La necesaria revolución imposible

Miguel Ángel Chazarri
Miguel Ángel Chazarri
14/08/2022

La imagen del Sevilla sigue sin levantar el más mínimo optimismo. La derrota en Pamplona certifica que el equipo continúa con los mismos defectos del pasado. Ataca poquísimo y ya no gobierna su área como lo hacían Koundé y Diego Carlos. La pregunta circula con mayor o menor intensidad por las distintas tribunas sevillistas. ¿Le ha pillado el toro a Monchi? ¿Cómo es posible que tras vender a la dos estrellas, algo que ni mucho menos se puede calificar de inesperado, la pareja de centrales la formen en Pamplona Rekik y Gudelj? ¿El dinero se ha guardado a la espera de oportunidades o es que realmente los números siguen sin cuadrar?

Yendo por partes, la revolución necesaria y que todos en el club, incluido Lopetegui, deseaban, no se va a producir. La economía no alcanza. No se llevará a cabo, por ejemplo, la política de fichajes de la temporada 2019/20, la de la vuelta de Monchi, en la que se invirtieron 156 millones en una plantilla que iba camino de la ruina tras el paso de Óscar Arias y Joaquín Caparrós por la dirección deportiva. Pese a que los errores se fueron acumulando, al Sevilla aquello le cogió con la caja llena y pudo lucir músculo para arreglar la casa y ganar un título.

Ahora mismo no parece posible que se actúe de la misma forma, pese a que harían falta no menos de cuatro o cinco juadores para cambiar la cara a una plantillla veterana y cara. Se vendió en mayo a Diego Carlos para tapar el déficit generado y parte del dinero de Koundé irá destinado a pagar los gastos de la presente temporada, ya que no se esperan más plusvalías estimables, salvo sorpresa del mercado. Conviene recordar que los números del Sevilla están muy llevados al límite. El coste de la plantilla asciende a 170 millones, más los 60 que también hay que afrontar en costes de estructura, entendiendo por 'coste de estructura' todo lo no imputable a plantilla profesional: resto de personal y profesionales, mantenimiento de las instalaciones, viajes, gastos generales... Es decir, el Sevilla, para 'empatar' el partido, necesita generar unos 230 millones de euros anuales. Todo ello tras dos años de fuertes pérdidas, generadas, entre otros motivos, por la pandemia y por la ausencia de ventas significativas en dicho período.

En estos momentos, la tesorería generada por Koundé es clave para soportar un momento delicado, de ahí que la idea, y casi que la obligación, sea realizar una gestión prudente. No es causalidad que tras la venta del francés sólo haya venido Isco, libre, y Álex Telles, cedido sin opción de compra. Tampoco que Monchi, antes del partido ante Osasuna, manifestara que se trabaja en la contratación de un "cuarto" central y que una vez amarrado dicho jugador se estaría pendiente de alguna oportunidad interesante. Nada de alegrías. De hecho este verano el gasto en fichaje es el de Marcao (12 millones), lesionado y sin una fecha de vuelta muy definida.

Ésta es la situación en la que se encuentra una planificación que tambien necesita salidas, algo que no es nada fácil, ya que el género que abunda es el del jugador veterano. Otros valores del pasado, caso de En-Nesyri, Ocampos o Joan Jordán, han bajado su rendimiento. Tampoco rompe ningún canterano, mientras que el medio pelo que también habita se aferra a su contrato y cierra las puertas. Tanto Monchi como Lopetegui estaban conformes en darle la vuelta al plantel. El verano ha demostrado que no es posible ni con las ventas de Koundé y Diego Carlos. Claro que esto es fútbol. Dejemos una rendija abierta, la que siempre marca su majestad el resultado. Las derrotas son absolutas agilizadoras de fichajes. Si el Valladolid llega el viernes y hace la gracia, los nervios aflorarán y la toma de decisiones posiblemente sea algo más alegre que con un arranque de temporada apacible.