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Monchi en manga larga

Javier Santos
Javier Santos
10/12/2019

Febrero de 2019. El Sevilla de Pablo Machín se había polarizado tanto que su plan ultraofensivo ofrecía grandes tardes en el Sánchez-Pizjuán y cada vez más sainetes lejos de Nervión. Fue líder en el parón de noviembre (26 puntos en 13 jornadas) e ilusionó al personal también en Europa. Pero Machín no supo orientarse fuera de casa, se desplomó en la Liga echando por tierra una buena ventaja para acabar cuarto, cayó con estrépito en la Copa ante el Barça tras ganar 2-0 la ida y acabó firmando su finiquito con una lamentable prórroga europea en Praga. 

Diciembre de 2018. Tras un arranque al esprint, con más puntos también (25) que este año en el segundo parón, el Sevilla de Eduardo Berizzo no supo evaluar bien las sensaciones mostradas pese a la buena clasificación y acabó el año con incómodos tropiezos justo antes de la Navidad. Una deriva que, pese al quinto puesto liguero y la clasificación para los 1/8 de la Champions, se convirtió en intranquilidad y acabó ‘haciéndose bola'. Un nerviosismo general que nadie supo reconducir: el técnico acabó tomándose las uvas como solicitante de empleo en el INEM.

Febrero de 2017. Un Sevilla abrazado a la religión ‘amateurista’ de Jorge Sampaoli y al romanticismo de Juanma Lillo, venido arriba al poder seguir el ritmo de Madrid y Barcelona durante dos tercios de la Liga, se disponía a retar al sorprendente Leicester City en los 1/8 de la Champions. El doloroso batacazo ante los ingleses, que hizo llorar desconsoladamente a Monchi, zarandeó la hasta entonces genial temporada y el Sevilla entró en depresión.

Joaquín Caparrós, desde el banquillo, tanto en 2018 tras el cese de Montella como en la primavera de 2019 después del adiós de Machín, acabó salvando los muebles en forma de séptimo y sexto puesto en los dos primeros casos expuestos. En 2017, aquella depresión profunda del Sevilla pudo ser gestionada de mejor forma hasta el punto de no desembocar en cataclismo. Un fabuloso repunte, pese a los dardos desde Argentina que finalmente derivaron en el adiós de Sampaoli al acabar la temporada, fue suficiente para sellar el billete Champions con una puntuación histórica. Entre las múltiples diferencias entre los dos primeros casos y el de 2017, sobresale una: la presencia de Monchi.

Un director deportivo, y en el caso del sevillista de forma indudable, no sólo es clave en verano con los fichajes, sino también en invierno. Hay quien dice que la importancia es la misma. Y no sólo porque en enero se vuelve a poder fichar (comparen los mercados invernales de 2017 con los de 2018 y 2019, sin ir más lejos), sino porque es durante la temporada cuando aparecen los problemas ante los que saber actuar con firmeza y rapidez, se llamen Leicester, Sparta o toda una final perdida por 0-5. Los directores deportivos no sólo dibujan plantillas en manga corta sino que gestionan situaciones bajo un abrigo. Y Monchi en eso es igual o mejor que fichando. 

No sabemos hasta dónde hubiera caído sin él aquel Sevilla depresivo posleicester ni hasta dónde hubiera llegado el de Machín con el de San Fernando a su vera susurrándole que no se suicidara fuera de casa y apuntalando convenientemente el plantel en enero. Nos quedaremos sin saberlo, aun admitiendo que su sola presencia no es la panacea pero sí realzando su oscura labor tanto en la gestión de momentos azucarados como el actual como en los duros días del invierno por el que todo equipo pasa. 

Diciembre de 2019. El Sevilla de Lopetegui ha empezado tan fulgurante como el de Sampaoli, Berizzo o Machín. Desconocemos si se caerá o no, al margen de una lógica que invita a pensar que no mantendrá este alto ritmo de puntos cuando lleguen las rondas importantes de los torneos de eliminatorias. Pero sí sabemos que cuenta con un as en la manga del que sólo pudo disponer Sampaoli: Monchi. Poco valorada la gestión de los dirigentes para repatriarlo. Porque Monchi en manga larga es instructor del Lopetegui recién llegado, confesor del Dabbur que no juega, consejero del Koundé de Eibar, psicólogo del errante De Jong, experto en 'coaching' para citas especiales como el derbi o todo un Rey Mago en enero (Rakitic, Kerzhakov, Jovetic, Escudé, Dani Alves...). Por cierto, que no hay que esperar más: el buzón de Monchi ya está repleto de las unánimes peticiones de los sevillistas. ¿Se habrán portado bien?