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Ya veo a Monchi de presidente

Juan Miguel Vega
Juan Miguel Vega
21/04/2019

Que la cabeza le iba a doler al Sevilla en Getafe ya lo sabíamos; que Caparrós no es infalible, también. Que Mateu Lahoz es lo que es, no vamos a descubrirlo ahora. Total que entre el hambre y las ganas de comer, el Sevilla reeditó su ya tradicional ridículo ante el equipo azulino. Un equipo, dicho sea de paso, formado a base de desecho de tienta bien escogido y con un entrenador-furrier que sabe sacarle a su tropa lo que nadie había logrado verle hasta ahora. Tiene mérito lo del tal Bordalás, ciertamente, de ahí que su nombre suene para mayores empresas. Hay quien incluso lo ve el año que viene en el Sevilla, cosa que se ha desmentido por parte tanto del susodicho como del Sevilla. Menos mal. De todos modos, tampoco me extrañaría nada que hubieran pensado en él, dado el desconcierto reinante desde hace tiempo en la cúpula de la entidad de Nervión, donde la mentalidad parece haber experimentado una regresión hacia los años de mediocridad endémica, cuando el Sevilla ni ganaba ni pintaba nada en ninguna parte. Hacia ella se han dirigido precisamente las iras de la afición tras la última debacle en Getafe. Considera la afición que Pepe Castro no está a la altura de la entidad, quizá por lo que decimos; quizá porque muestra una aquiescencia, una resignación ante ciertas cosas (la sistemática designación del maquiavélico y fraudulento Mateu en todos los partidos importantes) y su nula capacidad para revertir el derrotero negativo que mantiene el equipo desde que, con la marcha de Monchi, quedase él como único referente de la entidad para casi todo. Son muchos los que desde entonces reclaman su dimisión. Claro, el problema es quién lo sustituye. Ya hemos insistido en otras ocasiones ante esta demanda en el hecho de que el Sevilla sea hoy en día una propiedad privada de determinados señores que entre ellos deben ponerse de acuerdo para elegir al que mejor consideren para ejercer la presidencia. No estamos hablando de una democracia, donde el pueblo pueda opinar, aunque siempre conviene darle gusto. Así que hay que buscar otras alternativas. ¿Y cuál es la que hay más a mano? Pues cada vez lo tengo más claro. Desde el más absoluto desconocimiento, pues carezco de conocimiento alguno sobre el intramundo societario del club, veo a Monchi en la presidencia. Y lo veo a corto o medio plazo. La situación de Pepe Castro –y lo siento, porque creo que el tipo es buena gente- es ya insostenible. Ha tenido muchas oportunidades y una detrás de otra las ha desaprovechado, demostrando que como presidente ejecutivo no funciona. 

Sí, con él se ganaron tres Europa Leagues, pero fue antes de que se marchara Monchi, que acaba de regresar y presumo que lo ha hecho para algo más que volver a ser lo que fue. Es sólo un pálpito. Ya digo. Sólo sé que no sé nada, pero huelo; intuyo; algo parece decir que las cosas se están encaminando en esa dirección. El Sevilla necesita, entre otras muchas cosas, el revulsivo de un nuevo liderazgo. Y lo necesita pronto. Y ese revulsivo, la última bala, es un cambio en la presidencia que, hoy por hoy, no parece que pueda ser otro que el de Monchi por Pepe Castro. No hay más nombres para el necesario recambio. Si será o no el remedio ideal también lo ignoro. Monchi tampoco es dios aunque algunos así lo crean. De todos modos, más vale bueno por conocer que malo conocido.