Desprecio (imprudente) del factor humano
Lucas Haurie 03/09/2024 |
Quique Sánchez Flores no es, ni con mucho, el mejor entrenador que ha pasado recientemente por el Sevilla. Aquí no hay otra verdad que los resultados y el competente técnico no ganó ningún título ni escribió su renglón en la historia de éxito reciente del club: clasificación para Champions o siquiera para la Europa League, una final de Copa o una Supercopa competida hasta el límite, alguna eliminatoria memorable... No, no puede presumir de ningún logro de relumbrón y no es, por tanto, el mejor entrenador que ha pasado recientemente por el Sevilla. Sí es, con toda probabilidad, el señor más inteligente que se ha sentado en ese banquillo.
A comienzos de verano, cuando los dirigentes del Sevilla ya lo habían apostado todo al órdago de la docilidad que representaba la elección de Xavi García Pimienta, Quique Sánchez Flores opinó sobre la salida de Sergio Ramos. "No quiere ser partícipe de un escenario catastrófico". Sabía lo que venía porque conocía lo que había. Desde un punto de vista técnico, desde el mero rendimiento, enseñarle descaradamente la puerta a Flores y a Ramos puede ser una decisión defendible. Pero el fútbol es mucho más que los algoritmos y el cruce de datos. Y no es lo mismo la influencia de un entrenador con un currículum –en el campo y en los banquillos– largo como la manga de un abrigo que la de uno con diez victorias en Primera división; ni es lo mismo que se ciña el brazalete un icono de fútbol mundial que lo haga un lesionado crónico de cuyo nombre no se acuerdan ni sus propios compañeros.
Los parámetros de rendimiento dirán una cosa, pero no es lo mismo que guarde el carril Acuña a lo haga Barco y las cifras del DNI serán incontestables, pero no es lo mismo que en la otra banda esté Jesús Navas camino de la Eurocopa que un canterano recién retornado de cesión. El límite salarial aprieta, pero no son lo mismo los veinte goles de En-Nesyri que los veinte kilos de más de Iheanacho. La prudencia aconseja vender a un futbolista en su último año de contrato, pero no es lo mismo Ocampos que Idumbo. El centro del campo, en el fútbol moderno, es un avispero del que no se sale sin ritmo, pero no es lo mismo el poso que proporcionan Fernando y Rakitic, aun en su declive, que el que tardarán siglos en dar, si es que alguna vez son capaces de hacerlo, Agoumé y Sambi. Y el anterior director deportivo, bueno, cometió errores flagrantes en su última etapa, pero no es lo mismo, cuando las papas queman, que meta la mano en la candela Monchi a que lo haga Víctor Orta.
"Total, que no es lo mismo estar en Primera que estar en Segunda", concluyó un querido colega que escuchaba con paciencia toda esta perorata cuando estaba en proceso de ser escrita.