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Alegría y lástima del fútbol

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
15/05/2020

No sé a ustedes, improbables lectores, pero a uno lo embarga la pena, la compasión, la lástima. Pena y compasión y lástima por los demás. Pero también por nosotros mismos. La bulimia noticiosa que a diario trae el coronavirus lo llena a uno de tristeza, pero también de sentimientos opuestos, como el malestar más íntimo o hasta la vergüenza ajena. Para colmo, andamos descabalados entre la astenia primaveral y la revuelta a unas lluvias casi invernizas. Los antidepresivos no surten efecto bajo el morado maravilloso de la jacaranda.

Todo sigue siendo triste. O es triste de otro modo distinto al del confinamiento duro (muy echado de menos por algunos). Recién aplicada la Fase 1 (de entre el programa de Encuentros en la Tercera Fase que está trayendo consigo la desescalada), un periodista de RNE entrevista a la camarera de un bar. El local, puntual y mañanero, ha dispuesto sus veladores en la calle. "¿Qué se siente?", le pregunta a la noble empleada, como si el hecho de que llegue o no el primer cliente nos tuviera a todos en vilo. Por eso a uno le puede una sensación de enorme lástima colectiva. La nimiedad alcanza el rango de hito.

El fútbol se reanuda en Alemania este mismo sábado. Los carruseles deportivos de la radio se preparan ya para vibrar con las inusitadas emociones que nos va a traer la Bundesliga. Hace unos, días estábamos deseando que el balón rodara en cualquier parte digna (nada que ver con lo ocurrido en los estadios de Bielorrusia ni sobre la hierba nicaragüense). Teníamos ansiedad de fútbol y estábamos deseando que la esperanza alcanzara una forma sólida y creíble, y no gaseosa. Y ya está aquí la Bundesliga, anticipo de lo que podría venir después con LaLiga española, la Serie A italiana o la dubitativa Premier inglesa. Pero ahora que el fútbol se reinicia notamos como una tristeza mediática en todo esto. Todos formamos parte de este gran simulacro. Los medios hablan del caliente derbi de la cuenca del Ruhr entre Borussia Dortmund y Schalke 04 con el que se reanuda la competición. El sábado a las 15.30 estaremos viendo este supuesto duelo caliente del Ruhr en un teatro supuestamente frío y vacío (salvo los previsibles tifos y algún rugido ambiental). Puede que la felicidad de ver el fútbol en directo acabe en un no sé qué de pena indefinida o de realismo extraño. Todos formamos parte de esta tristeza mediática, a la que los medios del ramo nos han invitado a participar como si fuéramos hinchas del Dortmund o del Schalke (el sevillista, lógicamente, no tiene duda sobre con quién irá).

La sensación que hoy nos embarga podrá ser inoportuna y hasta malajosa. Lo sentimos. Cuando no nos falta el vino nos falta la copa, decía el alemán Heinrich Böll. No fue ningún entrenador ni ningún delantero tanque alemán de los setenta. Fue un escritor de posguerra, de la llamada "literatura de los escombros". Servidor pondrá su retrato junto al de la Merkel al lado del plasma, mientras disfrutamos del caliente derbi del Ruhr. Es lo que nos han dicho que tenemos que hacer.