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Derbi FC

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
29/05/2020

En estos días el clima no es de revolución. Pero se le parece. Los días pasan con una rutina extraña o enrarecida. Dicen los historiadores (esta semana ha muerto el venerable Miguel Artola) que las revoluciones se producen cuando lo antiguo no ha muerto y lo nuevo aún no ha llegado. En ésas estamos en el fútbol. Uno percibe que lo antiguo no ha muerto del todo y que lo nuevo no llega. La Liga 2019-2020 todavía no ha acabado, pero a la Liga venidera 2020-2021 le han puesto ya su código de barras y parece que comenzará el 12 de septiembre. No sabemos todavía si la pandemia va a modificar nuestras vidas definitivamente o no. Pero lo sensato sería dejar la futurología a un lado y centrarnos en el presente o, si se quiere, en el presentismo más dominante y absoluto. El futuro se nos antoja una cábala de vieja escuela hebrea o una ecuación matemática poco o nada fiable. Lo dijo Einstein: dos más dos son cuatro hasta nuevo aviso. Por eso a uno se le antoja una extravagancia que se diga ahora que la próxima temporada comenzará en época del higo chumbo y del calorín más espeso. Queda todavía por terminar lo que le gritaría un amante despechado a su pareja de cópula: ¡Acabemos lo que hemos comenzado! Por tanto, acabemos primero la temporada del covid, sea el jueves 11 de junio o el viernes 12 con el derbi sevillano.

Los algoritmos de Javier Tebas tienen demostrado que el derbi de las dos Sevillas concita más audiencia televisiva que los partidos del Atlético de Madrid. Siempre nos han querido colar la simpatía y el tirón que tiene el Atlético de Madrid en el solar patrio. Pues no. Un derbi en Sevilla es lo que quiere la España de la desescalada y los rebrotes supuestamente controlados. Y es lo que también quiere el mundo balompédico más allá del patio cainita en el que vivimos. Durante un tiempo la antesala de los derbis se ha vivido con cierto comedimiento y cordialidad de manual. Pero ahora, en medio de esta espera rarísima, sucede que se está avivando la rivalidad. Del Nido, oportuno o no, ha dicho que la distancia entre Sevilla y Betis es sideral. Y nosotros, oportunos o no, decimos que no es que sea sideral: es cosmológica. Decir la verdad no nos convierte en un chetnik del sevillismo ni nos hace más o menos antipático (la última moda parece ser la de querer volver a etiquetar los equipos con la pamplina de la simpatía). Ciertos jugadores de la acera de al lado dicen que no hay diferencia entre uno y otro o hasta que el Betis es superior. Apelan a la calidad equiparable entre ambas plantillas actuales. Esto es hacer del contexto un pretexto para discutir al bizantino modo. Tal vez el vecino de al lado está empeñado loablemente en promover un Festival del Humor que ayude a atenuar la secuela de paro, dolor y extravío que está arrastrando la pandemia. Dice un tal Pedraza que “el Betis es el favorito en el derbi, sin ninguna duda”. Nosotros somos más modestos y tenemos dos dudas. Una, dudamos que dadas las circunstancias pueda hablarse –sólo para este único partido– de un claro favorito. Y, dos, dudamos acerca de este tipo que dice que sin ninguna duda el Betis es el favorito. ¿Y quién es Pedraza? La duda sobre su identidad nos asiste.