La Champions (o el súper Colombino)

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
27/05/2022

Todos los años, a medida que el mes de mayo avanza bajo el morado de las jacarandas, nos embarga una rara sensación. Es como si sintiéramos que llega el acabose total, aunque año tras año nos parece que éste lo hace cada vez de forma más prematura y sorprendente. El caso es que se aprontan las temibles vacaciones para el fútbol y hay una fecha siniestra, la del 30 de junio, que lo dice todo en cuanto a capitulación y extinción de nuestro redondo mundo, el del balón, más allá de que dicha fecha remita al clásico fin de muchos contratos de futbolistas y emplace, a su vez, al funambulismo en cuanto a balances económicos por parte de los clubes.

La Liga se acaba siempre con esa mezcla de nerviosismo y nostalgia que arrastra la última jornada, la que certifica las últimas alegrías, corrobora la nadería de una campaña grisácea y dilucida, entre llantinas y soponcios, quién viaja en ascensor al sótano de la Segunda División (los cursis y anhelantes de la inexistente arcadia andalusí dicen que el rey Boabdil ha vuelto a llorar por el descenso del Granada). Sin embargo, lo que ha ocurrido este año es que, incluso antes de que llegase esta última jornada, el aroma a finiquito se fue percibiendo en el ambiente con excesiva antelación. De hecho, a falta de saber completamente cuáles eran las posiciones en la tabla por arriba y por abajo, empezó a hablarse descaradamente de nuevos fichajes, de fines de ciclo, de obras en los estadios, de vueltas de tuerca en tal o cual equipo, de nuevos sponsors, etcétera. Lo que no había acabado, la Liga, ya se daba por hecho que había acabado.

El enrarecimiento que causa este acabose prematuro ha sido absoluto este mismo año. Aún está por disputarse mañana la final de la Champions entre el Real de Madrid y el Liverpool. En comparación con la antigua Copa de Europa, las finales de Champions han perdido en glamour elegante y selecto lo que han ido ganando en final mediática y un punto hortera, al estilo Eurovisión. Y, sin embargo, hace ya días que, calabazas aparte de Kylian Mbappé, se dio a conocer cómo iba a ser la camiseta del club del bien amado Florentino Pérez para la próxima temporada 2022-2023. Hace ya tiempo que el marketing arrasó la sentimentalidad del calendario en los usos y costumbres de los aficionados. Ni que decir tiene que con la complacencia de gran parte de ellos.

No ha ayudado para nada a superar este clima raro de fin anticipado la matraca con la que se anunció la otra final de Champions femenina (la que el FC Barcelona perdió hace poco contra el Olympique de Lyon). De nuevo, el mazazo anímico vuelve a ser ahora del todo inmisericorde, a sabiendas de que se dedicará tiempo y espacio de lo más artificioso a la final de la inminente Copa del Rey para féminas, la que disputarán este domingo el mismo FC de los indepes y el Spórting de Huelva. ¿No resulta desalentador? Al menos nos quedará el consuelo, obviando la final de Champions en versión testículos, de saber en qué queda la Segunda División con la Liga Smartbank.

No estamos hablando, repito, de que nos embargue el típico amargor del aficionado porque la Liga ha acabado y se avienen largos y tediosos días sin fútbol de competición en la máxima categoría (los partidos de la selección de Luis Enrique, previstos para junio, se nos antojan una broma de mal gusto). Estamos diciendo que, antes incluso de que hubiese acabado la Liga, había ya un cierto aroma a finitud apresurada, lo que ha acelerado el desasosiego y ha propagado, en fin, esta sensación de extrañeza y de extravío, cuando aún no se había disputado ni la propia última jornada ni, de añadido, los partidos de las distintas finales europeas. Por eso, la propia final de la Champions, que llega ahora a finales de mayo, no parece siquiera que vaya a coronar el final de la temporada, pues ésta ya había acabado en cierto modo en el subconsciente de muchos aficionados.

Por estos lares, que el Sevilla FC haya realizado ya su primera y polémica operación de calado con la venta de Diego Carlos al ricachón Aston Villa, nos causa cierto trastorno, sea uno bético o sevillista o del Osuna Bote Club. Esta venta, de igual modo apresurada, nos adelanta de malos modos al hábitat del verano (o al menos como lo habíamos concebido hasta ahora), donde no hay día en que no consultemos cómo va el carrusel de los fichajes de nuestros equipos. Por eso, en esta tesitura en que todo se adelanta con indecente premura, la propia final de Champions se nos antoja no ya como el gran final de la temporada 2021-2022, sino como un súper trofeo de verano, al modo de un súper Colombino, con la mente puesta en modo playa o su parecido.

Seguro que habrá más de uno que estará viendo la final de Champions sin dejar de consultar en el móvil, al alimón, tal o cual web, como la de Muchodeporte, para saber cómo van los fichajes de su equipo a ¡¡28 de mayo!! De ahí que, con o sin cambio climático de por medio, el mes de mayo se haya convertido, al menos para el fútbol, en otro mes a añadir a las mil y una componendas que trae el largo verano en cuanto a bazar de fichajes. Incluso hay programas deportivos en la radio local que ya han acortado su hora de emisión, como si ya fuera pleno verano. Desamparados estamos.