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La grandeza del no

Antonio Félix
Antonio Félix
18/11/2020

En el principio fue Reyes. Hasta llegar a Koundé. Entre medias, el espigado camino desde el hediondo fango hasta la cúspide del fútbol, recorrido entre mil y una adversidades superadas con una idea, con una fe inquebrantable. Reyes, el genio que pudo reinar, fue el paradigma de la miseria del Sevilla y su maná para sanar aquella ruina. Koundé es el símbolo del poder de este Sevilla, asentado por título y caja entre la aristocracia de la Liga y de Europa. Un Sevilla al fin grande, si consentimos que la grandeza resulte de poder decir no.

Bajo ningún concepto cabría decir no a una oferta del City de 55 millones por un defensa en la temporada de la pandemia. El Sevilla lo ha hecho, reforzado por una economía asombrosa y un espíritu indomable que busca dar un paso más, ya en alturas donde todavía no ha logrado superar el vértigo. La inconsistencia en la temporada de Champions, otra vez, renueva temores que, en realidad, son sueños que parecían inalcanzables. No tan lejos quedan los tiempos en los que se lamentaba competir contra tantos que les doblaban el presupuesto, cargar como suicidas contra molinos de vientos.

De aquella quimera a esta exigencia, que contiene el venenoso elixir de la soberbia y la complacencia. Que se lo digan al Valencia. Durante mucho tiempo le tocó al Sevilla sufrir sus exilios: qué habría sido más con Reyes, Sergio Ramos, Baptista, Alves… Ahora son los otros quienes han de dejar ir a maravillas como Ferrán Torres o Fabián para pervivir, excusados en el lema que hizo fortuna con el Sevilla, vender para crecer, y que en realidad es una terrible antinomia pues, ciertamente, casi todos los que venden no hacen más que menguar. La excepción ha sido el increíble Sevilla, ahora sí grande. Apenas falta demostrarlo en el campo esta temporada.