra, porque lo que quería, ir ganando, ya estaba pasando. Hubo minutos de mucho control de la situación de los vascos, pero el Betis no se sentía realmente amenazado, sólo acosado. Pero eso había que arreglarlo porque Aduriz estaba mal, sorprendentemente mal, pero o éste o Raúl García, o los dos extremos, son gente que te pueden hacer gol en cualquier momento. Beñat, también. Por eso no se tenía que dejar crecer al rival. Era momento de más movimientos de banquillo. Víctor pensó en Cejudo por Piccini. Bueno, lo mismo da que da lo mismo. Luego se vio obligado a meter a Bruno por el lesionado Pezzella. Valverde agotaba sus cambios con otra decisión fuerte, la de senbtar a Aduriz, lesionado toda la semana, por otro chaval. Víctor se contagiaba y metía en el campo a Jonas Martin por Rubén Castro. No parecía buena idea, porque en realidad hacer cambios en el Betis no suele ser acertado, porque si muchos de los titulares indiscutibles no son buenos, pues imaginen los suplentes. Tocaba sufrir porque no se sentenciaba el encuentro y sin Rubén ya en el campo parecía que eso no iba a ocurrir salvo sorpresa. Demasiados minutos para achicar el agua. Aunque el partido fuera otro, se temía que pasara algo parecido a lo del último encuentro ante el Celta de Vigo. Joaquín, falto de oxígeno, tuvo una ocasión para rematar la faena. Donk, también. No pudo ser. Y llegó el arreón final del Athletic, pero menos. Más miuedo que peligro es lo que se sentía. Y llegaba ese final esperado, con los tres puntos en el zurrón, que tiene un enorme valor porque marcar la frontera con el descenso de forma clara es importante, muy importante.
Real Betis (1): Adán; Mandi, Pezzella (Bruno, minuto 65), José Carlos; Piccini (Álvaro Cejudo, minuto 64), Donk, Dani Ceballos, Joaquín, Durmisi; Sanabria y Rubén Castro (Jonas Martin, minuto 71).
Athletic (0): Kepa; Bóveda, Laporte (Vesga, minuto 46), Yeray, Balenziaga; San José (Lekue, minuto 46), Beñat, Raúl García, Muniain; Williams y Aduriz (Villalibre, minuto 70).
Gol: 1-0, minuto 18: Rubén Castro.
Árbitro: Mateu Lahoz, valenciano. Cartulinas amarillas para Laporte, Piccini, Rubén Castro, Álvaro Cejudo y Raúl García.
Otra vez por aquí Rubén Castro. Es un goleador de época. Ademá,s en esta ocasión participó en mucho más que el gol.
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