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¿Qué le pasa a Banega?

Juan Miguel Vega
Juan Miguel Vega
21/10/2018

La buena imagen –excelente en algunos momentos- ofrecida por el Sevilla a lo largo de las últimas semanas ha tenido un inquietante contrapunto en la irregular actuación de Ever Banega, precisamente uno de los puntales básicos de la plantilla. El problema no es de ahora. Ya la pasada campaña, el argentino nos brindó algunas cositas (pérdidas tontas, cesiones incomprensibles, regatitos innecesarios) que en no pocas ocasiones tuvieron un coste muy caro para el equipo. Es cierto que entonces se pudo atribuir el hecho a la calamidad que, en líneas generales, era el equipo, debido a las pésimas manos que sucesivamente lo fueron gobernando y las más pésimas todavía que previamente lo habían tejido en la dirección deportiva. Aquella deriva perversa sin embargo logró revertirse, aunque no lo ha hecho del todo en el caso de Banega. Ni del todo ni de casi nada, porque en el juego del rosarino cada vez aparece con más frecuencia su lado oscuro. El debate que hace tiempo pudiera haber existido entre la afición sevillista ya no se da. Todo el mundo es consciente, incluidos los más partidarios, de que Banega no está bien. La gente en general se pregunta cómo es posible que el juego de un futbolista de tan extraordinaria calidad técnica haya sufrido una regresión tal que lo lleva a cometer de manera tan inusitada errores de un grosor impropio, no ya en un jugador de su demostrada categoría, sino incluso de un profesional de medio pelo. Porque son errores de jugador malo. Muy malo. Al principio podrían achacarse su fallos a cierta suficiencia, excesos de confianza que lo invitaban a arriesgar más de la cuenta, ahora sin embargo da la impresión de que es todo lo contrario, que esa confianza le falta por alguna parte. No por parte del entrenador ni de sus compañeros, desde luego, pues tanto para uno como para otros resulta evidente que sigue siendo el líder, el tipo al que hay que echarle la pelota. Lo malo es lo que luego viene haciendo con ella el hombre que antes nunca la perdía. ¿Qué le pasa a Banega? He ahí la cuestión. Y a partir de esa cuestión podrían venir otras muchas más, la primera de todas es desde luego qué podría esperarse de este Sevilla renacido e ilusionante si Banega le ofreciera su mejor versión y no este remedo descafeinado y torpón de un futbolista que otrora fue top y ahora pierde la pelota como la perdería si bajara a la hierba cualquiera de los aficionados que le grita desde le grada. Casualmente o no, la decadencia de Banega vino a coincidir con las noticias que hablaban de su intención de pedir un aumento de sueldo; noticias que además llegaron no en el mejor momento. Ahora desde luego tampoco lo es. Aunque curiosamente en las últimas semanas se ha hablado del interés del Arsenal por hacerse con sus servicios en el mercado invernal. Hay pues que hablar con Banega, ver si lo suyo tiene arreglo y en tal caso arreglarlo. Y si no, plantearse seriamente la posibilidad de buscarle una alternativa fiable, alguien que al menos garantice que no va estropear las cosas. Porque todos aceptamos que el fútbol puede ser una lotería, pero tampoco es cuestión de convertirlo en una ruleta rusa, como viene haciendo desde hace tiempo este genio que está necesitado con urgencia de ajustar su brújula y volver a ser el que fue cuando fue bueno.