muchodeporte.com Sevilla FC

¿Qué fue del Dnipro?

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
18/09/2020

La verdad sea dicha, el inicio de la Liga nos ha pillado con el pie y la cabeza cambiados. El SFC aún no se ha estrenado en la competición. Poco o nada hemos visto de algún que otro partido volandero en el plasma de un bar acogedor, entre parroquianos y otros fieles a las barras de nuestros sagrarios. De los fichajes, los entrantes y los posibles salientes, nos vamos enterando de a poco, conforme los días de mercado avanzan en un menudeo de incertidumbre y de falta de caudales causado por los estragos de la pandemia. Hemos conocido el nombre de los héroes que irán a orillas del Danubio a contemplar la final de la Supercopa entre el Bayern y los nuestros. Los llaman ya como 'Los 500 de Budapest'. Serán cinco centenares de sevillistas los que estén presentes en el Puskas Arena para animar al SFC frente a los 3.000 muniqueses que agotaron sus entradas. La lógica económica y geográfica se han impuesto, aparte del miedo, la burocracia de los PCR y las severas ordenanzas que impone el país hoy gobernado por Viktor Orban, uno de los vates nacionalistas de nuestra hora.

Por todo ello, nos hemos entretenido mucho leyendo estos días de relax liguero el estupendo libro de Argemino Barro titulado Una historia de Rus. Crónica de la guerra en el este de Ucrania. Entendemos ahora mucho mejor la guerra manicomial que se libró y aún se libra en la región fabril y minera del Donbás entre el ejército ucraniano y las milicias prorrusas que defienden volver al útero de Rusia. Hemos conocido los enredos del conflicto y, al alimón, nos hemos acordado una y otra vez de la extraordinaria película Donbass de Sergei Loznitsa, que ganó el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2018.

El fútbol, como realidad sociológica (y a veces bélica), se cuela de matute en la completísima obra de Barro. Donétsk es la capital donde los prorrusos prendieron la mecha como contestación a la revuelta civil del Maidán en Kyiv (dicho sea en ucraniano y no Kiev, al modo ruso). ¿Cómo no recordar nuestros partidos de Europa League contra el Shaktar Donétsk y cómo no evocar el arcangélico gol de Palop? Dirigido por avisados magnates, el Shaktar gasta colores naranja y negro. No es baladí. El naranja y el negro representan la cinta de San Jorge, que simboliza la gloria militar de la Madre Rusia desde la era de los zares. Por eso en Donétsk y en toda esta zona esquizoide del Donbás la cinta naranja y negra la llevan los prorrusos en sus muñecas, o como tono de corbata, o luce en los retrovisores de autobuses y utilitarios o se muestran, simplemente, en toda manifestación contra el ejército enviado desde el oeste por el gobierno legal de Kyiv.

Limítrofe con el Donbás se halla la ciudad de Dnipropetrovsk, que debe su nombre al río Dniéper que la surca. Y de ahí viene, precisamente, el nombre de su equipo de fútbol, el FK Dnipro. El SFC ganó su tercera Europa League contra este sorprendente y desconocidísimo Dnipro (ah no, que fue la cuarta copa, qué confusión más tonta). El aliento proucraniano es evidente en esta otra región que se roza geográficamente con los insurgentes del Donbás. El llamado Batallón Dnipro, compuesto por aventureros, fanáticos, neonazis y toda suerte de pelajes, se batió en la guerra del este con furor. Habría que recordar que en la víspera del partido su entrenador dijo que la final contra el SFC tenía mucho de sensibilidad patriótica. Había que reparar las vidas sacrificadas en el Donbás bajo la bandera azul y amarilla de Ucrania. Años después de la final perdida el FK Dnipro entró en depresión deportiva y económica. Tras varios descensos administrativos el club, con 101 años de historia, desapareció un 3 de julio de 2019.

Sirvan estas curiosidades sobre fútbol, guerra y geografía para alimentar el escaso interés que nos despierta la Liga sin nuestro SFC. Volved pronto, por favor.