muchodeporte.com Sevilla FC

El Sevilla, en el diván

Juan Miguel Vega
Juan Miguel Vega
20/01/2019

Los últimos partidos disputados por el Sevilla han incendiado a su afición, que asiste entre el desconcierto y la indignación a algo que parece ir mucho más allá de una simple mala racha. Mal juego, absoluta indolencia y, la novedad más preocupante: errores groseros en el entrenador antes, durante y después de los partidos. Tratar de interpretar lo que está pasando con la pretensión sana de buscar soluciones hace preciso, dadas las circunstancias, abstraerse del calentón y renunciar a la tentación del exabrupto como válvula de escape para un ánimo con razón soliviantado. Sucede que, de manera consecutiva, hemos asistido a tres dolorosas y humillantes derrotas que han socavado el crédito de un equipo que hasta el momento había mantenido una trayectoria más que decorosa. Hagamos recuento de los últimos acontecimientos. Liga, derrota en Bilbao ante un equipo que peleaba por el descenso, con actuación estelar de un jugador que llevaba dos años sin marcar un gol y que al Sevilla le hace dos. Copa. Derrota en casa ante los suplentes de ese mismo equipo moribundo, que no obstante creó ocasiones como para haber puesto en entredicho la holgada victoria lograda por el Sevilla en la ida. Y de nuevo en Liga, derrota ante un Real Madrid-Castilla en crisis, el peor sin duda de los últimos años, con el Sevilla mojigato y temeroso que acostumbra a comparecer en Chamartin. Es de sobras conocida la condición de resucitador de muertos que siempre ha tenido este equipo, pero ahora la cosa tiene toda la pinta de que el muerto es él. 

¿Qué le pasa al Sevilla? Lo primero que a mi modesto juicio deberíamos tener en cuenta es que esta dinámica viene de más atrás. No se ciñe exclusivamente a los últimos tres partidos. De manera progresiva, el Sevilla ha ido entrando en crisis, jugando cada vez peor, empobreciendo sus prestaciones y sus resultados. Algo que no debería extrañarnos, pues resultaba en cierto modo previsible, teniendo en cuenta lo pronto que empezó a competir al máximo nivel. El equipo arrancó jugando tres previas de Europa League y una Supercopa contra el Barcelona. Y no lo ha venido haciendo mal, hasta que las pilas se le han gastado. Esta dinámica se evidencia de forma especialmente visible en dos de sus jugadores más destacados: Banega y Sarabia. El primero es un gran jugador, pero con una excesiva propensión al error, que  no es nueva, aunque muchos no quieran verla, y que después de tantos partidos se ha agudizado. Ese hándicap de Banega es probablemente la causa de que no esté jugando en un equipo top. En cuanto a Sarabia, la impotente espesura con la que se ve le jugar en los últimos partidos lo dice todo. No puede. Buena parte de la afición relaciona el bajo estado de forma de ambos con el parón en sus respectivas renovaciones, pero yo no creo que sea el caso. Más que renovar, lo que Banega y Sarabia necesitan son unas vacaciones. En general, al Sevilla se le ha caído el centro del campo. La defensa más o menos mantiene el tipo y la delantera hace lo que puede, que es más bien poco cuando apenas le llegan balones. Y aquí viene el problema del entrenador, que no ha sabido dar con la tecla para resolver esto. Además, algo me dice que sigue sin confiar en el que, hoy por hoy, es el mejor jugador con diferencia que tiene el Sevilla, Ben Yedder, al que sacrifica en cuanto tiene ocasión. Inexplicable. 

Hasta ahora, Machín había sido un dechado de sensatez y eficacia, qué haya podido haberle pasado para empezar a perder los papeles del modo en que lo está haciendo es un enigma. En este plan inquietante llega la eliminatoria de Copa contra el Barcelona, un recochineo del destino con ya veremos qué consecuencias. ¿Qué hacer vista la situación? Pues confiar en que se haya acertado con los fichajes de invierno, que obviamente no deben quedarse en lo que hasta ahora ha venido, y rezar porque Machín recupere la razón, y no me refiero al juicio, sino a esa que le han quitado los resultados y su proceder en los últimos partidos.