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Del Danubio a la Caleta

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
25/09/2020

El dedo acusador lo señala: En-Nesyri. En la última cucharada del partido falló un mano a mano con Neuer, el portero RoboCop que todo o casi todo lo para. En la carrera de En-Nesyri corrían también los corazones sin bridas de todos nosotros. No había marcado aún el gol que nunca lo sería. Pero en esa carrera, a pase de San Jesús Navas, ya se había dibujado, como viñeta fugaz, otra estampa para el incienso, otra gesta histórica para los anales de la ya nutrida memoria. Pero falló En-Nesyri. Neuer puso la manaza y desvió el balón a córner. Ahí estuvo el partido, el gran partido que hizo el SFC.

Sinceramente, cuando todo se ha enfriado ya, En-Nesyri merece nuestra indulgencia. La felicidad de la familia no debe quebrarse. Ganó el Bayern de Múnich, pero tuvieron que echar los bofes. El SFC se vació e hizo vaciar al titán germano, que venía de vencer 8-0 al Schalke 04 en su altivo estreno en la Bundesliga. Se hicieron su foto de grupo, ataviados todos con el indumento típico de Baviera, cerveza en mano, brindando, sonriendo y bebiendo. Pues ayer tuvieron que echar el dorado líquido y eso, aunque pequeño, es un perverso consuelo.

En la previa del partido, entre periodistas capitalinos y demás ralea, escuchamos a algún cretino decir que el SFC tenía la oportunidad de vengar la afrenta los otros ocho que el Bayern le endosó al Barcelona. Por la contaminada villa y corte ni se enteran nunca ni quieren enterarse. ¿Vengar al Barcelona, al FC Puigdemont? Si era por vengar a alguien, todo sevillista de bien quería restañar la herida causada al equipo hermano, el mismo Schalke, nuestro equipo de corazón desde que el escalofrío por la muerte de Antonio Puerta nos unió para siempre.

Perdimos al final y eso fue todo. La prórroga fue la prolongación de una lucha honorable, entre iguales, pero que en el fondo eran desiguales. Quizá lo que más nos dolió fue que el gol de la victoria para el Bayern lo marcara Javi Martínez y que lo hiciera de cabeza, con sus horteras mechas. Pero, ¿no se iba a ir este tipo del Bayern? ¿No fue el único que no salió en la foto de grupo con las cervezas? En-Nesyri lloró al final por su error. Monchi hizo terapia de grupo. Y todos nos fuimos a casa, desde los bares de siempre, con la sensación de que la derrota no había sido dulce, pero tampoco ácida ni áspera.

Por eso nos vamos del Danubio y recalamos ahora en la antigua Gadir, en la playa de la Caleta. Empieza la Liga para el SFC. La primera parada nos llevará a Cádiz. Nos enfrentaremos al equipo al que muchos le tenemos simpatía, pese a los roces de algunos aldeanos. En el Danubio perdimos la brazada sobre el agua fluvial y no tocamos la otra orilla, ya fuera la de Buda o la de Pest. Pero sobre la mar océana del Atlántico bracearemos a por la Liga. Con algún que otro arreglo en el equipo, este año el SFC puede y debe luchar por ser campeón. Nos dirán que si estamos fumados o ebrios. Efectivamente, lo estamos desde que ganamos la VI Liga Europa y desde que ayer, pese a la derrota, hicimos sufrir al Bayern.

Lástima que el covid nos impida echar el domingo en Cádiz, como respetables domingueros o miarmas. Lástima que no podamos ver el partido en el estadio que aún se llama Ramón de Carranza. Nos gustaría haber disfrutado del dédalo de sus calles, de sus tascas (el glorioso bar Coruña), de sus plazas arboladas de un verde de Indias. Y nos habría gustado saludar a su regidor, el famoso Kichi, quien día a día, por cierto, parece engordar y tomar hechuras de bocoy. Nada de esto podrá ser. Pero la brazada a por la Liga comienza en la mar océana. Ya habrá tiempo de pedir un flotador.