
El Sevilla apunta al cinco de cinco
![]() Javier González-Cotta 25/04/2025 |
Los hombres de fútbol beben no se sabe bien qué brebaje con efectos alucinógenos. Vicente Moreno, entrenador de Osasuna, dijo en la previa al choque contra el Sevilla que el equipo de Nervión podía presumir de todo “un plantillón”. Y claro, al sevillista medio –usted mismo, improbable lector– se le puso cara de estreñimiento crónico cuando fue desmenuzando el equipo que compareció a orillas del pequeñísimo río Sadar de Pamplona. El “plantillón” era apenas un cuadro de remiendos y refritos por las circunstancias entre incomprensibles lesiones y bajas por sanción.
Hay un dato que explica el devenir a la baja del famoso “plantillón”. Que Agoumé, ese sujeto de lentísima tracción mecánica, haya cogido empaque en el centro del campo explica la depauperación de un equipo que podría irse a Segunda División con absoluta normalidad. ¿A quién le extrañaría? Los tres puntos que le separan del pétreo Alavés y los cinco que lo distancian de la U. D. Las Palmas (equipo que marca ahora la linde del abismo), es una distancia absolutamente… salvable.
Por si fuera poco, el Sevilla FC apesta también a infortunio. A las lesiones de largo recorrido por parte de futbolistas físicamente lisiados (Rubén Vargas, Akor Adams, Lokonga), se le suma la veleidad de los arbitrajes (la discutible expulsión de Lukébakio marcó el partido de Pamplona). Sea como sea, el miedo está llamando a la puerta de la planta innoble del Sánchez-Pizjuán. El Sevilla ha de vérselas en casa contra el Leganés y, tras el alegre y galaico Celta de Vigo, contra la U. D. Las Palmas. Quiere decirse que habrá de jugársela contra pepineros y canarios como rivales directos para evitar las fauces del descenso, mientras el Girona disipa o no su candidatura al pozo tras haber saboreado el venenoso elixir de la Champions (todo un clásico en equipos menores a los que se le conceden regalos mayores).
Ciertamente, lo que inquieta no es saber qué rivales aguardan a pepineros, canarios y gerundenses por aquello de ir despejando incógnitas. La inquietud, por sí misma, la marca el propio Sevilla, donde el efecto Caparrós ha quedado convertido en un mejunje inocuo. Uno observa el cercano horizonte en torno al 4 y el 25 de mayo (son los partidos que quedan contra Leganés, Celta de Vigo, U. D. Las Palmas, Real de Madrid y Villarreal), y se podría deducir sin problema alguno que el Sevilla está en condiciones de poder perder sus cinco partidos seguidos dentro de la más estricta normalidad. ¿Que sería una hecatombe? Párense, mediten y luego me dicen. O recen, si lo prefieren, al féretro del papa Francisco.
Que Leganés, Girona o U. D. Las Palmas hagan o deshagan a favor o en contra de su suerte, no influye para nada en la querencia a la que apunta el horroroso y pestilente Sevilla de hoy. Perder todos los partidos que quedan hasta el final de la liga no es una eventualidad de orden calenturienta. Antes bien, es más que una posibilidad real. Cinco de cinco (derrotas). No hay que echar mano de la cábala hebrea. Es mucho más sencillo: el Sevilla del “plantillón” no le gana a nadie y podría ser que no le ganara a nadie hasta el 25 de mayo. Hasta podría ser incluso que perdiera los cinco partidos que le quedan y que aun así lograra la salvación por demérito de los demás, pero no por sus logros.
Por todo ello, yo al menos me apunto al cinco de cinco para el Sevilla. Junto con el del Valladolid, quizá sea el equipo con mayor rostro de perdedor de toda la Liga. Atentos.